El senado de Brasil consumó este miércoles "un golpe de estado parlamentario", dijo Dilma Rousseff, en su primera reacción tras ser destituida de la presidencia de Brasil.
Sao Paulo. La destituida presidenta brasileña Dilma Rousseff anunció el miércoles que apelará ante la Corte Suprema la decisión del Senado de condenarla dentro de un juicio político, que calificó como un golpe parlamentario, y se comprometió a seguir luchando por su país.
"En este momento no voy a decirles adiós. Estoy segura de que puedo decir 'hasta pronto'", le dijo a sus seguidores en Brasilia.
El senado de Brasil consumó este miércoles "un golpe de estado parlamentario", dijo Dilma Rousseff, en su primera reacción tras ser destituida de la presidencia de Brasil.
Visiblemente afligida, señaló: "decidieron por la interrupción del mandato de una presidenta que no cometió crimen. Condenaron una inocente y consumaron un golpe de Estado".
La mandataria enfrentó al Senado esta semana con su mandato manchado por la crisis económica, la pérdida de una base política con la que nunca supo lidiar y acusaciones de incompetencia, incluso más que por las acusaciones de corrupción que muchas veces llegaron a rozar a sus más fieles asesores.
Rousseff llegó al juicio siendo apuntada como responsable de la desastrosa situación de la economía -supuestamente su especialidad- dejando atrás su fama de buena gestora. También contribuyó a eso el gigantesco escándalo de corrupción en Petrobras, su niña mimada.
Las acusaciones por delitos fiscales eran apenas un pretexto, sostuvo siempre. Opositores y ex aliados reconocían en privado que eso era verdad, pero también afirmaban que Rousseff fue destituida por el "conjunto de la obra": la suma de todas las dificultades causadas por la personalidad de la presidenta, sumadas a yerros económicos y a una crisis persistente.
"Tengo la conciencia tranquila. No cometí ningún delito (...) Las acusaciones dirigidas en mi contra son injustas y absurdas. Revocar definitivamente mi mandato es como someterme a una pena de muerte política", dijo la ahora ex mandataria ante el Senado.
Frente a los senadores, Rousseff se mostró fuerte y orgullosa -en ocasiones "demasiado Dilma", la "misma de siempre", dijeron los parlamentarios- pero en una versión que era capaz de quebrarse.
"Dos veces vi de cerca la cara de la muerte: cuando fui torturada días seguidos (...) Y cuando una dolencia grave y extremadamente dolorosa pudo haber acortado mi existencia. Hoy sólo le tengo miedo a la muerte de la democracia, por la cual muchos de nosotros luchamos con el mejor de nuestros esfuerzos", declaró con voz trémula.
* Con información de Reuters y El Observador de Uruguay.