El final de las multitudinarias sentadas llegó hoy con el desalojo de su punto neurálgico, en el barrio de Admiralty, donde cientos de activistas permanecieron en el campamento, desafiando las advertencias policiales y dejando claro que esto sólo ha sido el principio.
Hong Kong/Pekín. Mientras un ejército de policías se afanaba este jueves en desmontar el refugio de la "revolución de los paraguas" de Hong Kong, los manifestantes coreaban un lema: "Volveremos". Este jueves se puso fin a la ocupación masiva de las calles, pero ha despertado una generación que mantendrá sus reclamos de democracia.
Algunos líderes como el joven Joshua Wong, cabeza visible de la agrupación de estudiantes de secundaria Scholarism, insistían en que continuarán con las manifestaciones, a pesar de que, tras 75 días de protesta sin descanso, no hayan conseguido ni una concesión del gobierno que acerque su objetivo: elecciones libres en la región.
El final de las multitudinarias sentadas llegó hoy con el desalojo de su punto neurálgico, en el barrio de Admiralty, donde cientos de activistas permanecieron en el campamento, desafiando las advertencias policiales y dejando claro que esto sólo ha sido el principio.
En la recta final de la ocupación callejera, las diferencias entre los líderes del movimiento comenzaron a ser cada vez más evidentes, entre los más radicales, que comenzaron una huelga de hambre a la que pusieron fin a los cuatro días, y los más moderados, entregándose a las autoridades.
"El movimiento está dividido y puede que hoy hecho trizas. Tiene que tomar otras formas si quiere sobrevivir", opina Jean-Pierre Cabestan, profesor de la Universidad Baptista de Hong Kong.
Y en ello se debatían este jueves los cientos de miles de manifestantes que acudieron por última vez en masa a Admiralty. Entre ellos, los más jóvenes apostaban por seguir la lucha en las calles con huelgas estudiantiles, boicots en el Parlamento local o llamando a la gente a saturar zonas comerciales como se ha hecho estos últimos días en el barrio de Mong Kok, el primero en ser desalojado.
No obstante, y a pesar de que se auguren nuevas movilizaciones, expertos como Cabestan destacan que el arma principal en la nueva fase de la revolución será "la política".
"Los legisladores democráticos deben estar más unidos que nunca", incide el profesor.
Junto a la Federación de Estudiantes, Occupy Central y Scholarism, los legisladores democráticos también han sido parte propulsora del movimiento, por lo que Cabestan y otros expertos consideran que el Parlamento hongkonés podrá ser un buen lugar de "batalla" futuro.
Fernando Cheung, vicepresidente del Partido Laborista de Hong Kong y parlamentario local, es consciente del protagonismo que ahora tienen: "tenemos que conseguir formar un frente común, dentro y fuera del Parlamento, es nuestro momento", aseguró a Efe poco antes de ser detenido este jueves en el desalojo de las protestas.
La presión ahora en los partidos liberales es más fuerte que nunca, y lo seguirá siendo hasta la próxima primavera, cuando la propuesta de reforma electoral planteada por China que incendió estas protestas pasará a ser debatida y aprobada por el Parlamento hongkonés.
Pekín ya se ha apresurado en advertir que, si no sale adelante la reforma electoral aprobada en agosto -que todos los hongkoneses tengan derecho a votar, si bien a un pequeño número de candidatos preseleccionados por un comité de 1.200 miembros afín al régimen-, los ciudadanos de Hong Kong perderán su voto.
"El guante está ahora en la arena política. El gobierno tiene en sus manos la posibilidad de suavizar esa polémica reforma electoral (...) Ver, por ejemplo, quiénes pueden formar parte de ese exclusivo comité de 1.200 miembros que elegirán a los candidatos", argumenta Mike Rowse, de la Universidad China de Hong Kong.
Para conseguir hacer presión, el politólogo Willy Lam, de esa misma universidad, considera que todos los bandos "tendrán que crear una plataforma multisectorial", y se muestra seguro de que el gobierno central cederá en algún punto.
"Pekín está ganando la batalla pero está perdiendo la guerra en Hong Kong", asegura por su parte el reconocido abogado de derechos humanos Teng Biao, en referencia a la generación política que se ha levantado y cuyas ansias de democracia no serán acalladas con represión.
Y es que la conciencia democrática ya se ha implantado en la mayoría de sectores de la sociedad hongkonesa gracias a la revolución de los paraguas.
"Estos más de dos meses han sido un despertar social", resume a Efe Albert Li Sau-Sang, presidente de la Confederación sindical de Institutos Terciarios de Hong Kong, quien se mostró seguro de que los más jóvenes, a quienes algunos ya ven como los futuros políticos de la isla, serán quieren lideren el cambio: "Ha sido un placer haberles visto estos meses preparándose para ello".