Scaramucci solía organizar reuniones privadas donde se servían los vinos más exclusivos, según comentan algunos. Se le ha denominado aquí, en Davos, el "embajador del gobierno de Trump para la elite global".
El gélido mundo de Davos, en Suiza, es una escenografía adecuada para la irrupción de fantasmas. Con temperaturas bajo cero y la presencia indeleble de la nieve, no resulta extraño que los asistentes al más exclusivo encuentro de la elite global a ratos den paso a habladurías sobre el poder del Más Allá. Es que pese a que no se encuentra presente, no hay nadie que dude de la existencia en espíritu del más malo de los malos, Donald Trump.
Trump, por razones obvias, no podía estar fisicamenre en Davos. Demasiados detalles a cumplir con la ceremonia de investidura más importante del mundo, esa donde la próxima semana será oficialmente nombrado presidente de los EE.UU.
Pero tampoco está presente porque ya sabemos que es un ultra aislacionista que ha mostrado un desprecio profundo por las instituciones multilaterales, incluyendo Naciones Unidas y la OTAN, dos de sus blancos favoritos durante su campana.
No obstante, su presencia se hace notar en practicamente cada una de las sesiones de trabajo en el WEF, donde muchos de los puntos de conversación ponen de manifiesto la profunda incertidumbre y temor que genera el próximo gobierno de ese fantasma de marca mayor, el señor Trump.
Parte de ese influjo debe agradecerlo Xi Jinping, el presidente chino, quien generó un profundo interés en los asistentes al Foro -quedó una cantidad importante sin poder entrar a la gran sala plenaria del Centro de Congresos de Davos-, y provocó una gran ovación al finalizar su discurso, tras destacar todo lo contrario de lo que ha despotricado el fantasma Trump: compromiso con el libre comercio, la innovación, la promocion a la inversión extranjera y la estabilidad global. Ya no hay duda: China está asumiendo la posta de cuidar los valores del mundo occidental, y además se erige como exhorcista ante la angustia que produce el poseído cuerpo de Donald.
Pero los fantasmas nunca andan solos. Parte de su cofradía es Antonhy Scaramucci, única y solitaria ánima que representa a Trump en la reunion del WEF en Davos, alguien que es parte del círculo íntimo del blondo presidente electo.
Scaramucci solía organizar reuniones privadas donde se servían los vinos más exclusivos, según comentan algunos. Se le ha denominado aquí, en Davos, el "embajador del gobierno de Trump para la elite global".
Graduado en Leyes en la Universidad de Harvard, Scaramucci opera como Hedge Fund manager y fue fundador de Sky Bridge Capital, empresa que, según él ha dicho durante un conversatorio aquí en Davos, acaba de vender. Llega a Davos con el título de "Assistant to the President elect, Director of Public Liason of the presidente elect". Más allá de lo que signifique su título, Scaramucci es un excelente relacionador público que derrocha simpatía y promueve con gran conviccion a su jefe.
Cómo llegó a ser trumpista
Scaramucci cuenta que al venir de una familia de origen humilde, y al ver la conexión que Trump lograba con la gente pobre de su país y su firme propósito de mejorar la difícil situación de los trabajadores desplazados por la globalización, sintió que tenia una deuda que pagar a esos trabajadores que, al igual que su padre, lo han dado todo por su país y por educar a sus hijos.
El representante de Trump añadió que al conocer más y más a Trump durante la campaña, pudo notar la gran visión estratégica del presidente electo, su incansable capacidad de trabajo y lo mucho que le importan las personas y las relaciones humanas.
Frente al llamado del presidente de China por aumentar el libre comercio, dijo que Trump era la gran esperanza para libre comercio y que no quería una guerra comercial con China, sino una buena relación, pero más simétrica, porque la globalización debe favorecer a los trabajadores americanos.
No obstante, a pesar de que Scaramucci desplegó todo su carisma y encanto en trasmitir el mensaje de Trump, no logró calmar la angustia de la elite global.
Los fantasmas por más que intenten equipararse a los vivos, no les alcanza para salir de las sombras y convertir el futuro en un espacio auspicioso y promisorio.
Sabemos hacia dónde se dirige EE.UU. y podemos entender, desde ya, la angustia de la llamada elite global.