Estas fueron las palabras del jefe de Estado, tras ser liberado de la insurgencia policial, que por cerca de diez horas tuvo retenido al presidente en dependencias de un recinto hospitalario.
Bogotá. El gobierno de Ecuador busca a los responsables de la sublevación policial que desembocó en el secuestro durante varias horas del presidente, Rafael Correa, quien ha apuntado como instigador al ex mandatario Lucio Gutiérrez.
Inmediatamente después de su liberación, en un operativo militar en el que murieron al menos dos agentes, Correa anunció "una profunda depuración de la Policía Nacional" y afirmó que "no habrá perdón ni olvido" para lo que definió como "un intento de golpe de Estado".
El comandante general de la Policía de Ecuador, Freddy Martínez, ha dimitido ya de su cargo, según el canal Ecuavisa, aunque la información no ha sido confirmada oficialmente.
El fiscal de la Nación, Washington Pesántez, afirmó, por su parte, que investigará "la conspiración urdida desde afuera de los cuarteles oficiales" que llevó a la sublevación.
"No se trató de una legítima reclamación salarial, sino de un claro ejemplo de conspiración", dijo Correa en una rueda de prensa tras ser liberado por militares del hospital en el que permaneció durante casi todo el día de ayer, retenido por policías sublevados, que protestaban contra un proyecto de ley que reduce sus beneficios salariales.
Según Correa, cuando intentó explicarles que les elevó los sueldos "como nunca antes", las tropas le respondieron "no, eso lo hizo Lucio (Gutiérrez), sabiendo bien entonces quiénes estaban en esa conspiración", dijo.
El presidente también señaló que las personas sublevadas que entraron el jueves en las instalaciones de Ecuador TV, un canal público, con el objetivo de interrumpir las emisiones eran "bien conocidos allegados a los Gutiérrez".
En declaraciones desde Brasilia, Lucio Gutiérrez descartó que tuviese algo que ver con la rebelión y responsabilizó al propio jefe de Estado de la crisis.
Por su parte, el miembro del Parlamento Andino Fausto Lupera denunció que personas encapuchadas le secuestraron a punta de pistola el jueves y le golpearon mientras le increpaban por pertenecer al partido de Gutiérrez.
"Me dijeron que por esta vez me van sólo a patear y pegar, y que la próxima vez ellos me matarían", relató por teléfono desde el hospital donde se recuperaba de la paliza.
Aparte de apuntar culpables, el gobierno hace hoy balance de la operación militar de rescate del presidente.
Fernando Gandarillas, portavoz de la Cruz Roja Ecuatoriana (CRE) , confirmó la muerte de dos agentes, que fallecieron en el mismo hospital donde Correa estuvo retenido y del que fue liberado por un grupo de elite de la Policía adepto al gobierno y de la Fuerza Terrestre del Ejército, en medio de un tiroteo con los sublevados.
El propio Correa identificó a un muerto, Froilán Jiménez, miembro del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Policía, que se mantuvo fiel al gobierno
Correa también dijo que hubo 27 heridos entre los efectivos que estaban de su lado, incluido un miembro de la escolta del presidente, al que le perforaron un pulmón, según dijo el propio mandatario. Se desconoce aún el número de posibles heridos entre los sublevados.
El canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, fue agredido en la cabeza por unos policías sublevados frente al hospital, aunque no de gravedad, pues recibió posteriormente a Correa en el Palacio de Carondelet, la sede del Ejecutivo, a donde el mandatario se dirigió inmediatamente después de ser liberado.
El coronel Luis Castro, el jefe del operativo de rescate, dijo que los militares que penetraron el cerco de los policías sublevados que rodeaba al presidente se enfrentaron al fuego de francotiradores.
La agencia pública Andes informó además de que el vehículo en el que fue evacuado el presidente registra cuatro impactos de fusil, uno de ellos en el parabrisas, "justo del lado en el que iba el mandatario".