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Uruguay: José Mujica en la mitad del camino
Sábado, Agosto 11, 2012 - 18:00

Al cumplirse el mes 30 de los 60 que tendrá su gestión, se hacen las evaluaciones de esta primera etapa del gobierno del presidente uruguayo, quien se encuentra trabajando en la relación con Argentina, y empeñado en concretar al menos dos obras de largo plazo.

Un vaso por la mitad. Así está en agosto el gobierno del presidente de Uruguay, José Mujica, en el mes 30 de los 60 que tendrá su gestión.

Lo encuentra preocupado y ocupado en la relación con Argentina, y empecinado en concretar al menos dos obras fundamentales de largo plazo, y poder así mostrar realizaciones: el puerto de aguas profundas en Rocha y la planta regasificadora.

También con más tareas que logros en educación y seguridad, una aceptación cercana a 50% de la población, el viento a favor de la coyuntura económica todavía soplando, y un frente interno que destapa perfilismos de cara a las elecciones de 2014.

“No se puede usar el prepo y el acelerador, llevarse a todo el mundo por delante y hacer lo que a uno se le antoje. Una sociedad democrática está obligada permanentemente a la conciliación. Lo otro es pasar la aplanadora”, aseguró el presidente cuando en abril de este año, en una entrevista con la cadena CNN, le preguntaron por el ritmo de sus realizaciones.
Las comparaciones son odiosas y las reflexiones subjetivas.

A esta altura de su gobierno, Tabaré Vázquez (2005-2010) había concretado dos de las reformas más profundas de la izquierda, la tributaria y la de salud, y creado un ministerio (el Mides) para atender situaciones de pobreza extrema. Claro: se salía de una de las crisis más profunda de la historia y la coalición de izquierda, fundada en 1971, lograba por primera vez llegar al poder.

El actual presidente no corre con la ventaja de representar a todo el Frente Amplio –ganó en 2009 la primera interna de la izquierda en la que hubo una competencia real– y ahora, al entrar en la segunda mitad del tiempo que tiene para gobernar, la oposición se le aleja cada vez más.

El cúmulo de promesas y propuestas que salieron de la boca de Mujica parecen ensanchar su medio vaso vacío y lo obligan a exhibir más logros.

“No me asombra que Mujica pueda hacer mucho menos de lo que anunció el 1º de marzo (de 2010) y de lo que muchos todavía esperan de él. Lo que realmente me sorprende es que, pese a todo, se las haya ingeniando para ir dejando su huella”, dice el politólogo Adolfo Garcé en una columna que se publica en la página 5 de esta edición.

Hasta ahora, Mujica se adjudica haber podido levantar el corte sobre el puente General San Martín, que mantenían piqueteros argentinos en protesta por la instalación de la pastera UPM (ex Botnia). Es uno de los pocos frutos que pudo cosechar de su actitud de buen vecino con Argentina, que tantos dolores de cabeza le causa: desde trabas comerciales hasta choques por el dragado del canal Martín García.

Otro poroto se agrega con el fin de la “guerra de las patentes”, que se explica por su excelente relación con el Congreso de Intendentes, a pesar de la gran cantidad de jefes comunales blancos y colorados que lo integran. Con ellos, también pudo darle forma a su idea de generar regiones –por lo menos los convenció–, y sellar un acuerdo por el alumbrado público.

Aunque con polémica y críticas desde adentro y afuera de sus huestes, el presidente también logró poner en vigencia un impuesto a la concentración de la tierra, en busca de recursos para reparar la caminería rural, pero a la vez para cumplir con una de sus convicciones más arraigadas. También en esta mitad de gestión de Mujica se aprobó una ley que genera un nuevo esquema de asociación con privados, la participación público privada (PPP), con la cual pretende agilizar obras de importancia como cárceles y rutas. Sin embargo, ese instrumento aún no se utilizó. Varias semanas de estos 30 meses se fueron en discusiones por el pasado y la ley de Caducidad.

También en el período se puso en marcha el plan sociohabitacional Juntos, que funciona en Presidencia y pretende dar soluciones de vivienda a sectores necesitados, basado en las donaciones. Fue uno de los caballitos de batalla de Mujica en la campaña, pero ha fracasado, según explicaron días atrás sus responsables en el Parlamento, ya que el voluntariado que se esperaba no respondió, y la solidaridad que se descontaba, no era tal.

En cambio, desde que asumió hasta su mes 30, Vázquez concretó una serie de reformas en áreas clave de la gestión, como la tributaria y el nuevo sistema de salud. El primer día en el sillón, creó el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) que fue la plataforma para iniciar enseguida su programa de asistencia a pobres, el llamado Plan de emergencia. Se promulgaron varias leyes laborales, como la de “promoción” y “protección” de la libertad sindical”, aprobaron la ley de trabajo doméstico y se firmó con Estados Unidos un tratado de protección y promoción recíproca de inversiones, conocido como Tifa, por su sigla en inglés.

El período de Vázquez tuvo también acciones polémicas, como la aprobación de la ley de Humanización del sistema carcelario, por la cual se liberaron cientos de reclusos, lo que dio argumentos a la oposición para acusarlo –incluso hasta hoy– de irresponsable por la reincidencia que luego tuvieron los liberados. La medida surgió de la criticada gestión del ministro socialista de Interior, José Díaz, quien impulsó una administración sin apego a la represión y con una concepción sociológica de las causas.

Para el doctor en ciencia política y docente del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales, Antonio Cardarello, Mujica “debería” haber hecho “mucho más” de lo que hizo hasta ahora, “sobre todo respecto a las expectativas que se habían generado”.

“La mitad del período está resultando un mal punto del gobierno en general”, dijo el analista a El Observador. “Tiene que ver con el estilo de comunicación, porque al ser un presidente tan verborrágico y aparecer tanto en los medios, y proponer tantos temas, esto también lo expone a que, cuando tira tantas cosas arriba de la mesa y ninguna se resuelve, parece que la ineficiencia sea mayor”, agregó Cardarello.

¿Cómo medir la efectividad del gobierno hasta ahora?

En el verano de 2012, Mujica reunió a todos sus ministros y colaboradores más cercanos con la bancada de legisladores del Frente Amplio para establecer la agenda de prioridades para 2012. De allí surgieron 50 proyectos de los 12 ministerios de gobierno a implementar este año, algunos con propuesta legislativa. Pero hasta ahora ninguno se ha materializado.

A ello se suma que algunos de los buques insignia del presidente, como AFE, el sistema de cuidados y el plan Juntos, no cuentan con la financiación suficiente. Además, en el último mes le agregó otras 15 medidas para la seguridad, que sobrecargarán la actividad legislativa de la segunda mitad de la gestión.

Cuando el 1° de marzo se cumplían dos años de gobierno, los empresarios resultaron críticos de la lentitud del gobierno y Mujica les dio la razón. “Acá cuesta muchísimo articular. Hay que cumplir pasos jurídicos que son insoslayables y nos enlentece todo. Tienen razón si se quejan, pero el Estado no es una empresa privada”, dijo.

Sin luna y sin miel. La mitad del vaso medio lleno y la que está a medio llenar de la gestión del presidente, lo encuentran también en el peor momento de relación con la oposición. Lejos en el recuerdo quedó la luna de miel del inicio de su administración, cuando antes de comenzar, incluso, reunió a comisiones multipartidarias en áreas clave para lograr acuerdos en grandes puntos. Luego, en educación, por ejemplo, se logró un acuerdo nacional, promocionado con bombos y platillos, pero después se diluyó.

El líder blanco, Jorge Larrañaga (Alianza Nacional), quien aparecía como un interlocutor ideal para Mujica, pegó un portazo cuando vio que en la educación no había resultados. Con más énfasis, y en un ejercicio de disputa por el espacio más distante al gobierno, el sector del expresidente Luis Alberto Lacalle, Unidad Nacional, consideró “totalitarias” algunas actitudes del gobierno, y el grupo colorado de Pedro Bordaberry, Vamos Uruguay, cantó retruco y retiró sus delegados en los organismos públicos, enojado por una ironía de Mujica.

EN EL DEBE:

Seguridad: Nunca tuvo una solución drástica y clara para el problema que más le preocupa a los uruguayos. En junio de este año, lanzó un paquete de medidas que hoy están en debate.

Educación: Pareció alentador el acuerdo con todos los partidos en el verano, que luego cayó. Los resultados en la materia no son los esperados, a pesar del histórico presupuesto.

Obras: Mujica pretende encaminar el puerto de aguas profundas en Rocha y la planta regasificadora.

Ferrocarril: Había dicho el presidente que una de las revoluciones más grandes de su gobierno iba a ser la reconversión de AFE. Para ello apuró un nuevo formato de la empresa, pero de avances concretos, poca cosa.

Reforma del Estado: Cuesta medirla en hechos, pero uno será el estatuto del funcionario público.

EN EL HABER

Turismo: Con el piquete levantado, el turismo explotó en 2011 y alcanzó cifras récord, con una recaudación de US$ 2.171 millones (4,6% del PIB), y 2.960.155 visitantes (58,2% argentinos).

Patente: Fruto de su gran relación con los intendentes, y a pesar de lidiar con líderes de distintos pelos políticos, logró unificar el cobro de patente de rodados, una misión que parecía imposible.

Organismos: Cuando todavía estaba viva la luna de miel con la oposición, el gobierno pudo renovar la integración en los organismos de contralor, como el Tribunal de Cuentas y la Corte Electoral.

PPP: La nueva ley de obras es otra de las realizaciones concretas de Mujica, aunque en el gobierno haya críticas por el ritmo del avance.

IVA: Quienes reciben asistencia monetaria del Estado pueden descontar el IVA comprando con tarjeta de débito.

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