Este 15 de agosto Horacio Cartes cumplió dos años en la presidencia de Paraguay. Lo invitamos a conocer el balance intermedio de su administración.
Dos años de gobierno, hora de hacer un balance intermedio. A primera vista, las condiciones que tiene Cartes para gobernar son buenas, pues, a diferencia de Fernando Lugo, que desde un principio careció de una mayoría en el Parlamento y se apoyó en la movilización de los sectores socialmente débiles de la población, Cartes sí tiene una mayoría.
“Pero de esa mayoría no puede estar seguro y además le falta el apoyo de la calle”, acota Ralph Rotte, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad RWTH de Aquisgrán. Como empresario, Cartes estaba antes ajeno a la política, “ahora es presidente por el Partido Colorado, que estuvo décadas en el poder, durante y después de la dictadura militar, y está considerado un representante de los intereses de los grandes terratenientes”, agrega este especialista en Relaciones Internacionales y Economía Política.
En todo caso, uno de los grandes problemas de Paraguay es en efecto la concentración de la tierra en pocas manos. El dilema para Cartes: si quiere implementar reformas, va a enfrentarse con la resistencia de su propio partido politico. Por otra parte, la economía de Paraguay ha crecido un 5,6% anual en promedio en el último lustro. Cartes puede anotárselo en buena parte como mérito propio.
El problema de los factores externos. El crecimiento económico de los últimos años no bastará seguramente para solucionar los problemas de fondo del país: “La desigualdad en los ingresos, la economía sumergida, la corrupción y la evasión impositiva, estimada entre el 40 y el 45%, y eso con una carga fiscal promedio de solo el 12 por ciento, siguen siendo problemas virulentos”, resalta Rotte.
Ni tampoco soluciona un problema central de la economía paraguaya: el predominio de la economía agrícola y la consecuente dependencia de las exportaciones. Paraguay es el cuarto mayor exportador mundial de soja y el octavo de carne. En 2014 exportó dos veces más carne que Argentina. “Eso lleva a que el país esté sujeto a factores externos, como las condiciones atmósfericas, la demanda en los mercados mundiales y la competitividad de Estados Unidos, de donde proviene un tercio de la producción mundial de soja”, destaca Rotte.
A efectos de reducir esa dependencia, el nuevo Gobierno aspira a diversificar la economía, particularmente con la expansión del sector energético. La meta: transformar a Paraguay en el mayor exportador de “electricidad ecológica”, proveniente de represas. La política tributaria favorece la agricultura intensiva y con ello, la competencia, lo que puede inducir asimismo cambios en la futura estructura económica del país.
Legislación: entre la letra y la implementación. Paraguay modernizó ya hace algunos años el código penal. Aún debe actualizar el derecho civil. Pero, la letra es una cosa y su implementación, otra. ¿Cuál es la situación con el nuevo Gobierno? “Los derechos fundamentales está asegurados, especialmente en el sur del país, también las libertades políticas, el derecho de reunión y la libertad de prensa. Y prácticamente no hay prisioneros políticos. Además, la Justicia hace hincapié en la división de poderes”, dice Rotte. En ello desempeña un importante papel la relativamente débil posición del presidente en la Constitución. Eso impide que el presidente se transforme en el “hombre fuerte”, como es el caso en otros países latinoamericanos.
Por otro lado, problemas de intentos de intervención política y corrupción en la Justicia son insoslayables. “La destitución del presidente Lugo en 2012, si bien fue constitucional, no satisfizo los estándares de Estado de derecho”, dice Rotte. La acción que determinó esa impugnación –el violento desalojo de la finca Marina Kue, con 17 muertos, 11 campesinos y 6 policías– avanza, por el contrario, muy lentamente. Rotte: “También en el norte del país, donde desde la asunción de Horacio Cartes son redobladas la acciones militares contra las guerrillas EPP y ACA, se registran una y otra vez violaciones de los derechos fundamentales y humanos por parte de la policía y los militares”.
Un problema crónico en Paraguay es además el contrabando de drogas y armas, la piratería de marcas y el lavado de dinero. ¿Qué hace el Gobierno de Cartes para contenerlo? Rotte: “El Gobierno de Cartes lo acomete activamente. A comienzos de 2015 fue creada una unidad especial contra el lavado de dinero. También la ley de estabilidad financiera restringe los márgenes de maniobra para la corrupción, ya que no solo limita el déficit presupuestario anual al 1,5 del PIB, sino también el nepotismo”. La lucha contra la corrupción es apoyada además por los grandes periódicos, como ABC Color y Última Hora, que han impuesto que sean publicadas las listas de funcionarios del Estado.
Fronteras no muy rigurosamente vigiladas. Por otra parte, las autoridades policiales y militares no disponen de los medios para vigilar efectivamente la frontera con Brasil. En el norte del país se planta además marihuana en gran escala, con la anuencia de autoridades locales corruptas. Eso beneficia a pequeños campesinos que cultivan las plantas. “Contra esas estructuras, el Gobierno central no las tiene fácil. Ante la Justicia fueron presentadas incluso denuncias contra diputados y senadores que, según los denunciantes, tienen intensas relaciones con la mafia de las drogas”, subraya Rotte.
De los más de 100.000 indígenas de Paraguay, muchos viven en situación precaria, debido a la extendida pobreza. Paraguay tiene una tasa de pobreza del 33 al 49%, concentrada en la población indígena, que hace solo el 2% de los 7 millones de habitantes. Rotte: “El Gobierno lanzó para los afectados un programa de emergencia. Pero Cartes ve la verdadera solución del problema en el crecimiento económico y la creación de empleo”. Eso hace suponer que el Gobierno no planea por ahora una política redistributiva. Y cuánto tiempo tardará ese “trickle down” en llegar a los pobres es más que incierto. En ese sentido, poco nuevo hay en Paraguay.