Ante las crecientes brechas sociales, llaman al respeto de convenios internacionales. Y se proponen como interlocutores.
Sindicalistas de toda América Latina y el Caribe y de toda Europa se reúnen en Bruselas para enviar su mensaje hacia la cumbre de jefes de Estado y de gobierno UE-Celac que tendrá lugar en junio. El Comité Económico y Social Europeo (CESE) –órgano consultivo de las instituciones de la UE- alberga el encuentro.
“Nuestro principal mensaje a la cumbre UE-Celac es que debe entrar en vigencia lo establecido en la cumbre de Santiago de Chile: que las inversiones son bienvenidas siempre y cuando se sujeten a los planes de desarrollo de los pueblos”, dijo a DW Víctor Baez, secretario general de la Confederación Sindical de Trabajadores/as de las Américas (CAS).
“El problema es que tal vez los gobiernos no tengan la fuerza suficiente para enfrentar políticamente al poder fáctico que es el capital. Para eso no bastan los canales institucionales, debe profundizarse la democracia con una participación no sólo sindicalista sino de todos los sectores de la sociedad civil para apoyar una profundización política y democrática que sirva para enfrentar los intereses de los capitales”, agregó.
En un momento en que las medidas de austeridad no sacan a la crisis europea de la primera plana, los sindicatos de ambos continentes escriben con mayúsculas su papel de vigilantes de las conquistas laborales y sociales. Más aún cuando, en el marco de los acuerdos firmados con casi todos los países de la región se espera mayor comercio y mayores inversiones europeas.
Al crecimiento que esto conlleva para ambas regiones y al incremento del trabajo decente que prometen las fuentes oficiales y empresariales, los sindicalistas oponen la desigualdad en las Américas, sus 130 millones de trabajadores en la economía informal. También el desmantelamiento del estado de bienestar europeo.
Europa relanzó su diálogo social. “El aumento del trabajo precario, de los jóvenes en particular y las crecientes diferencias dentro y entre los países europeos, elevará la creciente hostilidad de trabajadores y ciudadanos”, afirmó en le plenario de la cumbre sindical Bernadette Ségol, secretaria general de la Confederación Europea de Sindicatos (CES).
“La Comisión Europea ha presentado el Plan Juncker que nos parece un paso en la dirección correcta, sin embargo es poco ambicioso en su propuesta de inversiones para relanzar la economía”, sigue la líder sindicalista subrayando la importancia de la inversión social. Hace pocos días, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, hacía un llamado a relanzar el diálogo entre empresarios y trabajadores, y subrayaba ante la prensa la importancia del sindicalismo. “La CES está convencida de que el diálogo social es el camino hacia soluciones justas”, dice Ségol.
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Defendiendo el sindicalismo. “El sindicalismo en Europa está sufriendo unos ataques descarados; los últimos gobiernos europeos no se han destacado por fortalecerlo. Sin embargo, no creo que estemos perdiendo”, afirma Báez.
“Siendo el sindicalismo europeo el menos débil globalmente y nosotros en las Américas siendo el segundo menos débil, debemos coordinar esfuerzos junto con otros africanos, asiáticos, para plantear una lucha global por un modelo alternativo, que no combata a los sindicatos. Es el modelo en sí al que le parece mejor un sindicato muerto a uno existente”, dice Baéz.
¿De mal en peor? Ejemplos preocupantes de ambos continentes no faltan: en aras de la competitividad europea que preconizan las cámaras empresariales, se cancelan contratos colectivos en Grecia, se detiene a sindicalistas españoles por ejercer su derecho a huelga. Criminalización de la protesta social en Ecuador, Perú, Honduras, asesinatos de líderes sindicales son los ejemplos que vienen de la otra orilla.
No obstante, “Europa que ha pasado dos guerras mundiales sabe que no puede seguir así, que hay que relanzar el diálogo y no en negociaciones con los gobiernos sino con la sociedad organizada”, dijo a DW Miguel Angel Edwards Ampudia, secretario general de la Central Sindical de Trabajadores de Panamá.
Edwards, que resalta que el crecimiento del 8% de la economía panameña no se ha revertido en la mayor parte de la población, resalta la importancia de acometer la tarea de reforzar la fiscalidad y la transparencia de los flujos de inversión. según Edwards Ampudia, con el desvío de fondos de las arcas nacionales hacia paraísos fiscales, también en Europa.
“Si quisiesen, ¿no cree que la UE -Francia, España, Alemania, Suiza- podría ayudarnos monitoreando los flujos?”, plantea como una de las canteras en donde tendrían que trabajar UE-Celac y la sociedad civil organizada; su formación y capacitación serían la base de su empoderamiento y la creación de espacios consultivos conjuntos –también en el marco de los acuerdos comerciales- una de las tareas a acometer.