Las esperanzas de José Serra, de que se materializaría un escándalo de corrupción de último minuto para descarrilar a su oponente, la oficialista Dilma Rousseff, se apagaron este domingo cuando periódicos y revistas brasileños lanzaron varias acusaciones contra ella, pero sin mayores efectos.
Río de Janeiro. El candidato opositor a la presidencia de Brasil, José Serra, podría haber perdido este fin de semana la última gran oportunidad de recuperar terreno en la carrera presidencial.
Las esperanzas de Serra de que se materializaría un escándalo de corrupción de último minuto para descarrilar a su oponente, la oficialista Dilma Rousseff, se apagaron este domingo cuando periódicos y revistas lanzaron varias acusaciones contra ella, pero ninguna lo suficientemente grave como para alterar el resultado de las elecciones.
Mientras tanto, la decisión de Serra de realizar su último mitin este domingo en una de las zonas más caras de Latinoamérica, la playa Copacabana de Río de Janeiro, resumió su fracaso a la hora de atraer suficientes votos de la ascendiente clase trabajadora de Brasil y desconcertó aún más a sus más fervientes simpatizantes.
Con una desventaja de al menos 10 puntos porcentajes, según los más recientes sondeos antes del balotaje del 31 de octubre, Serra reveló un tono significativamente más agresivo en el mitin de Río de Janeiro, criticando a Rousseff y al oficialista Partido de los Trabajadores (PT) de "mentir permanentemente".
"Basta de estos escándalos", dijo Serra. "Se está volviendo difícil mantener la cuenta de todos ellos, hay tres o cuatro cada semana", añadió.
En realidad, un gran nuevo escándalo que implique directamente a Rousseff es la única alternativa que la queda a Serra para ganar las elecciones. El abanderado del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) no ha liderado ningún sondeo importante desde julio de este año.
Repunte de Rousseff. Rousseff, una funcionaria pública de 62 años y ex militante de izquierda, no logró obtener la mayoría necesaria para ganar los comicios en primera ronda el 3 de octubre y posteriormente su contendor disminuyó su ventaja en las encuestas hasta tan poco como cuatro puntos porcentuales.
Sin embargo, Rousseff parece haber cambiado exitosamente el foco de su campaña desde escándalos de corrupción y sus controvertidas opiniones sobre el aborto, al brillante legado económico de su popular ex jefe, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
El cambio parece haber reenergizado su base en la emergente clase media-baja de Brasil, que ha aumentado casi al doble en tamaño bajo la mezcla de políticas de mercado y programas de bienestar social de Lula, y ahora forma casi la mitad de la población.
Serra, un ex gobernador del estado de Sao Paulo de 68 años, ha mostrado a veces un escaso interés por ganar a esos votantes, concentrándose en las relativamente prósperas regiones del sur y del sureste.
Para el lunes sólo anunció un evento, además del penúltimo debate televisivo con Rousseff, que es una reunión en la Academia de Ciencia Brasileña en Sao Paulo.
Rousseff atrae a la clase trabajadora. Las matemáticas básicas en la elección también parecen estar alineadas en favor de Rousseff.
Un sondeo de Datafolha, la encuestadora más respetada de Brasil, divulgado este viernes mostró que Rousseff cuenta con el 50% de los votos, frente al 40% de Serra.
Si se descuentan los votos blancos o inválidos, como ocurre el día de las elecciones, el liderazgo de Rousseff se amplía a 12 puntos porcentuales.
Sólo un 6% de los que respondieron dijo estar indeciso. Eso significa que incluso ante la improbable posibilidad de que voten por Serra este domingo, el opositor aún tendría que ganar a millones de los votantes de Rousseff para vencer en los comicios.
Existen precedentes para una sorpresa: el apoyo a la jefa de Gabinete de Lula cayó precipitadamente en los 10 días anteriores a la primera ronda, pero ella ha tomado medidas para evitar algo similar esta vez.
Su compromiso por escrito para no cambiar las leyes sobre aborto en Brasil, que prohíben esa práctica en la mayoría de los casos, parece haber tranquilizado a los votantes religiosos que no sufragaron por ella en la primera vuelta, pero que están regresando, mostró el sondeo de Datafolha.
La ventaja de Rousseff en la región noreste, donde millones se han beneficiado de los programas sociales de Lula, subió en 5 puntos porcentuales frente al sondeo Datafolha de la semana anterior y ahora ella lidera en esa zona por significativos 37 puntos porcentuales.
Otras encuestas han mostrado tendencias similares.