"Nunca autoricé, nunca firmé, nunca propuse, nunca ordené que se atentará contra una raza, una etnia o una religión. Nunca lo hice", sostuvo el ex dictador guatemalteco en el juicio que le sigue por delito de genocidio en contra de los indígenas ixiles en la década de 1980.
Guatemala, EFE. El ex dictador guatemalteco José Efraín Ríos Montt se declaró este jueves inocente de los cargos de genocidio y crímenes de guerra de que lo acusa la Fiscalía y aseguró que el juicio en su contra es importante para darle dignidad a Guatemala.
"Nunca autoricé, nunca firmé, nunca propuse, nunca ordené que se atentará contra una raza, una etnia o una religión. Nunca lo hice. Y de todo lo que han dicho no ha habido ninguna prueba que evidencia mi participación", dijo el general de 86 años ante el tribunal que conoce hoy las conclusiones de los querellantes y defensores, el último paso antes de emitir su sentencia.
La Fiscalía y los querellantes han pedido al tribunal declarar culpables de genocidio y crímenes de guerra a Ríos Montt y a su antiguo jefe de Inteligencia José Rodríguez, por haber ordenado la muerte de 1.771 indígenas ixiles y que les imponga una pena de 75 años de prisión.
"Me declaro inocente. Nunca he tenido la intención ni el propósito de destruir una etnia nacional. Mi situación de jefe de Estado, mi ocupación, fue específicamente para retomar el rumbo de la nación que estaba en la borda", añadió Ríos Montt.
La jueza Jazmín Barrios, presidenta del Tribunal Primero A de Mayor Riesgo, explicó que esa judicatura aceptó escuchar la declaración de Ríos Montt a pesar de que, según la legislación local, el momento procesal para ello ya concluyó y recordó que cuando el imputado tuvo la oportunidad de hacerlo se rehusó.
Debido a la negativa de Ríos Montt de declarar en el momento indicado por la ley, ni la Fiscalía ni los querellantes tuvieron la posibilidad de interrogarle sobre los cargos que se le imputan.
Con su característico tono de voz fuerte y clerical, Ríos Montt dijo que se había presentado voluntariamente ante la Fiscalía a finales de 2011 para dilucidar su situación jurídica porque se sabía inocente de los señalamientos en su contra.
"Me presente voluntariamente porque no quería que me llamaran genocida. Nunca he sido genocida, nunca lo he ordenado, nunca lo he hecho", dijo, sobresaltado.
Durante el periodo que se desempeñó como gobernante de facto, entre marzo de 1982 a agosto de 1983, explicó, fue jefe de Estado y comandante general del Ejército, pero ello no implicó que tuviera responsabilidad ni conocimiento de las acciones que realizaban las Fuerza Armadas.
"La relación militar con los militares fue muy limitada, y mi trabajo era político. La cadena de mando tiene límites y autonomías, regulaciones", explicó.
El Ejército tenía "comandantes de patrulla y de destacamento, ellos eran los responsables" de sus acciones, añadió.
Ríos Montt acusó al Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) de haber ido "a matar a esa gente", en relación a los indígenas de la etnia ixil.
El Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) era una organización irregular que operaba en la zona donde, según la Fiscalía, los militares guatemaltecos cometieron genocidio en contra de los indígenas ixiles.
"La más grande desgracia es la angustia del pueblo Ixil" porque tuvo la mala suerte de que el Ejército Guerrillero de los Pobres ubicara "su asentamiento principal", y que esa organización insurgente "fue la que más influyó en que la gente se volcará en contra de la institución" armada, dijo Ríos Montt durante su declaración, de casi una hora.
"Llora sangre, da una angustia, un dolor, una pena", lo que ocurrió, "y ahora yo tengo que pagar por el delito de genocidio", agregó el anciano militar.
La única función que cumplió como comandante general del Ejército, aseguró, durante los meses que gobernó el país fueron hacer las convocatorias para reclutar soldados, otorgar condecoraciones y autorizar pensiones.
"Aquí no hay cadena de mando, solo jerarquía. Pero hay autonomía de mando, y esa la da la jurisdicción de cada uno. En el área Ixil, el responsable era el comandante de Quiché, o de Gumarcaj, o en última instancia el comandante de patrulla, pero eso lo tiene que definir el Ministerio Público", aseguró el anciano general retirado.
"Yo no sé que hacía el jefe de patrulla. Yo soy el jefe de Estado. Yo sé que el juicio es muy importante. Guatemala merece respeto y nosotros debemos darle la dignidad que corresponde. Guatemala tiene que salir airosa" de este juicio, agregó.
En las próximas horas se tiene prevista la presentación de las conclusiones de los abogados de la defensa de los acusados.
Luego de ello, el tribunal de entrará a valorar las mismas y emitirá la sentencia sobre este histórico juicio.