Tras sobrevivir a la moción de censura convocada por el líder del Partido Laborista, la primera ministra del Reino Unido tendrá el reto de liderar un brexit con un futuro cada vez más incierto y con una oposición que le pisa los talones.
La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, sobrevivió al desafío del líder de la oposición, Jeremy Corbyn, un día después de que el Parlamento rechazara el acuerdo sobre la negociación del brexit. May superó por un estrecho margen de 325 votos a favor y 306 en contra la moción de censura que propuso el líder Partido Laborista. Aunque el Legislativo no cree que la negociación de May con la Unión Europea haya sido la apropiada, como lo expresó el martes, no ha perdido la confianza en la dirigente. Sin embargo, la confrontación reveló que más allá de la lucha por la negociación del brexit, los dos partidos mantienen un juego por el trono.
Después de que May sufriera una de las derrotas más duras con la no aprobación del acuerdo del brexit, sellado entre Londres y la Unión Europea, por parte del Parlamento británico el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, calificó la gestión de May como la de una “administración zombie” que “no puede gobernar” y pidió su renuncia. Un nuevo capítulo de la historia de enfrentamientos entre ambos líderes británicos.
Después de que el Parlamento rechazara, con 432 votos -entre ellos 118 de su propio Partido Conservador- el acuerdo del brexit, que solo logró 202 apoyos, el político izquierdista afirmó que cualquier otro mandatario “en el mismo escenario habría renunciado” y convocó por ello a una moción de censura en contra de la primera ministra. Unas acciones que no causaron gracia a ella.
Tras la humillante derrota, Corbyn decidió iniciar ese proceso para tratar de liquidar el gobierno conservador y, de este modo, precipitar unas elecciones generales anticipadas para postularse como nuevo primer ministro. Aunque las diferencias de algunos sectores conservadores con May eran grandes, algo que quedó evidenciado con el rechazo al acuerdo propuesto por ella, la moción de censura no prosperó y no alcanzó los suficientes votos para remover a la primera ministra del cargo.
Una historia de desencuentros. La disputa entre Theresa May y Jeremy Corbyn tiene su génesis poco después de que la política británica asumiera el cargo de primera ministra en reemplazo de David Cameron, quien dimitió luego de que el Reino Unido decidiera salir voluntariamente de la Unión Europea.
May, quien se postuló para el cargo, quedó con la difícil tarea de liderar un proceso que nadie sabía cómo hacerlo. Además de ello tuvo que lidiar con el rechazo de los conservadores radicales, que la consideran débil, porque cuando fue ministra del Interior en el gobierno de Cameron hizo campaña por la permanencia del Reino Unido en la UE.
Sin embargo, al asumir su posición como cabeza de gobierno la primera ministra heredó la obligación de liderar la salida del Reino Unido y, por ende, la convirtieron en el principal objetivo de Corbyn y el Partido Laborista, que se ha aprovechado de la desunión y confusión dentro de los conservadores para cuestionar la gestión de May, y por ende, la del partido de gobierno.
Y aunque en el papel se sabía que la moción de censura contra May no iba a prosperar, la primera ministra acusó a Corbyn de aprovecharse de este recurso para “generar caos” en el país, así como cuestionó el liderazgo del hombre de 77 años al frente del Partido Laborista.
“El liderazgo de Corbyn ha sido una traición hacia todo lo que el partido ha defendido”, dijo May este miércoles antes de la votación de la moción. “Una traición hacia la gran mayoría de sus diputados y una traición hacia millones de votantes laboristas decentes y patrióticos”, sentenció.
Greg Philo, politólogo de la universidad escocesa de Glasgow, dijo a EFE que ve “legítimo” que Corbyn “quiera aprovechar la debilidad del Ejecutivo para llegar a gobernar, puesto que su visión para el Reino Unido es completamente opuesta a la de los conservadores.
“Corbyn quiere unos comicios porque cree que, con el gobierno en caos, podrían ganarlos, aunque fuera por poco, y formar un gobierno en minoría o en coalición con el Partido Nacionalista Escocés (SNP), también socialdemócrata”, dijo a Efe Matthew Goodwin, profesor de política de la universidad inglesa de Kent.