Por su ubicación estratégica de salida al Pacífico y a Panamá y por sus numerosos ríos y selvas, el Chocó es un territorio que se disputan las FARC y las bandas criminales narcotraficantes herederas de los grupos paramilitares.
El transporte de pasajeros entre los departamentos colombianos de Chocó y Risaralda reinició este sábado su servicio escoltado por el Ejército, después de que en la víspera las empresas se abstuvieran de transitar por las carreteras ante las amenazas de las FARC.
Así lo confirmó a Efe Ary Piñeres, secretario del Interior del Chocó, departamento ubicado en el noroeste de Colombia y en la frontera con Panamá, donde según dijo se ha intensificado la vigilancia por decisión del Gobierno, que este sábado celebró un consejo de seguridad en la capital departamental, Quibdó.
"Afortunadamente hoy se están moviendo carros. Salieron cuatro buses escoltados a Pereira (capital de Risaralda), o sea, los que suelen hacer ese trayecto, aunque el flujo de vehículos de carga todavía es reducido, está al 50%", comentó Piñeres.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) repartieron durante la semana panfletos y volantes con amenazas para que los habitantes de Chocó y Risaralda no viajaran desde el viernes por las carreteras que los conectan, bajo la amenaza de quemar todos los vehículos que encuentren en su camino.
Esta medida recibe el nombre de "paro armado" y es frecuente en zonas donde la guerrilla tiene una fuerte presencia, como el Chocó, el Catatumbo (Norte de Santander) y Arauca; estas dos últimas regiones en la frontera con Venezuela, y el suroeste del país.
Por este motivo, este sábado no circuló ningún auto entre Chocó y Risaralda.
Piñeres explicó que por orden del Gobierno se destinaron 400 policías a cada una de las tres carreteras que unen los departamentos amenazados, y calculó que en el Chocó hay un pie de fuerza de 6.000 uniformados.
Por su ubicación estratégica de salida al Pacífico y a Panamá y por sus numerosos ríos y selvas, el Chocó es un territorio que se disputan las FARC y las bandas criminales narcotraficantes herederas de los grupos paramilitares para esconderse, cultivar, procesar y distribuir drogas.
De hecho, la guerrilla declaró hace semanas un "paro armado" en todos los ríos y carreteras, y los combates entre Los Urabeños y Los Rastrojos obligaron a principios de enero el desplazamiento de 900 personas en el sur del departamento.