Además de la lealtad al propio Andrés Manuel López Obrador, conocido por su acrónimo AMLO, el diverso grupo está unido por poco más que la oposición al statu quo y al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Ciudad de México. - En su tercer intento consecutivo por ganar la presidencia, el izquierdista mexicano Andrés Manuel López Obrador ha forjado una variopinta coalición electoral y, con el triunfo a su alcance, debe resolver cómo mantenerla unida.
El exalcalde de Ciudad de México de 64 años, a quien las encuestas dan una amplia ventaja de cara a las presidenciales del 1 de julio, tendrá que equilibrar los intereses de los nacionalistas económicos de izquierda, los liberales progresistas y los conservadores religiosos.
Además de la lealtad al propio López Obrador, conocido por su acrónimo AMLO, el diverso grupo está unido por poco más que la oposición al statu quo y al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
López Obrador ha pasado gran parte de su larga carrera política denunciando la corrupción, el fraude electoral y la mala gestión económica por parte del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de Acción Nacional (PAN) de centroderecha, que se mantuvo en el poder entre el 2000 y el 2012.
Sin embargo, a una semana de los comicios, decenas de exmiembros de los dos partidos están alineados con él, atrayendo a una amplia franja del electorado, pero creando una plataforma divergente sin un claro centro de equilibrio político.
“El elemento cohesionante en toda esta mezcla, en toda esta diversidad de elementos y de pensamientos, sin duda alguna es Andrés Manuel López Obrador”, dijo Abraham González, un exviceministro del Interior del último gobierno del PAN que ahora apoya a López Obrador.
“Por lo tanto su actuar, su capacidad para poder encontrar los puntos comunes de alineamiento, son fundamentales”, agregó.
Hasta el momento, López Obrador ha mantenido a raya el posible conflicto dentro de su alianza al adoptar posturas ambiguas sobre temas polémicos como el aborto, el matrimonio homosexual y la liberalización económica.
Aún así, el próximo presidente de México enfrentará un comienzo más desafiante que sus predecesores. Los asesinatos están en niveles récord, el peso está cerca de mínimos históricos frente al dólar y se está gestando una guerra comercial con Estados Unidos.
Pero Trump podría serle útil. Si el líder estadounidense se mantiene hostil, insistiendo en que su vecino debe pagar por su propuesta de un muro fronterizo entre ambos países y tratando de repatriar empleos a Estados Unidos, podría ayudar a López Obrador a controlar las divisiones sobre cómo hacer avanzar a México.
“Si Trump continúa en el camino que está tomando, fácilmente podría ayudar a López Obrador a acercar al país”, dijo Andrés Rozental, un exviceministro de Relaciones Exteriores.
“Estrictamente electoral”. Las encuestas sugieren que AMLO podría ganar el doble de votos que su rival más cercano, el exlíder del PAN Ricardo Anaya, quien está luchando por el segundo lugar con el exministro de Finanzas del actual gobierno, José Antonio Meade.
Después de su derrota en el 2012, López Obrador se apartó del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) y formó el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que está en camino a convertirse en la mayor fuerza en el Congreso.
Construido alrededor de López Obrador, Morena entabló una alianza electoral con el izquierdista Partido del Trabajo (PT) y el conservador Partido Encuentro Social (PES) para los actuales comicios.
Pero la alianza con el PES encontró resistencia de varios partidarios tradicionales de López Obrador en la izquierda, incómodos por aliarse con un conglomerado que está en contra del aborto.
Aaron Lara, un miembro de alto rango del PES, dijo que la alianza es “estrictamente electoral” y admitió que era probable que su partido votara de forma diferente a Morena en el futuro “porque nuestras convicciones son distintas a las de ellos”.
Excluyendo los votos con el respaldo de todos los partidos, en la actual legislatura el PES casi siempre votó con el PRI y en contra de Morena hasta que la alianza se anunció en diciembre de 2017, según registros de la Cámara baja.
Invasión del PRI. Las alianzas electorales y la entrada de los exmiembros del PRI y del PAN a Morena han provocado protestas de los devotos.
En el estado fronterizo nororiental de Tamaulipas, que durante mucho tiempo fue un bastión del PRI y del PAN, muchos candidatos de Morena tienen vínculos con los dos partidos tradicionalmente dominantes.
El candidato a la alcaldía de Reynosa, la ciudad más grande de Tamaulipas, es un exmiembro del PAN y cuñado del actual gobernador del estado, integrante del partido. Los contendientes de Morena en las ciudades de Nuevo Laredo, Matamoros y Tampico provienen del PRI.
Omar Salomón, activista de Morena en Ciudad Mante, en el sur de Tamaulipas, dijo que la “imposición” de candidatos había ido demasiado lejos.
“Estamos invadidos de priístas”, dijo, calificando al PES como un partido de “ultraderecha”. Salomón dijo que votaría por López Obrador, pero no por los candidatos de Morena para el Congreso ni para la alcaldía de Ciudad Mante.
López Obrador acusó al PAN de manipular el voto para robarle la presidencia en el 2006, sin embargo, sus partidarios ahora incluyen al hombre que entonces era presidente del partido.
También tiene el respaldo de un exministro del Interior del PRI que supervisó las elecciones de 1988, cuando ganó Carlos Salinas, un hombre al que a menudo describe como el archivillano de la política mexicana.
Al igual que muchos miembros de Morena, incluido López Obrador, Salomón se opuso a la reforma energética del presidente saliente, Enrique Peña Nieto, que abrió la industria del petróleo y el gas al capital privado.
Sin embargo, Alfonso Romo, uno de los principales asesores económicos de AMLO, dijo que el político no anulará la reforma. Dentro de los nuevos legisladores de Morena hay quienes votaron a favor de la histórica medida cuando militaban en el PRI y el PAN.