Una y otra vez se posponen importantes decisiones para la protección internacional del clima. Pero, en 2020, el tema ya no admite demoras si se trata de que el Acuerdo e París sea realmente efectivo.
"El año que viene ya es realmente decisivo". Es una frase que a menudo suele escucharse para aludir al acuciante tema de la protección del clima. Sucedió algo así antes de la celebración de la cumbre climática de Copenhagueen 2009, donde se iba a llegar a un gran acuerdo internacional entre los 190 países. Finalmente, ese objetivo fracasó estrepitosamente.
En 2015 volvió a suceder algo parecido, pero esta vez tuvo éxito lo que años atrás había fracasado. En París se aprobó un acuerdo climático con objetivos individualizados para cada país, compromisos presupuestarios y mucho optimismo. Pero el texto no llegó a ser elaborado en detalle y, precisamente por ese motivo, 2020 será un año decisivo para la reducción de los gases de efecto invernadero.
La próxima conferencia sobre el clima se celebrará a finales de 2020 en la ciudad escocesa de Glasgow. Allí deberán confirmarse definitivamente algunos detalles que en 2015 quedaron vagamente esbozados. "2020 será un año clave para la protección del clima", dice Jochen Flasbarth, secretario de Estado alemán de medioambiente.
"Los Estados adheridos al Acuerdo de París deberán revisar primero sus objetivos y, si es posible, hacerlos más ambiciosos”. Esa ya es una tarea difícil, ya que aunque alrededor de 80 Estados ya han anunciado querer hacerlo, los países con emisiones más elevadas no están entre ellos.
Manos a la obra. Hace poco, la cumbre climática celebrada en Madrid estuvo a las puertas del fracaso por esta disputa, pero finalmente se logró llegar a un escuálido compromiso. Pero, en 2020, los países tienen que ponerse manos a la obra si quieren que el Acuerdo de París resulte realmente efectivo.
Hay expertos que estiman que, si los objetivos no son más ambiciosos, no solo no se lograría que el ascenso de la temperatura de la Tierra quedara limitado a dos grados, sino que, además, la temperatura se elevaría en más de tres grados.
En ese sentido, todas las miradas se dirigen hacia Europa. La nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha declarado la protección del clima como uno de los temas principales de su mandato.
Un primer paso ha sido el "Pacto Verde" europeo, que plasma los compromisos con la lucha contra el cambio climático y la apuesta por que Europa sea el primer continente en lograr la neutralidad en carbono en el año 2050. Es decir, emitir solo los gases de efecto invernadero que puedan ser compensados de otra manera. A ello debe sumarse el objetivo de recortar hasta 2030 las emisiones de gases en un 40 por ciento. Von der Leyen se plantea elevar este objetivo hasta entre el 50% y el 55%.
Para ello es necesario romper las reticencias de los países del Este europeo con una mayor dependencia del carbón: Hungría, Polonia y Chequia. Solo si Europa logra sus objetivos, le seguirán importantes países en desarrollo y emergentes.
Así lo ve Christoph Bals, de la ONG Fondo Mundial para la Naturaleza: "Nos encontramos en un punto de infexión”, dice Bals a DW. "Si logramos implementar de forma seria el ‘Pacto Verde' europeo, logrademos la colaboración de importantes países emergentes, como India, China, Sudáfrica, pero también, por ejemplo, Rusia, para implementar este Acuerdo”.
Europa debe ser pionera. Una cosa es segura. El movimiento juvenil "Fridays for Future", liderado por la escolar sueca Greta Thunberg, seguirá elevando la presión para que los países se tomen finalmente en serio los objetivos para la protección del clima. Thunberg acaba de ser declarada "persona del año” por la revista estadounidense Time.
Lisa Badum, diputada de Los Verdes en el Parlamento alemán, también apuesta por el movimiento de las huelgas de escolares y dice a DW: "En 2019 hemos visto a 7 millones de personas en las calles y ahora se trata de que eso se traduzca en actuaciones políticas. La UE debe ser pionera en ese sentido, China está a la espera e incrementará sus ambiciones”.
En la Conferencia de Madrid no llegó a hacerlo, aunque el gigante asiático es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo.