La candidata de tendencia izquierdista tiene una ventaja de 20 puntos porcentuales sobre su rival más cercano, José Serra, gracias al apoyo de su ex jefe, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Sao Paulo. La candidata oficialista, Dilma Rousseff, tiene buenas chances de ser electa este domingo como la primera presidenta de Brasil y liderar uno de los principales mercados emergentes del mundo, si logra superar un escándalo de corrupción de último minuto que podría forzar un balotaje.
La pragmática funcionaria pública de tendencia izquierdista tiene una ventaja de 20 puntos porcentuales sobre su rival más cercano gracias al apoyo de su ex jefe, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien la escogió para que dé seguimiento a la mezcla de políticas de mercado y programas sociales que lo han convertido en un héroe tanto en casa como en Wall Street.
Rousseff, de 62 años, también podría hacer algo que Lula nunca logró: ganar una elección presidencial en primera ronda.
Si ella obtiene la mitad de los votos válidamente emitidos el domingo, evitará un balotaje contra su principal rival, el centrista y ex gobernador de Sao Paulo, José Serra.
Los sondeos de intención de voto muestran que Rousseff vencería a Serra fácilmente en una segunda ronda el 31 de octubre.
Pero una victoria en primera ronda le daría a la ex jefa de Gabinete de Lula un mandato fuerte para perseguir reformas, como cambios al oneroso sistema tributario brasileño, que apunta a impulsar una economía que se estima crecerá 7% este año.
También evitaría un mayor escrutinio sobre un escándalo de sobornos que involucra a una ex asesora de Rousseff, que provocó una leve baja de la candidata en recientes sondeos a cerca del nivel de 50% que necesitará el domingo para ganar en primera ronda.
"Creo que (el Partido de los Trabajadores de Rousseff) está ansioso de que estas elecciones terminen lo antes posible", dijo Luis Piva, analista político en Sao Paulo.
"Las cosas se han vuelto muy tensas en los últimos días y su imagen está sufriendo un poco", agregó.
Rousseff, que 2009 superó un linfoma que la obligó a usar una peluca durante algunos meses, probablemente no buscará mayores cambios a las estables políticas monetarias y programas de bienestar que han sacado a 20 millones de brasileños de la extrema pobreza durante el Gobierno de Lula y han impulsado a Brasil a la élite "BRIC" de economías emergentes, que incluye a Rusia, la India y China.
Hija de un acomodado inmigrante búlgaro, Rousseff carece del toque de simplicidad de Lula entre los votantes y nunca antes se había presentado a un cargo de elección popular.
Sin embargo, ocupó una serie de cargos gubernamentales de grado medio tras salir de prisión en la década de 1970, cuando integraba un grupo armado de izquierda que combatió a la dictadura militar de Brasil en esa era.
Pese a que Rousseff se ha mostrado cada vez más cómoda durante la campaña, no está claro cómo va a manejar una coalición de 10 partidos en el Congreso o cómo va a lidiar con serios problemas de infraestructura a tiempo para el Mundial de fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016, que tendrán lugar en Brasil.
"Todo dependerá de que ella exhiba cualidades de negociadora, que hasta ahora no ha demostrado", dijo Fernando Henrique Cardoso, ex presidente de Brasil (1995-2003) y actual líder del principal partido de la oposición.
Principal mensaje de Rousseff: continuidad. Rousseff parecía dirigirse a una victoria cierta en primera ronda en las elecciones del domingo, pero eso fue puesto en duda por acusaciones de que Erenice Guerra, sucesora de Rousseff como jefa de Gabinete de Lula, estaba involucrada en un caso de sobornos por contratos de obras públicas administrados por la consultoría de su hijo.
Guerra negó la veracidad de las acusaciones, pero renunció a su cargo poco después de que la información fue publicada por la revista de noticias Veja hace tres semanas. Tanto Lula como Rousseff dijeron que estaban decepcionado por las acciones de Guerra.
Cardoso dijo a Reuters que sus victorias en primera ronda en 1994 y 1998 probablemente le hicieron más fácil conseguir apoyo en el Congreso de lo que hubiera sido si hubiera tenido que disputar un balotaje.
"No sé si una victoria compensará el daño hecho por los recientes escándalos, especialmente el que involucra (a Guerra), que era más cercana a ella", sostuvo Cardoso.
Serra fue ministro de Salud en el Gobierno de Cardoso y se le atribuye haber impedido una epidemia de sida. El alcalde de Sao Paulo y ex gobernador del estado de Sao Paulo ha prometido liderar un equipo centrista que probablemente sería menos intervencionista en temas económicos que un Gobierno de Rousseff.
Sin embargo, los candidatos tienen más similitudes que diferencias. Serra lideró algunos sondeos hasta julio, cuando la enorme popularidad de Lula y una campaña tácticamente superior y mejor financiada de Rousseff la ayudaron a conseguir una amplia ventaja.
No obstante, la suerte de la abanderada oficialista no ha sido de las mejores en el último tiempo. Se torció un tobillo al caer de una máquina de ejercicios y en su último gran mitin de campaña el lunes en la noche, en Sao Paulo, una fuerte lluvia comenzó a caer en el momento en que subió al escenario.
Con Lula a su lado, Rousseff instó a la concurrencia a "salir a las calles y luchar hasta el último voto" para que pueda lograr ganar en primera ronda, pero muchos de los asistentes se dirigían a las salidas para escapar al diluvio.
Pese a los problemas, muchos votantes aún parecen convencidos de que Rousseff puede continuar con el trabajo de Lula de llevar a Brasil más cerca de su sueño de convertirse en una de las más importantes potencias globales.
"Brasil nunca ha estado mejor de lo que está ahora", dijo Romeu Siedgal, un carpintero de Sao Paulo.
"Si ella es la persona correcta para mantener las cosas de la forma en que están, entonces tiene mi voto", agregó.