Para que sea aprobada la apertura del juicio político serán necesarios al menos 41 votos entre los 81 senadores, aunque todos los sondeos previos apuntan a que al menos 50 de los legisladores se inclinarán en favor del proceso.
Si se llevara a cabo un juicio político a Dilma Roussef, este tendría como primera consecuencia su separación del poder durante 180 días.
El presidente del Senado, Renán Calheiros, estableció este miércoles a las 10.00 hora local (13.00 GMT) los procedimientos que serán seguidos para una votación que se espera que concluya durante la madrugada de este jueves.
Para que sea aprobada la apertura del juicio político serán necesarios al menos 41 votos entre los 81 senadores, aunque todos los sondeos previos apuntan a que al menos 50 de los legisladores se inclinarán en favor del proceso.
Probable juicio político a Rousseff. Todo indica que eso ocurrirá, puesto que el número de senadores que ya declararon su voto favorable al enjuiciamiento, 50, es mayor que el mínimo necesario, 41, sobre un total de 81 legisladores.
A partir de ahora, y si eso se ratifica, la ex presa política, quien fue brutalmente torturada durante la dictadura militar (1964-1985), estará confinada a una suerte de limbo político por seis meses.
Durante ese tiempo, la mandataria de 68 años, nacida en Belo Horizonte el 14 de diciembre de 1947, quedará alejada del poder pero podrá seguir viviendo en la residencia presidencial, en Brasilia.
Rousseff lucha en solitario. Desde el Palacio de la Alborada, la ex guerrillera, hija de un poeta y empresario búlgaro y una maestra brasileña, deberá emprender su último combate para evitar la destitución. Para ello, debe lograr que el Senado, en una sesión prevista para septiembre, la absuelva de la acusación de haber manipulado resultados contables del Gobierno y abierto créditos extraordinarios sin pedir autorización al Congreso, prácticas que violan la Ley de Responsabilidad Fiscal.
Su lucha será en solitario. De la amplia coalición de apoyo que heredó en 2011 de su antecesor y padrino político, y que en 2014, cuando disputó la reelección, contaba con el respaldo de nueve partidos, hoy solo quedan tres aliados.
Juntos, el gobernante Partido de los Trabajadores (PT), el Partido Comunista de Brasil y el Partido Democrático Laborista (PDT) suman 15 senadores, poco más de la mitad de los al menos 28 votos que se precisan para que el Senado no la destituya en septiembre.