Glas viajó a Beijing para cerrar las negociaciones del financiamiento de la Refinería del Pacífico y promover nuevos proyectos que llevarán al Ecuador hacia un proceso de revolución industrial acelerado.
Ya perdió la cuenta del número de veces que ha ido a China, ni con cuántas autoridades se ha reunido. Deja escapar una risa complaciente cuando se le dice que es tal vez el hombre del gobierno ecuatoriano que más experiencia tiene en negociaciones con chinos, “el hombre de los contratos millonarios”, como algunos de sus coidearios lo llaman en voz baja.
Desde que era ministro, Jorge Glas comenzó a tejer esas relaciones –o guanxi, como se dice en chino- que son tan importantes en el país asiático. Él sabe bien los códigos que los chinos manejan, por ejemplo, que las decisiones se toman durante la cena y que darle la palabra a alguien es un compromiso más fuerte que un papel firmado. Para una representante de la empresa china CAMC Engineering que participa en el proyecto ECU-911 en Ecuador, “da mucha tranquilidad saber que un hombre con quien ya negociamos hace tiempo, está ahora en un cargo más importante”. Ella asistió al foro “Ecuador crece” organizado en enero por el Consejo Chino para el Fomento del Comercio Internacional (CCPIT, por sus siglas en inglés) y la Oficina Comercial de Ecuador en Beijing, aprovechando la visita del vicepresidente. Él habló durante más de una hora sobre los resultados económicos y sociales conseguidos desde el 2007 por el gobierno de Rafael Correa.
Además hizo algunos anuncios: “ya tenemos las mejores carreteras de Latinoamérica, pero este año vamos a comenzar a construir superautopistas”, “estamos estudiando diez proyectos hídricos para mitigar inundaciones y garantizar riego en el sector agrícola”, “recientemente hemos descubierto casi 300 millones de barriles adicionales en un campo maduro, estamos negociando con una empresa china una operación petrolera de crudo pesado que representa importantes desafíos tecnológicos, el bloque 20 conocido como Pungarayacu que tiene casi 1000 millones de reservas de crudo pesado”, también “estamos planificando la construcción de dos hidroeléctricas más a mediados del próximo año”.
Los megaproyectos. Desde que fue escogido como binomio presidencial de Rafael Correa, se sabía que la experiencia de Glas en las negociaciones con chinos había sido un factor decisivo.
En junio de 2010, Glas, entonces ministro coordinador de Sectores Estratégicos viajó a Beijing para firmar un acuerdo con el Banco de Importaciones y Exportaciones de China (Eximbank) por el crédito financiero de US$1700 millones para la hidroeléctrica “Coca Codo Sinclair”. En 2011, suscribió un nuevo crédito para el proyecto “Sopladora”. Y en 2012, lideró la concesión del proyecto minero “Mirador” a la empresa china Ecuacorriente.
Para entonces ya habían arrancado las negociaciones de la Refinería del Pacífico, aunque todavía de bajo perfil. Hoy el acuerdo está prácticamente cerrado, según el mismo Presidente Correa ha declarado. Aunque, inicialmente, se dijo que costaría unos US$12.500 millones, hoy las autoridades hablan de una optimización en los costos y afirman que el proyecto implicará una inversión de US$10.000 millones. En cuanto a la participación accionaria, la empresa China National Petroleum Corporation (CNPC) tendrá el 30%; Petróleos de Venezuela (Pdvsa), el 19%; y Petroecuador, el 51%.
Durante su gira por China, Glas fue prudente. “En abril es el cierre definitivo de la captura de financiamiento y de participación accionaria. Estamos en la fase final de esa estructuración financiera. Es un proyecto de más de US$10.000 millones, así que tiene sus complejidades, pero vamos por buen camino. Además estamos negociándolo con el Banco Comercial e Industrial de China (ICBC)”. Los detalles del financiamiento aún no se los conoce.
Con la concreción de la Refinería, Ecuador se convierte en uno de los países latinoamericanos que más negociaciones ha logrado cerrar con los chinos. ¿Cuál es la clave?
“Establecer una relación de mutua confianza. Yo marcaría como un hito la primera negociación para la construcción de la hidroeléctrica ‘Coca Codo Sinclair’. En esa negociación, Ecuador demostró que puede presentar proyectos serios, sustentados de forma técnica, con viabilidad económica y que podemos ejecutarlos”, respondió Glas.
Una revolución industrial acelerada. “Ecuador ha traído una cartera de proyectos que alcanzan los US$28.000 millones en este periodo de gobierno (2017). Entre esas oportunidades ya no solo hay proyectos en el área de energía y en construcción de infraestructura, sino que Ecuador está apostando por un proceso de industrialización acelerada. El gobierno ha decidido invertir en determinadas industrias pesadas y básicas en donde China tiene mucha experiencia como la siderúrgica, la de fabricación de barcos y astilleros, la metalúrgica, la industria del aluminio, la refinación de cobre y la industria farmacéutica”, dijo Glas.
Algunos de esos proyectos son una planta de urea que requerirá una inversión de US$1.400 millones; una planta siderúrgica, por US$480 millones; una refinería de cobre capaz de procesar 600.000 toneladas al año, por US$700 millones. Además de cuatro plantas petroquímicas.
Y en todo eso se espera la participación de empresas chinas que ya son más de 70 en Ecuador, según Wang Jifei, presidente del CCPIT. En el mismo foro, para persuadir a los empresarios asiáticos, el ministro coordinador de Sectores Estratégicos, Rafael Poveda, subrayó: “China tiene una ventaja, nuestra normativa nos permite establecer relación directa, sin licitaciones, con empresas públicas cuando se trate de proyectos estratégicos”. Por su lado, Glas declaró que “Ecuador debe tomar como ejemplo el proceso de industrialización de países amigos como China”. Sin embargo, ese proceso le ha costado al gigante asiático un alto precio en el tema ambiental.
Sobre eso, el vicepresidente responde: “El desarrollo tecnológico es muy distinto ahora de lo que fue hace 35 años cuando China comenzó su proceso de industrialización. Indudablemente, cuando uno habla de aprender experiencias de países amigos, estamos hablando de aprender las experiencias positivas y tener muy en claro los errores o las dificultades que tuvieron en ese proceso. El Ecuador tiene un marco jurídico muy estricto en controles ambientales, es el único país del mundo que en su Constitución reconoce derechos a la naturaleza, sabemos que toda actividad humana tiene un impacto ambiental, por eso aplicamos la mejor tecnología para minimizarlo, así que no vamos a repetir los errores del pasado”.