Tras siete meses de gestos unilaterales de Estados Unidos y lentitud de Cuba en responder a las propuestas norteamericanas, la apertura de embajadas es para los más optimistas un real salto adelante en las negociaciones.
El anuncio de la apertura de embajadas coincide con dos informes que ratifican la importancia que para los cubanos de la isla y del exilio tiene este nuevo paso en las relaciones bilaterales entre La Habana y Washington.
Por un lado, encuestas recientes realizadas por grupos opositores y periodistas independientes confirman lo publicado en numerosos artículos de la prensa internacional europea y latinoamericana: aunque se han producido algunos cambios, especialmente por la afluencia monetaria que algunas medidas financieras han llevado a la isla, los cubanos siguen esperando que la nueva era anunciada el 17 de diciembre de 2014 los saque de la desesperada situación económica y de depauperación social en la que hoy viven.
Por otro lado, informes oficiales de los Estados Unidos hablan de un aumento preocupante de la emigración ilegal de cubanos, esta vez no solamente a través del mar buscando las orillas de la Florida, sino también mediante las sólidas cadenas de tráfico humano que han surgido en los dos últimos años desde Ecuador, vía Centroamérica, para entrar a Estados Unidos por las fronteras con México. Al ritmo actual, la cifra total podría superar en pocos meses los más de 20 mil cubanos que lograron entrar a Estados Unidos durante el 2014. Los expertos atribuyen este aumento al temor lógico de que el deshielo de las relaciones entre los dos países y la apertura de las embajadas signifique un cambio en las políticas de apoyo de Estados Unidos hacia los inmigrantes de la isla.
Democracia real. El escenario sigue siendo propicio al debate. Desde Estados Unidos, el periodista exiliado Carlos Alberto Montaner, ha asegurado que "la renuncia de Washington al containment y su sustitución por el engagement, a lo que se agrega la cancelación del objetivo de tratar de propiciar el cambio de régimen, como dijo Obama en Panamá, es una peligrosa e irresponsable ligereza que perjudicará a Estados Unidos, alentará a sus enemigos, descorazonará a sus aliados y afectará muy negativamente a los cubanos que desean libertades, democracia real y terminar con la miseria".
La congresista republicana por Florida, Ileana Ros-Lehtinen, considera que "la apertura de la embajada en Cuba no le brinda ningún beneficio al pueblo cubano y es solo otro intento trivial del presidente Obama para conseguir un legado", y Frank Calzón, director ejecutivo del Centro por una Cuba Libre, anuncia la posibilidad de que todo este avance de Obama encuentre fuertes frenos de producirse un triunfo republicano en las próximas elecciones presidenciales: "La muy esperada apertura de la embajada norteamericana en La Habana como parte de la normalización de relaciones entre los dos países incluye importantes concesiones al general Raúl Castro que difícilmente podrán ser aceptadas por administraciones norteamericanas en el futuro", asegura Frank Calzón.
Entretanto, el escritor cubano Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, se muestra más confiado y dice que "El ritmo de las nuevas relaciones, que ha debido partir de una inmovilidad casi absoluta, resulta mucho más dinámico de lo que a simple vista puede parecer o de lo que muchos desearían, pero definitivamente, las cosas se mueven y todo movimiento genera energía… y confiemos que en esta ocasión sea positiva. Los cubanos la deseamos, la necesitamos".
Los opositores en Cuba ni siquiera confían ya en que la desaparición del concepto de enemigo que existía en torno a la Sección de Intereses disminuya la represión que sobre ellos se sigue ejerciendo al considerarlos "mercenarios del imperio yanqui". Y según las encuestas antes mencionadas, a los cubanos de la isla y del exilio no les interesa en lo absoluto el trabajo que en términos políticos debiera realizar la futura embajada norteamericana. Su foco de atención se centra en dos ámbitos de mayor impacto en sus vidas diarias: el seguro arribo masivo de turistas norteamericanos a la isla, lo cual se revertiría en un ingreso mayor de dinero para la economía informal del cubano de a pie, y el peligro de que la normalización que una embajada significa en el terreno de las conversaciones migratorias, lleve a que desaparezcan las leyes que hoy favorecen y facilitan la entrada e integración de los cubanos en Estados Unidos.