Se espera que un contingente de al menos 500 policías mantenga separados a los pocos cientos que se espera acudan al acto de otros miles que participarán en una contraprotesta de personas que temen que el acto pueda convertirse en una plataforma para propaganda racista.
Cientos de policías vigilarán las calles de Boston el sábado para contener posibles actos de violencia en un mitin de "Libertad de expresión" en el que expondrán oradores de extrema derecha, una semana después de que una mujer murió en Virginia en una protesta de supremacistas blancos.
Se espera que un contingente de al menos 500 policías mantenga separados a los pocos cientos que se espera acudan al acto de otros miles que participarán en una contraprotesta de personas que temen que el acto pueda convertirse en una plataforma para propaganda racista.
Las autoridades cerrarán las calles para prevenir ataques como el que ocurrió en Charlottesville, Virginia, cuando un hombre con simpatías neonazis embistió con su auto a una multitud y de hechos similares en Europa por extremistas islamistas, el más reciente en Barcelona.
Tras los enfrentamientos en Charlottesville, las autoridades de Boston vetaron armas de cualquier tipo -incluyendo los palos que se usan para las pancartas- en el área de la manifestación y exigió la salida de los vendedores de comida del Boston Common, el parque más antiguo del país.
Los incidentes del sábado pasado en Charlottesville avivaron tensiones raciales que ya estaban inflamadas por las marchas de grupos de supremacistas blancos en actos por todo Estados Unidos.
Grupo de nacionalistas blancos se reunieron en la sureña ciudad universitaria para defender una estatua de Robert E. Lee, quien dirigió el ejército confederado, a favor de la esclavitud, durante la Guerra Civil de Estados Unidos, que terminó en 1865.
Un creciente número de líderes políticos estadounidenses han llamado a retirar los símbolos confederados. Activistas por los derechos civiles aseveran promueven el racismo mientras que defensores de los monumentos afirman que las estatuas son un recordatorio de su patrimonio.
La violencia de la semana pasada disparó además la mayor crisis nacional que ha visto el gobierno de Donald Trump, quien provocó molestia en gran parte del espectro político por no condenar inmediatamente a los nacionalistas blancos.