En un discurso transmitido por televisión a todo el país, Rousseff insistió en que no ha cometido un crimen que justifique el juicio político y acusó abiertamente a Temer de conspirar para derrocar a su Gobierno en lo que describió como un "golpe de Estado".
Brasilia. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, prometió este lunes que luchará contra el juicio político en el Senado luego de que una humillante derrota en la Cámara baja del Congreso allanó el camino para su probable destitución y el fin de 13 años de Gobierno de izquierda en la mayor economía de América Latina.
En una votación que se prolongó hasta la noche del domingo y provocó el júbilo de los enemigos de Rousseff, la oposición superó sin problemas la mayoría de dos tercios necesaria para que el proceso de juicio político avance al Senado. Rousseff enfrenta acusaciones de manipular las cuentas presupuestarias para impulsar su reelección en 2014.
Si una mayoría simple del Senado vota a favor de aceptar el caso el próximo mes, como se espera, Rousseff se convertiría en el primer líder brasileño que es impugnado en más de 20 años.
La disputa por la impugnación, que ocurre en medio de la peor recesión en el país desde 1930, ha dividido a la nación de 200 millones de habitantes de forma más profunda que en ningún otro momento desde el fin de la dictadura en 1985.
También ha provocado un agrio enfrentamiento entre Rousseff, una ex guerrillera comunista de 68 años, y Temer, de 75, que podría desestabilizar a cualquier futuro gobierno y hundir a Brasil en meses de incertidumbre.
En un discurso transmitido por televisión a todo el país, Rousseff insistió en que no ha cometido un crimen que justifique el juicio político y acusó abiertamente a Temer de conspirar para derrocar a su Gobierno en lo que describió como un "golpe de Estado".
"Si bien estoy muy triste por esto, tengo la fuerza, el espíritu y el coraje para luchar todo este proceso hasta el fin", dijo Rousseff. "Este es solo el comienzo de la batalla, que será larga y agotadora", agregó.
Sondeos publicados por los diarios locales sugieren que la oposición tiene los votos necesarios para lograr la mayoría simple en el Senado el mes que viene y abrir así un juicio contra Rousseff.
Las encuestas muestran que más de un 60% de los brasileños apoya el proceso de impugnación, a menos de dos años de que Rousseff ganó su reelección en una reñida votación. Su popularidad se ha desplomado por la recesión y un extenso escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras.
El índice de acciones brasileño Bovespa bajó un 0,63%, a 52.894 puntos, tras subir más de un 20% este año ante la esperanza de que el juicio político ponga fin a 13 años de gobierno del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
El Banco Central intervino para evitar una abrupta alza de la moneda local, ofreciendo hasta US$4.000 millones en derivados en una subasta. El real retrocedió un 2,08%, a 3,5972 unidades por dólar la venta.
Pese al malestar por el creciente desempleo, el PT aún goza del apoyo de millones de brasileños de clase trabajadora, que respaldan los programas sociales que permitieron a sus familias salir de la pobreza durante la última década.
Las celebraciones se desataron en la noche del domingo, después de que los diputados propinaron el duro revés a Rousseff. La Cámara baja era un mar de banderas brasileñas y los puños se alzaban mientras varios parlamentarios llevaban en andas al diputado que protagonizó el decisivo voto número 342, después de tres días de maratonianos debates.
Sao Paulo y Río de Janeiro, las principales ciudades de Brasil, se iluminaron con fuegos de artificio tras la votación, que fue finalmente de 367 votos a favor del juicio político, 137 votos en contra y siete abstenciones. Dos legisladores no acudieron a votar.