Nicolás Maduro afirmó: "Vete bien lejos de aquí, Fedecámaras. Aquí hay un gobierno revolucionario que va a seguir persiguiendo el acaparamiento y la maldad que ustedes encabezan, con sus intrigas y sus mentiras".
El vicepresidente venezolano atacó este sábado a los líderes empresariales del país, asegurando que buscan desestabilizar la nación petrolera mientras el mandatario Hugo Chávez lucha por recuperarse de una cirugía por un cáncer.
Chávez no ha sido visto en público desde que fue operado hace más de un mes en Cuba, y su designado potencial heredero político, Nicolás Maduro, ha tomado un rol cada vez más visible como la cara del gobierno de la nación miembro de la OPEP.
Maduro -quien es acusado por la oposición de estar encargado de una economía que sufre una inflación de 20% anual y un constante desabastecimiento, que según las autoridades es culpa de los especuladores-, aseguró que las denuncias son parte de una campaña maliciosa contra el proyecto socialista de Chávez.
La principal agrupación del sector privado, Fedecámaras, se quejó la semana pasada de la necesidad urgente de enfrentar los crecientes desequilibrios económicos, que a su juicio son ocasionados por la inseguridad, la inestabilidad y las políticas erróneas. Esto provocó una severa respuesta de Maduro.
"La gente de Fedecámaras son una cúpula aislada, derrotada", dijo Maduro durante un recorrido televisado por un mercado que vende alimentos subsidiados por el Estado.
"Vete bien lejos de aquí, Fedecámaras. Aquí hay un gobierno revolucionario que va a seguir persiguiendo el acaparamiento y la maldad que ustedes encabezan, con sus intrigas y sus mentiras", sostuvo. "Es una guerra psicológica para desmoralizar y confundir a nuestro pueblo".
En ausencia de Chávez, Maduro, un ex chofer de autobús que fue además canciller, ha venido cambiando sus trajes por conjuntos deportivos parecidos a los que usa Chávez. Sin embargo, ha debido luchar por replicar el poderoso carisma popular del presidente que lleva 14 años en el poder.
Decisiones en suspenso. Las grandes decisiones de política parecen estar en suspenso mientras Chávez, de 58 años, lucha por recuperarse tras su cuarta operación por un cáncer en la zona pélvica en menos de un año y medio.
Eso incluye la incógnita sobre la devaluación del bolívar, que economistas locales dicen que ha venido siendo postergada por mucho tiempo.
Una devaluación incrementaría los ingresos petroleros del Estado, pero también aumentaría los precios. A fines de 2011, el Gobierno de Chávez extendió los controles para regular precios de productos que van desde la carne hasta los desodorantes, y puso límites a los márgenes de utilidad.
Eso mantuvo los precios a raya durante 2012, a pesar de un incremento del gasto gubernamental en planes sociales que ayudó a Chávez a ganar en octubre pasado un nuevo mandato presidencial y llevó a los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) a conquistar 20 de las 23 gobernaciones del país en las elecciones de diciembre.
Una devaluación también apaciguaría la salida de capitales, y aseguraría que los comerciantes tengan dólares para importar productos básicos como harina de trigo, los que han desaparecido esporádicamente de las estanterías en las últimas semanas.
Mientras el tiempo pasa sin noticias del normalmente locuaz Chávez, Maduro y otros altos funcionarios han exigido a los críticos respetar la salud del presidente, al tiempo que esperan que el mandatario mejore lo suficiente como para volver pronto a casa.
El ministro de Información, Ernesto Villegas, dijo a un canal de televisión que la situación le recordaba los dramáticos eventos de 2002, cuando Chávez volvió después de un golpe de Estado que lo mantuvo brevemente fuera del poder.
"Así le puede pasar otra vez amigos y amigas", dijo Villegas. "Hay quienes se molestan porque uno lo repite: el presidente Chávez está vivo y dando una batalla", sostuvo.