El decreto número 6.521, sancionado por Rousseff, establece que la secretaría General de la Presidencia, que es responsable de las relaciones del Gobierno con los movimientos sociales, será reforzada con dos altos funcionarios.
Brasilia. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, se propone construir nuevas vías de diálogo con los movimientos sociales que anuncian protestas contra el próximo Mundial de fútbol, según se desprende de un decreto publicado hoy en el Diario Oficial.
El decreto número 6.521, sancionado por Rousseff, establece que la secretaría General de la Presidencia, que es responsable de las relaciones del Gobierno con los movimientos sociales, será reforzada con dos altos funcionarios.
Su misión será "la promoción del diálogo con los movimientos y segmentos sociales con ocasión de la Copa del Mundo de 2014", dice el decreto, publicado en momentos en que diversos grupos articulan una "primer protesta nacional" contra la cita del fútbol para el próximo día 25.
Las protestas han sido convocadas al hilo de las que, en junio pasado, durante la Copa Confederaciones de la FIFA, recorrieron todo Brasil para reclamar por el alto gasto público en el Mundial que comenzará el próximo 12 de junio, así como por los pésimos servicios de salud, educación y transporte, entre muchos otros.
Como ocurrió entonces, la convocatoria para el día 25 circula por internet y la promueve un conjunto de movimientos sociales bajo el lema "Nao vai ter Copa", que podría traducirse como "No va a haber Mundial".
Hasta hoy, para lo que estos grupos han bautizado como "Operación Mundial", para ese día se han confirmado actos contra la cita de la FIFA en 35 ciudades del país, entre las que se incluyen las doce sedes de la Copa del Mundo.
En la convocatoria se denuncian un sinfín de problemas sociales que, según los organizadores de las protestas, "el Gobierno optó por esconder del mundo".
En primer lugar, se cita la inseguridad en las calles de un país en el que, según datos oficiales, "800.000 ciudadanos murieron por disparos de algún tipo de arma de fuego" entre 1980 y 2010.
Luego, critican los alto índices de prostitución infantil, la "precariedad de la salud pública", los elevados impuestos, la escasa inversión en educación, la corrupción, la "represión" que sufren los movimientos sociales y las remociones forzadas de ciudadanos y las expropiaciones debido a las obras necesarias para el Mundial.
El documento, cuyos autores no son identificados, circula en las redes sociales y asegura que "las protestas contra el Mundial en Brasil están por encima de los intereses políticos partidarios y, si tienen alguna bandera, es la de las reivindicaciones populares".
Según estos movimientos, "Brasil necesita cambiar, pero no con el fútbol. El clamor popular a partir de enero tendrá una sola voz: No va a haber Mundial".