Antes de terminar su mandato, el presidente estadounidense, Barack Obama, visita Alemania, un país en el que despertó grandes expectativas.
En verano de 2008, antes de ser elegido presidente, Barack Obama fue recibido en Alemania como si fuera una estrella. Más de 200.000 personas se reunieron para ver y escuchar al candidato en el centro de Berlín. Su relación con Angela Merkel no fue estrecha desde el principio, pero luego la confianza se instaló entre los dos.
El predecesor de Obama, George W. Bush, había iniciado dos guerras, en Afganistán e Irak. Al término de su presidencia, solo un 14% de los alemanes creía en su habilidad para manejar asuntos internacionales. Obama, en cambio, representaba la esperanza de que las relaciones entre Alemania y Estados Unidos mejoraran. En el primer año de su mandato, un 94% de alemanes lo apoyaba. "Obama hizo que EE.UU. volviera a ser un socio internacional confiable, uno que actúa en concordancia con los demás. Las relaciones transatlánticas mejoraron mucho”, dijo a DW Jürgen Trittin, miembro del Comité de Asuntos Exteriores y diputado del partido Los Verdes en el Parlamento.
Apoyo a la política de refugiados de Merkel. La amistad entre Obama y Merkel se basa en sus intereses comunes, según personas de su círculo cercano. Esa fructífera relación culminó en el abierto apoyo del presidente estadounidense a la política inmigratoria de Angela Merkel. "Está del lado correcto de la historia en este tema”, dijo Obama acerca de la decisión de la canciller de abrir las fronteras alemanas a más de 800.000 refugiados en 2015.
A pesar de muchos momentos difíciles, como el escándalo por las escuchas de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), durante estos ocho años, Merkel y Obama se convirtieron en la piedra angular de la alianza transatlántica. Claro que los informes que revelaron, en 2013, que los servicios estadounidenses habían estado espiando desde hacía tiempo las conversaciones telefónicas de la canciller fueron un gran obstáculo en las relaciones entre ambos mandatarios. Y el problema no se resolvió hasta que un representante del Gobierno de Obama llegó a Berlín tratando de calmar los ánimos. A pesar de esos tropiezos, la amistad entre Obama y Merkel continuó, aunque la confianza de los alemanes en Obama decayó marcadamente. Las revelaciones de Edward Snowden atizaron el temor de los alemanes al espionaje estadounidense. Otros temas, como que Obama no lograra cerrar la cárcel de Guantánamo y el proyecto del acuerdo TTIP, que provocó multitudinarias protestas callejeras, también hicieron mella en su imagen.
Obama, una luz de esperanza. Pero muchas de esas críticas han enmudecido a la luz de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre. La mayoría de los políticos alemanes expresaron su incredulidad ante el resultado de esos comicios, ya que esperaban ver en la Casa Blanca a Hillary Clinton, cuyo perfil encajaba con el de un socio confiable para Alemania.
Esta es la sexta visita de Obama a Alemania, el país que más visitó, junto con Francia, en sus dos periodos como presidente de EE. UU. "Muchos alemanes creían en la agenda progresista de Obama”, explicó Niels Annen, portavoz de Asuntos Exteriores del Partido Socialdemócrata alemán (SPD), a DW. "Y aún están fascinados por su personalidad. Lo vamos a echar de menos. Ya lo estamos echando de menos”.
A pesar de que la euforia de ocho años atrás se haya diluido un poco en 2016, durante su visita, muchos alemanes aún piensan que Barack Obama es mejor presidente que George W. Bush, y lo prefieren a su sucesor, Donald Trump, al menos por el momento. Los alemanes recordarán al presidente saliente de Estados Unidos como una luz de esperanza, a pesar de que no haya podido cumplir con todas sus expectativas.