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Violencia entre pandillas de Río de Janeiro deja marcas duraderas en familias de las víctimas
Martes, Octubre 2, 2018 - 13:22

La violencia en Brasil ha crecido y cada vez son más las víctimas inocentes atrapadas en el fuego cruzado. La inseguridad generalizada se ha convertido en un tema clave para la próxima elección presidencial del 7 de octubre y ayuda a explicar el auge del candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro.

Río de Janeiro. En la mañana del 8 de abril, Eduarda Lopes, de 12 años, vio cómo su madre, Valdilene da Silva, fue alcanzada por una bala perdida en el barrio de Manguinhos en Río de Janeiro. Ella es una de las innumerables víctimas inocentes de la creciente violencia de pandillas en la ciudad.

Mientras yacía moribunda en un charco de sangre, Silva utilizó sus últimos suspiros para decirle a su hija que corriera y se escondiera, pero a pesar de su miedo a ser asesinada, Lopes se quedó junto a su madre.

“Esperé a su lado hasta el último momento”, contó Lopes a Reuters, mientras las lágrimas corrían por su rostro.

“No podía soportarlo”, dijo Lopes cuando vio el cadáver de su madre en la tarde de ese día. “La vi acostada allí y parecía una muñeca, dormida. Lo único que pude llevar conmigo fueron los aretes que ella tenía puestos”.

La violencia en Brasil ha crecido y cada vez son más las víctimas inocentes atrapadas en el fuego cruzado. La inseguridad generalizada se ha convertido en un tema clave para la próxima elección presidencial del 7 de octubre y ayuda a explicar el auge del candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro, que quiere suavizar las leyes de tenencia de armas y luchar contra las pandillas violentas.

El estado de Río de Janeiro registró más de 4.500 asesinatos durante los primeros ocho meses de 2018, un 6% más que en el mismo período de 2017.

Según datos oficiales, entre enero y agosto de 2018 murieron más de 1.000 personas en enfrentamientos con la policía en el estado, un aumento de más del 50% con respecto al mismo período del año anterior. Las autoridades dicen que los asesinados son en su mayoría presuntos miembros de pandillas de narcotraficantes, aunque críticos sostienen que también hay personas inocentes.

En marzo de 2017, María Eduarda Alves, de 13 años, asistía a una clase de educación física en su escuela del vecindario Pedreira de Río cuando sonaron los disparos. Mientras los profesores trataban de llevar a los estudiantes de regreso a las aulas, Alves recibió una herida fatal.

Dos policías fueron acusados ​​del asesinato de la niña. Un video de un teléfono celular, subido a las redes sociales y filmado por alguien que se encontraba cerca de la escuela, mostró también a los efectivos ejecutando a dos supuestos pandilleros que habían resultado heridos durante el tiroteo.

“Todavía no estoy bien. Todavía siento (...) mucha tristeza”, dijo su madre, Rosilene Alves, vestida con una camiseta con la frase “Vibración positiva”, mientras señalaba el agujero que dejó la bala que perforó la entrada de la escuela y mató a su hija.

“La vida continúa, pero no es fácil”, enfatizó.

Alda Rafael Castilho, una oficial de policía de 27 años, fue asesinada cuando unos asaltantes atacaron su estación de policía en el violento barrio de Penha en 2014.

“Esto no termina”, dijo su madre María Rosalina Rafael da Silva, de 65 años. “Los jóvenes se están muriendo, las familias están siendo destruidas. Y puedo decir eso porque he sido destruida”.

Autores

Reuters