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Secretaría de Gobernación de México carga con la falta de credibilidad de instituciones
Miércoles, Diciembre 2, 2015 - 13:20

La fuga del Chapo Guzmán puso en juego la credibilidad de las instituciones de seguridad durante el actual sexenio de Peña Nieto.

A mitad de los sexenios, la gobernabilidad ha sido puesta en duda en los últimos dos sexenios. Mientras en el gobierno de Felipe Calderón, el cierre de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro puso en jaque a la Secretaría de Gobernación en el manejo de la política interior del país, en el caso de la gestión del presidente Enrique Peña Nieto, con la conclusión del caso Ayotzinapa y la reaprehensión del narcotraficante Joaquín el Chapo Guzmán, la Segob se juega la credibilidad en las instituciones y en el gobierno.

Para Juan Francisco Torres Landa, a tres años del actual gobierno, la fuga del narcotraficante, en julio pasado, del penal de máxima seguridad del Altiplano, puso al descubierto las crisis que ningún gobierno ha podido superar: “Lo absurdo es que alguien suponga que no hay corrupción en el país; es la suma de corrupción a todos los niveles (...) la que pone de manifiesto todos los programas que hay en materia de corrupción, de inoperancia en el sistema penitenciario, en materia de inteligencia, de reacción de forma inmediata, de explicaciones francamente absurdas”.

La detención de grandes capos de la droga ha sido un éxito del actual gobierno, que de una lista de 122 objetivos, lleva capturados a más de 90% en los primeros tres años de gobierno, mientras que en el sexenio anterior apenas se lograron capturar a 26 líderes criminales.

Sin embargo, esas detenciones no han logrado una baja en la violencia. Hace seis años, el gobierno de Felipe Calderón terminaba el año más violento de su gestión. En el 2009 se cometieron 7,724 homicidios, una cifra nunca vista hasta entonces, pues tan sólo de enero a septiembre de este 2015, se contabilizaron 12,644 averiguaciones previas por homicidio doloso.

Hace seis años, a mitad de su gobierno, Calderón decretó la desaparición de Luz y Fuerza del Centro, lo que provocó una fuerte movilización del Sindicato Mexicano de Electricistas y polarizó a sectores de la sociedad. Para entonces, el gobierno de Calderón ya enfrentaba los costos políticos por las explosiones en el palacio de gobierno de Michoacán. A eso se añadía el accidente aéreo en el que murió el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y el incendio en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, donde 49 menores perdieron la vida. Todos esos temas pusieron al gobierno de Calderón en una crisis de gobierno, la misma que ahora enfrenta el gobierno del presidente Peña Nieto con los casos Ayotzinapa, la fuga de Guzmán, los hechos de Tlatlaya y Apatzingán, donde se acusan acciones extrajudiciales por parte de las fuerzas federales de seguridad.

Esos hechos han puesto en juego la credibilidad de las instituciones de seguridad.

Mientras Felipe Calderón mantuvo altos niveles de aprobación durante el sexenio (arriba de 60%), con la calificación más alta que registró en el 2009 (76%) y la más baja en enero del 2007 (47%), una encuesta ubicó este mes a Peña Nieto en niveles de aprobación de 4.9 puntos porcentuales.

Autores

El Economista (México)