DW habló con Bernardo Álvarez Herrera, secretario ejecutivo del Alba, sobre la crisis que atraviesa el país petrolero. Asimismo, dialogó sobre Petrocaribe, el esquema de cooperación venezolano, fue presentado en Bruselas.
-¿A qué se debe su visita a Bruselas y cómo evalúa su encuentro con el Servicio Europeo de Acción Exterior?
-La visita forma parte de una gira que hemos hecho a Europa. Visitamos Eslovaquia, Austria, Alemania, Bruselas y vamos hacia España. Se trata de que yo, como secretario ejecutivo del Alba y presidente de Petrocaribe, explique y presente los programas tanto del ALBA como de Petrocaribe y de establecer un vínculo con algunas naciones europeas y con la misma Unión Europea. Nos hemos reunido con los encargados de la cooperación regional de la la oficina de Desarrollo.
-Es decir, ¿hay una nueva perspectiva en la relación de cooperación entre la UE y Venezuela?
-Sí, estuvimos hablando sobre Haití. Venezuela a través de Petrocaribe tiene un amplísimo programa de cooperación con Haití. Y en el área de cooperación de la UE nos decían que ellos también tienen algunos programas allá. Así que propusimos, ¿por qué no nos encontramos en Haití? Ustedes ven nuestro trabajo en salud, educación, energía eléctrica, producción agrícola, vivienda. Y pueden participar con nosotros en algunos programas. La receptividad fue buena y hemos quedado en vernos pronto en Haití. Esto podría ser un buen comienzo, de un diálogo respuestuoso y productivo, pues tienen mucho interés en ver nuestros programas en América Latina y el Caribe.
-¿Cómo se ve actualmente la relación de producción de petróleo en Venezuela? Se lee que el país con mayores reservas de petróleo del mundo tiene que importarlo y esto llama la atención.
-En Venezuela ha habido un crecimiento económico muy alto. Y eso ha resultado en una creciente necesidad de combustible para las plantas eléctricas. Eso ha llevado a que tengamos a veces la necesidad de hacer algunas importaciones puntuales de algunos productos. Pero Venezuela es un país exportador y produtor neto.
-La composición del ALBA está a punto de cambiar con el ingreso de El Salvador, ¿también ingresa a Petrocaribe?
-Son dos organizaciones primas. Porque todos los países del ALBA con excepción de Bolivia y Ecuador son miembros de Petrocaribe. Con El Salvador hemos tenido un programa con las alcaldías que ya lleva algunos años, con Petrocaribe. Lo que ha anunciado ahora el gobierno de El Salvador es que quieren ingresar formalmente a Petrocaribe. Por supuesto estamos con los brazos abiertos esperando esa solicitud.
-¿Cuál es la perspectiva para Petrocaribe, teniendo en cuenta la crisis por la que atraviesa su país?
-La crisis nuestra no tiene que ver con eso. Hay una situación política en la cual esperamos que a través del diálogo, los actores puedan sentarse. Y hay una situación que ha afectado el manejo de las divisas. Y creo que se están tomando las medidas pertinentes para acortar la distancia que hay entre el dólar oficial y el dólar paralelo o libre. Pero no se olvide que todos los días del mundo Venezuela produce tres mil millones de barriles, entonces no hay un problema económico. En este año tenemos un presupuesto de divisas cercano a los 45 mil millones de dólares. Lo que ha habido por la situación de acercar los dos dólares, se ha tomado algunas medidas que han atrasado algunas importaciones, pero todo eso debe ir entrando a la normalidad en las próximas semanas.
En todo caso, Petrocaribe está aparte de eso: es un esquema de cooperación que está basado en una ayuda del financiamiento de parte de esa factura a largo plazo, para permitirles a los países un impacto menor. Y además permitirle algunos recursos para atender sus necesidades. De hecho, el ALBA y Petrocaribe han permitido que durante los años de crisis financiera del capitalismo, los países miembros no hayan dejado de crecer ni de mejorar en sus índices de desarrollo humano.
-Permítame enfocar la situación de protestas en Venezuela. La cifra de víctimas mortales no ha dejado de aumentar, se ha reconocido que ha habido violaciones a las libertades civiles y a los derechos humanos. ¿Cuál es la perspectiva? ¿Ha llegado el momento de una mediación internacional?
-No mediación, acompañamiento. Los cancilleres de Unasur están llegando a Venezuela a apoyar el proceso de diálogo que el gobierno ha adelantado. Lo que pasa es que en Venezuela se han mezclado las manifestaciones y demandas estudiantiles, algunas con justificación.
Pero en el medio de esas manifestaciones, ha habido sectores políticos radicales que han tratado de llevar este movimiento a motines sobre todo en sectores de la clase media. Ha habido muertes entre los manifestantes y también de la fuerza pública a manos de francotiradores. Ha habido grupos instigando esta violencia y lo importante es tratar de que todo el mundo esté de acuerdo en condenar todos los actos de violencia . El presidente ha abierto un proceso de diálogo político al cual están invitado los empresarios, las iglesias, los sindicatos, los artistas. Lo que queremos es que ese proceso de diálogo se mantenga y se pueden hacer planteamientos. Pero el planteamiento no puede ser que se vaya el gobierno, porque eso no tiene sentido. Para algo existen los tiempos institucionales.
-¿Y en esta situación, Venezuela puede llevar este diálogo a cabo sin mediación internacional? Hay quien piensa en el papa Francisco o en la presidenta del Brasil…
-Depende de qué entienda por mediación internacional. Quien solicitó la participación de Unasur fue el propio presidente de Venezuela. Hoy están llegando los cancilleres a Venezuela para apoyar el proceso de diálogo. Lo que toca en este momento es apoyar al gobierno en ese proyecto y a Unasur. Si hay alguna sugerencia el espacio para hacerlo es el que ha abierto el gobierno, ahora con la presencia de Unasur que creo que es una garantía para este proceso.