La mandataria brasileña advirtió este jueves que el nuevo gobierno encabezado por su vicepresidente Michel Temer no tiene legitimidad democrática y que peleará con todas las armas legales por volver a ocupar la presidencia de Brasil.
La suspendida presidenta Brasileña Dilma Rousseff dijo que seguirá luchando para enfrentar los cargos de un juicio político y que confía en que será declarada inocente, luego de que el Senado votó este jueves el inicio de un proceso en el que se le acusa de romper normas presupuestarias.
"He cometido errores, pero no he cometido ningún crimen", dijo una imperturbable Rousseff, en un mensaje antes de dejar el Palacio de Planalto, la sede la presidencia, rodeada por docenas de partidarios.
Frente a sus partidarios y una vez fuera de la sede del gobierno brasileño, Rousseff sostuvo que la democracia en Brasil vive una hora trágica en esta jornada tras su destitución como presidenta del país por un período de seis meses. Agregó que la democracia brasileña es objeto de un golpe de estado y que el proceso de destitución es una injusticia y traición.
Rousseff, que reiteró en varias ocasiones que el proceso de su destitución es un golpe de estado, se mostró orgullosa de ser la primera mujer en ser la presidenta del gigante sudamericano y confió en volver a la presidencia para completar su período hasta el 31 de diciembre de 2018. Advirtió que para ello ocupará todas las armas legales a su disposición y llamó a todos los que luchan "contra el golpe" a mantenerse "movilizados, unidos, y en paz".
Rousseff sostuvo que su gobierno ha sido honesto y responsabilizó directamente al ex presidente de la cámara de diputados Eduardo Cunha de ser el responsable de la caída de su gobierno.
"No soy una mujer que acuse chantaje" sostuvo Rousseff frente a una multitud de simpatizantes, acusando a Cunha de haberla querida chantajear para evitar una sanción en su contra
* Con información de CNN y Reuters.