La carrera política de Eduardo Cunha se disparó al participar en la campaña de Collor. Tras décadas de polémicas y a pesar de las maniobras que lo convirtieron en uno de los políticos más influentes del país, cayó.
Articulador original del proceso de impeachment contra la ex presidenta Dilma Rousseff, Eduardo Cunha (PMDB-RJ) perdió su mandato de diputado doce días después del juicio que terminó con el alejamiento de la mandataria. Apellidado como “rey del Centrão” por la prensa o “mi malvado preferido” por los políticos que lo veían como un personaje útil para derrumbar a Dilma, Cuhna deja la Cámara de Diputados de Brasil después de 14 años marcados por las controversias y acusaciones.
Considerado anteriormente como un sobreviviente político, que siempre mantuvo una trayectoria ascendente, aunque con un currículum repleto de acusaciones de irregularidades, Cunha vio erosionar su influencia desde que fue alejado de la Presidencia de la Cámara, en julio, por orden del Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil.
En el tribunal, Cunha está acusado de delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero, en el marco del esquema de corrupción en la empresa Petrobras investigada por la Operación Lava Jato. Para muchos, su salida de la Cámara era una cuestión de tiempo.
Apuntado como artífice de derrotas sufridas por el gobierno del PT en la Cámara a lo largo de 2015, Cunha pasó a aumentar su munición verbal contra el gobierno desde que su nombre se vio implicado en Lava Jato. Consecuentemente, rompió con Dilma, convirtiéndose en uno de los mayores enemigos políticos de la ex presidenta e iniciando el proceso de impeachment que provocó su caída.
La ex presidenta y su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, llegaron a intentar negociar con el diputado. Pero en diciembre de 2015, los diputados del PT cortaron la posibilidad de cualquier amaño en el apoyo de una petición de casación del diputado bajo sospecha de ocultar cuentas secretas en Suiza. El mismo día, Cunha decidió dar curso a una de las peticiones de impeachment de Dilma.
Odiado públicamente por el antiguo gobierno del PT, tolerado durante meses por la oposición como una figura útil del proceso de impeachment y más recientemente convertido en una molestia creciente para el gobierno de Michel Temer, Cunha, en algunos momentos, pareció ser uno de los pocos factores deconsenso en un país polarizado: se vieron pancartas contra él en protestas a favor y en contra del gobierno.
Ascensión a la Cámara de los Diputados. Cunha ganó proyección nacional al inico de 2015, cuando asumió la presidencia de la Cámara.
Bastaron pocos días en el cargo para que Cunha se convirtiera en la nueva “bestia negra” del gobierno de Dilma. Apellidado del “rey del bloqueo”, Cunha debió su elección a los diputados de la base que estaban insatisfechos con la presidenta y una combinación de distribución de favores y de astucia política relacionada al funcionamiento del régimen de la Cámara. En la presidencia, forzó la dimisión del ex ministro de Educación, Cid Gomes, saboteó votaciones de interés del gobierno y llegó a promover una especie de mini reforma política.
La furia del diputado contra el gobierno aumentaba a medida en que se veía más y más envuelto en las investigaciones del Lava Jato. El lobista Julio Camargo afirmó que Cunha cobró US$5 millones en un negocio de la empresa Petrobas que involucraba el alquiler de sondas marítimas.
Inicio: PC, Collor y Silvio Santos. Graduado en economía, Cunha, de 57 años, tuvo su primer gran empujón en la política antes de la elección presidencial de 1989, cuando se involucró en la candidatura de Fernando Collor. Dirigió el comité financiero de la campaña en Río de Janeiro y trató con el tesorero Paulo césar Farias, el PC. Durante la campaña se ganó la confianza por el descubrimiento de un error en el registro de la candidatura de Silvio Santos, que acabó haciendo inviable la campaña del presentador y facilitó la elección de Collor.
La recompensa por el servicio vino después. Designado por PC, Cunha recibió la presidencia de la Telerj, la antigua operadora de telefonía de Río de Janeiro. En el cargo, fue acusado directamente de sacar provecho de licitaciones y contrataciones de servidores sin concurso. En 1993, después del impeachment de Collor, fue exonerado y acusado de participar en el “Esquema PC”.
Cercanía a los evangélicos. En los años siguientes, Cunha trataría de reconstruir su influencia. En un caso curioso de metamorfosis, dejó a los políticos tradicionales de lado y se aproximó a los pastores neopentecostales, que, a partir de la mitad de los años 1990, comenzaron a tener proyección nacional.
En esta fase, Cunha se convirtió en un protegido del ex diputado Francisco Silva, vinculado al electorado evangélico fluminense y dueño de radio Melodía FM. Acostumbrado a los bastidores, Cunha solo intentó su primer mandato en 1998, cuando se candidateó a diputado estatal. Acabó quedando como suplente con 15.000 votos. Fue su primera y última derrota electoral.
Al año siguiente, el entonces gobernador de Rio, Anthony Garotinho, también vinculado con los evangélicos, nombró a Silva a la Secretaría de Vivienda de Río. Este, a su vez, nombró a Cunha como subsecretario y posteriormente lo llevó a la presidencia de la Cehab (Compañía Estatal de Vivienda). En la misma época, Cunha, a los 41 años se convirtió al protestantismo.
En la presidencia de la Cehab, Cunha sólo duró cerca de seis meses. Dejó el puesto cuando se vio involucrado en un nuevo escándalo, una vez más de gestión de licitaciones. En ese momento, se vio aislado políticamente.
Cunha consiguió salir adelante en 2001, al dejar la suplencia y asumir un mandato en la Asamblea Legislativa de Río. En la misma época, entró en el punto de mira de Hacienda (Receita Federal), que detectó movimientos financieros incompatibles con su renta.
Séquito fiel. En 2002, con el apoyo de radios evangélicas, fue elegido diputado federal. Poco después, se afilió al PMDB, del cual se convertiría en líder en la Cámara en 2013.
En la cúspide de su poder, el diputado mantuvo un séquito fiel de por lo menos algunas decenas de diputados. Según contaron algunos políticos a la prensa brasileña, Cunha sirvió de puente entre ellos y empresas que acostumbran hacer donaciones generosas. En 2014, fue reelegido. Su campaña costó 6,8 millones de reales y contó con las donaciones de los bancos Bradesco, Safra y Santander y de empresas como Ambev y Coca-Cola.
Conocedor de los enredos internos de la Cámara, Cunha se mostró un maestro en usarlos a su favor. Como legislador, presentó proyectos dudosos, como la institución de un “día de orgullo heterosexual” y la criminalización de la “heterofobia”. Igualmente en una ocasión escribió en su cuenta de Twitter que los evangélicos están “bajo el ataque de los gays, abortistas y marihuaneros”.