El empresario, aquel que grabó su apellido en muchos rincones de su país y hasta por los cielos gracias a su aerolínea, es más que una marca, es un político dispuesto a todo.
Donald Trump ganó la Presidencia de Estados Unidos. Algo que hace un año nadie pensaba fuera posible.
A sus 70 años de edad, este empresario inmobiliario, casado con una mujer 24 años más joven (su tercer matrimonio), hipersensible a la crítica y más que consciente de su imagen pública y personal, es el hombre más rico que haya buscado una candidatura presidencial en EU.
Y probablemente uno de los más egocéntricos y presuntuosos que hayan llegado a una actividad, que como la política, demanda mucho de eso.
Nacido el 14 de junio de 1946, Donald John Trump es hijo de Fred Trump, un empresario de bienes raíces que ganó cientos de millones de dólares con la construcción de proyectos habitacionales para la clase media en Brooklyn y Queens, suburbios del Nueva York de la posguerra. Pero que también enfrentó problemas por discriminación racial.
A su lado, Trump aprendió el negocio mientras estudiaba en las universidades de Fordham y luego de Pensilvania —en la famosa Wharton Business School—.
Después fue lo práctico: trabajar en las empresas de su padre. En esos años Trump, atleta estrella en la preparatoria, evitó ser reclutado en el ejército, con riesgo de ir a Vietnam, alegando problemas en un talón. El periódico neoyorquino Daily Mail dijo que era un rasguño.
The Washington Post, por su parte, elaboró una brutal nota comparativa: mientras su compañero republicano John McCain yacía preso con múltiples facturas en una celda en el Hanoi Hilton (un campo de prisioneros de guerra), Trump se trasladaba en las limosinas de su padre para ir a las discotecas de moda...
Y ahí está uno de los errores atribuidos a Trump, un hombre que por décadas ha obtenido lo que ha querido, que tiene una fortuna personal superior a los US$4 millones y que controla bienes estimados en US$9 millones.
En el marco de una controversia, Trump cuestionó la heroicidad de McCain durante la guerra de Vietnam.
McCain era piloto de un avión que fue derribado sobre lo que entonces era Vietnam del Norte. Capturado y maltratado, permaneció en cama por meses. Tuvo que aprender a caminar de nuevo y, sobre todo, se negó a ser liberado mientras hubiera otros prisioneros.
Trump dijo que él prefería otros que no hubieran sido capturados, y pareció sorprendido por la tormenta desatada, pero no se desdijo y acusó a los medios de distorsionar sus palabras.
Trato y llevo una vida en la que no tengo que pedir perdón a Dios. ¿Por qué tendría que pedir perdón si no estoy cometiendo errores? Trabajo duro, soy una persona honorable”, dijo.
De hecho, las polémicas han sido la norma de su campaña. Trump se presentó como aspirante a la candidatura republicana el 15 de junio, con un discurso en el que lanzó un brutal ataque a México y los inmigrantes de origen mexicano, a los que calificó de “violadores” y “asesinos”, y propuso construir una muralla en la frontera que fuera financiada por México. El discurso y su secuela de pérdida de contratos con empresas de origen latinoamericano y méxico-estadunidenses mostró a un Trump combativo.
Pero la verdad es que los temores sobre las consecuencias de sus posibles órdenes van de la peocupación de aliados europeos y asiáticos por la posibilidad de perder el apoyo militar estadunidense a la de países que como México y Canadá se preocupan por sus propuestas comerciales.
Hasta hace poco más de un año, Trump era una figura casi cómica; hoy es también un líder político capaz de desestabilizar incluso al sistema estadunidense.
Es multimillonario y quiere que el mundo lo sepa; es famoso y quiere seguir siéndolo. Su reputación le permite presumir de haber tenido las esposas más guapas (Ivana, Marla y Melania, que le dieron cinco hijos), los edificios más lujosos, el yate más grande, las residencias más espectaculares, una línea aérea, un casino... El apellido Trump está presente lo mismo en el legendario hotel Plaza (hoy Trump-Plaza) de Nueva York que en una marca de camisas.
El apellido, más bien la marca Trump, está en empresas hipotecarias (Trump Financial), de bienes raíces (Trump Sales and Leasing), restaurantes (todos en la torre Trump en Nueva York), una agencia de viajes en internet (GoTrump), una línea de ropa y accesorios para hombre (Trump Signature Collection) y hasta chocolates y juegos de tablero.
Ése es Donald Trump, próximo Presidente de EU.