Los sirios reclaman al gobierno uruguayo que les expida un pasaporte que les permita dejar el país, algo que no les corresponde por ser extranjeros.
Las cinco familias sirias refugiadas en Uruguay, que emigraron por la guerra civil, quieren abandonar el país sudamericano y reubicarse en Líbano porque sostienen que no han tenido las oportunidades que les prometieron y no tienen futuro.
Los sirios reclaman al gobierno uruguayo que les expida un pasaporte que les permita dejar el país, algo que no les corresponde por ser extranjeros.
Aldees Maher, un sirio de 36 años, reclamaba enojado el lunes al mediodía junto a su numerosa familia, y sus pocas pertenencias, en la plaza céntrica ubicada frente a las oficinas del presidente de izquierda, Tabaré Vázquez, donde planea quedarse hasta obtener respuesta.
"Quiero volver al Líbano, no tengo miedo. Quiero un lugar que me asegure la vida a mí, a mi familia, a mis hijos", dijo Maher a periodistas con ayuda de un traductor, en representación de las 42 personas que llegaron en octubre al país sudamericano de 3,3 millones de habitantes.
Las cinco familias sirias forman parte del primer contingente de refugiados que arribó a Uruguay en el marco de un plan de apoyo a personas que escapan de la guerra civil, y está previsto que un segundo grupo de 80 personas desembarque en el país en el último trimestre del año.
Los refugiados sirios fueron alojados en viviendas en distintos lugares del interior del país y reciben apoyo económico del gobierno, mientras se promueve que encuentren trabajo y que los niños accedan a la escuela pública. También tienen garantizada asistencia de salud.
"No tengo oportunidad de trabajo para ganar dinero y mantener a la familia; el Líbano era más barato (...) Antes de venir, en la embajada nos dijeron que cada uno podía ganar 1.500 dólares", dijo Maher, quien ya intentó salir de Uruguay sin éxito y estuvo 20 días varado en el aeropuerto turco Ataturk de Estambul, donde no lo dejaron ingresar.
Los refugiados tienen un documento de identidad y viaje pero no pasaporte expedido por Uruguay, dado que no son ciudadanos naturales ni han vivido un mínimo de tres años en el país.
"Se les propuso un programa de acogida de dos años para insertarse en Uruguay. Si se quieren ir, pueden hacerlo, pero no depende de nosotros que otro país los acoja. No hay mecanismo, no tenemos forma", explicó a Reuters el director de Derechos Humanos de la Presidencia, Javier Miranda.
Pese a que el documento de identidad y viaje que les fue expedido está reconocido internacionalmente, terceros países pueden negarse a recibirlos, dijo el funcionario y alegó que ello escapa a lo que Uruguay pueda hacer.
Sanaa, una refugiada siria de 22 años, dijo a Reuters mientras cargaba a su hijo nacido en el país sudamericano: "Todo está mal en Uruguay. Este país es cansador y antes de venir nos mintieron, esto no es lo que nos dijeron. Queremos irnos".
La adaptación de los refugiados sirios fue difícil debido a las diferencias culturales entre ambas naciones. Uruguay, un país laico, tiene una comunidad musulmana pequeña, de unas 300 personas, que se ubica en su mayoría en la frontera con Brasil y está dedicada al comercio.