"El retraso en la extensión del derecho de voto a los países en desarrollo es inaceptable. Estas instituciones corren peligro de perder su legitimidad y eficacia", denunció la presidenta de Brasil.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, abrió este miércoles los debates de la Asamblea General de la ONU con un llamamiento al relanzamiento de la economía mundial y la reforma del Consejo de Seguridad y otras instituciones mundiales, cuyo reparto de poder actual calificó de "inaceptable".
"Es necesaria una verdadera reforma del Consejo de Seguridad para darle eficacia", afirmó Rousseff, cuyo país reclama desde hace años formar parte de este órgano decisorio de la ONU como miembro permanente.
"El retraso en la extensión del derecho de voto a los países en desarrollo es inaceptable. Estas instituciones corren peligro de perder su legitimidad y eficacia", denunció Rousseff.
La presidenta, que busca ser reelegida en los comicios del 5 de octubre, insistió en que "existe un grave riesgo de parálisis e ineficacia del Consejo de Seguridad y que darle mayor representación y legitimidad le haría más eficaz", afirmó.
La presidenta de Brasil pasó revista a lo que denominó "la gran transformación del país" en los últimos años que ha permitido construir "una sociedad más justa y moderna" e hizo especial énfasis en los progresos conseguidos en el sector de la educación y en la ampliación de derechos sociales, entre ellos para mujeres y homosexuales.
En un contexto de numerosas crisis internacionales, Rousseff hizo mención a que "el uso de la fuerza no puede solucionar la raíz de los conflictos".
"Las intervenciones militares no permiten avanzar hacia la paz, sino que vemos que los conflictos se agravan con consecuencias humanitarias", afirmó al mencionar algunos de los más relevantes, entre ellos Gaza, la crisis ucraniana, la muerte de civiles en Siria o la situación en el Sahel (África subsahariana).
La presidenta brasileña dijo en la tribuna de la ONU que las elecciones del próximo octubre en su país representan "la celebración de una democracia que cumple 30 años después de dos décadas de dictadura" y que ha hecho un gran avance hacia la estabilidad económica.
Especialmente durante los últimos doce años, dijo, "hemos consolidado una sociedad inclusiva, basada en la igualdad de oportunidades, con respeto a los derechos humanos y un objetivo de desarrollo sostenible".
Rousseff hizo hincapié en el compromiso con el multilateralismo, respeto de la ley internacional y apuesta por la paz y una cultura de solidaridad.
Entre los logros económicos y sociales de su país, mencionó que, según la FAO, ya no figura en el Mapa Mundial del Hambre y que la transformación realizada ha derivado en la creación de 21 millones de puestos de trabajo.
Un total de "37 millones de brasileños han salido de la extrema pobreza desde 2003 y 22 millones durante mi administración", afirmó.
La jefe de estado brasileña resaltó asimismo que su país ha sido capaz de sortear la crisis global que estalló en 2008 con el colapso del banco inversor estadounidense Lehman Brothers que derivó en una crisis de deuda soberana en muchos países.
"Resistimos las peores consecuencias desempleo, depreciación y erosión de derechos sociales", dijo.
Brasil pasó de ser la 13 a la séptima mayor economía mundial y hoy día 3 de 4 brasileños forman parte de la clase media, precisó.
Sin embargo, advirtió que aunque Brasil evitó las graves consecuencias de la crisis global, en la actualidad empieza a estar afectado, por la persistencia, en todas las regiones del mundo, de "substanciales adversidades económicas, que afectan nuestro crecimiento".