Nicolás Maduro ha cambiado sus trajes por conjuntos deportivos como los que usa el presidente y abraza gente en las calles. Su habitual discurso moderado y talento negociador han cedido lugar a agresivas arengas contra la oposición, denuncias de conspiraciones o de planes de atentados.
Caracas. Llenar los zapatos del tan carismático como controvertido mandatario Hugo Chávez se está convirtiendo en una cruzada para el vicepresidente de Venezuela.
En una jugada clave para mantener el impulso del chavismo sin Chávez, Nicolás Maduro arenga a los venezolanos día a día en actos por todo el país transmitidos en cadena nacional, con un estilo procaz y folclórico que recuerda al de su jefe.
Mientras Chávez convalece desde hace dos meses en Cuba de otra cirugía contra el cáncer, su encargado busca compensar el mutismo del jefe de Estado, dando muestras de un chavismo unido en un país petrolero que gravita en torno al líder socialista.
Ahora el vicepresidente de 50 años ha cambiado sus trajes por conjuntos deportivos como los que usa el presidente y abraza gente en las calles. Su habitual discurso moderado y talento negociador han cedido lugar a agresivas arengas contra la oposición, denuncias de conspiraciones o de planes de atentados.
Maduro ya no parece Maduro. Pero tampoco parece Chávez.
En su camino por llenar el espacio dejado por el "comandante", Maduro busca aparecer en público junto al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, dueño de un verbo más apegado al del líder de la revolución bolivariana.
En un acto para celebrar los 21 años de una intentona golpista comandada por Chávez, Cabello logró que los asistentes se mantuvieran atentos, gritaran, aplaudieran, se pusieran de pie y hasta rieran mientras pronunciaba su discurso.
En contraste, cuando Maduro se encontraba en uso de la palabra muchos de los asistentes revisaban sus teléfonos móviles y conversaban entre ellos.
Para millones de venezolanos humildes, la combinación del pasado de insurrección de Chávez, sus orígenes pobres y su fiero discurso de justicia social le dan un estatus casi religioso muy difícil de emular.
"Nuestro líder ha sido, es y será Hugo Rafael Chávez Frías. Nicolás Maduro es un compañero, un reemplazo hasta que el comandante vuelva", dijo Carlos Segura, un empleado del sector privado de 35 años, durante un acto del vicepresidente.
"No creo que Chávez pueda ser reemplazado por un solo hombre", expresó.
Maduro lucha por manejar con destreza su voz, el ritmo discursivo, su fluidez y despertar la pasión que desata Chávez, un militar retirado que ganó al poder por las urnas hace 14 años tras lanzar un fallido golpe de Estado en 1992 que lo puso en el mapa político.
En sus discursos iniciales, el vicepresidente llegó a reconocer que era difícil seguir el ritmo de su Comandante e incluso se emocionaba al punto de quebrársele la voz y hasta perderla durante maratónicos actos.
Los esfuerzos de Maduro fueron parodiados el lunes en la portada del diario opositor Tal Cual: una caricatura del vicepresidente sostiene una máscara con el rostro de Chávez.
"Sin duda Chávez despertó emociones relevantes y estableció unos vínculos muy fuertes con sectores de la población y no hay duda que ese efecto es muy difícil de reproducir", dijo el analista John Magdaleno, de la Universidad Simón Bolívar.
"De lo que estamos claros es que evidentemente no va a ser Chávez ni va a ser una figura equivalente, pero hay que dejar que desarrolle su propia figura pública", agregó sobre Maduro.
Sin tanta bulla. Aunque comparte las raíces populares con el presidente, la historia de Maduro es menos romántica que la de Chávez, quien nació en un rancho con piso de tierra en la abrasadora sabana venezolana y encontró en el Ejército su camino hacia el poder.
El tesonero Maduro manejaba autobuses y se convirtió en dirigente sindical. Después selló su fidelidad con Chávez cuando salió a las calles hasta lograr la libertad del militar que había sido arrestado tras el intento de golpe en 1992.
Quizás por eso en un emotivo mensaje antes de partir hacia Cuba en diciembre para su cuarta operación, el propio Chávez pidió a los venezolanos votar por maduro si él no pudiera seguir gobernando por la enfermedad.
A pesar del silencio del mandatario, sus funcionarios aseguran que ha superado las complicaciones del postoperatorio en Cuba y hasta deslizaron la posibilidad de un pronto retorno.
Mientras tanto, su hombre de confianza, apelando al discurso combativo, busca mantener alta la llama del chavismo, que se ha proclamado como una extensión del movimiento independentista del siglo XIX que acabó con el dominio colonial de España.
Pero las tibias reacciones que despierta Maduro se notaron el fin de semana en un acto en el estado de Sucre.
"A ver cuántas mujeres hay, vamos a hacer una bulla", animó Maduro, generando poco más que un murmullo masivo. "Vamos a hacer una bulla de los hombres", intentó, redoblando la apuesta.
Las ovaciones que genera su jefe aún le son esquivas, pero Chávez saca cuerpos de ventaja a todos los políticos de su país con su natural talento discursivo, su privilegiada llegada a la gente y los años de experiencia sobre la tarima.
Sin embargo, el oficialismo asegura que la gente respalda a Maduro. De acuerdo con un sondeo de la encuestadora venezolana Hinterlaces citado por el Gobierno, un 56 por ciento de los venezolanos cree que el actual equipo es capaz de conducir al país durante la recuperación del mandatario.
"A Maduro hay que verlo, darle tiempo, apoyarlo. Debe ser difícil ocupar el lugar de un líder tan amado", dijo Marjorie de Díaz, una costurera de 50 años, en un mitin del vicepresidente.
Los hermanos cubanos Castro, los mayores aliados del Gobierno venezolano y simpatizantes de Maduro, saben lo que es eso.
Raúl Castro reemplazó a su hermano Fidel en el 2008 como presidente de Cuba por la enfermedad que aquejaba al legendario líder comunista, después de una transición de 19 meses.
Aunque Fidel, después de haber estado medio siglo en el poder, todavía es el líder espiritual de la revolución y es consultado en todas las decisiones importantes de Gobierno, Raúl logró imprimir un estilo propio de leve apertura en la isla.
Pero la oposición no cree que Maduro pueda estar a la altura.
"Le quedó grande el cargo al Sr. Maduro! Sigue vociferando para tapar su incapacidad, así son los mediocres, gritones!", escribió el gobernador y ex candidato presidencial Henrique Capriles por Twitter.