Que hubiesen estado viniendo narcos colombianos, parecía lógico dada la cercanía de ese país en el que Estados Unidos apretó a los cárteles de la droga a fuerza de unos US$20 mil millones del Plan Colombia.
Los mexicanos Ismael Ruiz Casillas, alias Tyson, y David Flores Tinarejo, alias Chiri, trabajaban para el narcotraficante Joaquín "El Chapo" Guzmán, que en estas horas tiene conmovido a México por haberse escapado por segunda vez de una cárcel de alta seguridad. La primera vez fue el 19 de enero de 2001 y sus detalles forman parte ya de la mitología que rodea a este achaparrado (de ahí su apodo) líder del cártel de Sinaloa.
Tyson y el Chiri vivían en 2008 en el montevideano barrio de Pocitos pero tenían una estancia en Soriano donde subían y bajaban avionetas repletas de cocaína, rumbo a Europa. "Hablaban como el Chavo del Ocho", atinó a decir a algunos medios una vecina del lugar que veía a los mexicanos.
Que hubiesen estado viniendo narcos colombianos, parecía lógico dada la cercanía de ese país en el que Estados Unidos apretó a los cárteles de la droga a fuerza de unos US$20 mil millones del Plan Colombia.
Pero Washington también estaba apretando a los mexicanos y cuando se aprieta, en seguridad, se produce el efecto globo: el aire va hacia otro lugar.
Las autoridades locales, orientadas por la agencia antidrogas estadounidense (DEA) persiguieron a los mexicanos por Centroamérica, donde no solo conseguían coca sino también precursores químicos para hacer cocaína.
De hecho, la segunda vez que el Chapo cayó fue en Guatemala en 2014.
Huyendo hacia el sur, el Chapo y otros cárteles mexicanos se encontraron con los colombianos y los convirtieron de grandes contrabandistas de polvo blanco a simple productores: el tráfico era de ellos, de los mexicanos que llevaban décadas agujereando la frontera de Estados Unidos metiendo marihuana.
Y su avance hacia el sur no se detuvo: para ingresar a Europa necesitan de aeropuertos poco quemados, como los de Chile, Argentina, Uruguay, países que no son productores de droga.
Últimamente, África se ha convertido en un trampolín de cocaína hacia Europa y Asia y opioides de Asia a Estados Unidos.
Pero para opioides, para heroína, el consumidor estadounidense prefiere la colombiana y mexicana que la afgana. Esta última viene de muy lejos y por tanto es más cara y, por tanto, para competir en el mercado hay que cortarla con otras sustancias.
La heroína de América es de tan buena calidad que los adictos no necesitan inyectarse, basta con esnifarla, un cambio en el hábito que produjo un rebrote del consumo.
Pero Tyson y el Chiri no fueron los únicos enviados del Chapo. En base a documentos del gobierno de Estados Unidos, El País informó que la sociedad anónima Genética del Sur, de Lavalleja, y dedicada a los negocios agropecuarios, pertenece a Jorge Milton Cifuentes Villa, socio de El Chapo.
Corrupción. En 2001 el Chapo se había fugado, según distintas versiones: en el carro de la lavandería, disfrazado de policía, saliendo nomás por la puerta. La versión más creíble es que el Chapo salía asiduamente de la cárcel y un día ya no volvió.
Lo de la fuga del fin de semana a través de un túnel de un kilómetro y medio con carriles, luces y ventilación puso a México otra vez en la disyuntiva de si vale la pena seguir invirtiendo millones en helicópteros y policías cuando las mafias se han consolidado en base a algo tan inmaterial como la corrupción. La crisis política tiene ribetes ridículos luego que el presidente Peña Nieto afirmara que sería una vergüenza que el Chapo se escapara otra vez.
Como si no supiese el país que gobierna. En 1992 el entonces presidente Ernesto Zedillo nombró como "zar antidrogas" al general Jesús Gutiérrez. Dos meses después el militar renunció al revelarse sus contactos con el narco.
En todas las mediciones de corrupción, México ubica los puestos más altos de la lista.
El investigador y especialista en asuntos de seguridad y narcotráfico, Edgardo Buscaglia, dijo en el programa Aristegui Noticias que la nueva fuga del Chapo es un síntoma de la "corrupción galopante". Mientras, el exagente de inteligencia mexicano, Alejandro Hope, dijo: "La huida de El Chapo golpea en la línea de flotación de esta narrativa del gobierno. Pero también desnuda la debilidad institucional del aparato de seguridad. No es un problema de partido, sino de que las instituciones están podridas". ¿Es privativo de México? Cuando el Chapo fue detenido en 2014 en Guatemala, el narco protestaba a gritos contra el militar que hizo el operativo porque se le quedó con un millón y medio de dólares.