Dramáticos son los testimonios de las víctimas civiles del bombardeo israelí a la escuela de Beit Hanun que estaba llena de refugiados palestinos.
“No están matando, nos están matando, no podemos huir”, gritaba este jueves una mujer palestina momentos después del ataque israelí contra una escuela de la ONU que servía de refugio para miles de palestinos en Beit Hanun que dejó, al menos, 17 muertos: mujeres, niños y empleados de Naciones Unidas.
Según testigos, esta madre que clamaba por ayuda sostenía en sus brazos a un bebé de escasos dos meses con la ropa manchada por la sangre de su hermano, muerto en el ataque.
Estos dramáticos lamentos se multiplicaron en la morgue y en el hospital donde cientos de personas fueron ingresadas con graves heridas, por lo que se teme un aumento de víctimas fatales en las próximas horas.
Una de los doctores del hospital vecino Beit Janun al Garbiye explicó que 4 cuerpos mutilados, 2 de ellos de niños, habían sido colocados en la morgue, mientras que el resto había sido desviados a otros hospitales de la zona, como al Auda, vecino al campo de refugiados de Jabalia.
Hacia el hospital Al Shifa han sido derivados los casos más graves, algunos de los cuales se debatían entre la vida y la muerte, agregó el doctor, entre el frenesí de las ambulancias que entraban y salían y los lamentos de las decenas de mujeres y niñas de la escuela que allí habían encontrado refugio.
La escuela es administrada por la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados Palestinos (UNRWA), que había recibido en ese recinto en particular unas 1.500 personas.