Correa, una de las figuras más activas y prominentes de un bloque regional de líderes socialistas, quiere prohibir las corridas por medio de un referendo que se efectuará en los próximos meses. El mandatario dice que la medida busca respetar las protecciones ambientales consagradas en la nueva Constitución.
Quito. La sangre brota a borbotones de una herida que abrió el hombro izquierdo de un toro, mientras los alaridos del matador se mezclan con los gritos en contra del presidente de Ecuador.
La política ha llegado a la Plaza de Toros de la capital ecuatoriana, que alberga uno de los festivales taurinos más importantes de América Latina, después de que el presidente Rafael Correa decidió prohibir la tradición que divide opiniones aquí y en todo el mundo.
Correa, una de las figuras más activas y prominentes de un bloque regional de líderes socialistas, quiere prohibir las corridas de toros por medio de un referendo que se efectuará en los próximos meses.
El mandatario dice que la medida busca respetar las protecciones ambientales consagradas en la nueva Constitución de la nación andina.
Pero una multitud de varios miles de personas, que se reunieron en la Plaza para una reciente noche de toros organizada para protestar contra el referendo, no estuvo de acuerdo.
"¡Con o sin Correa, habrá toros en Quito!", gritaron mientras un toro echaba humo de la nariz, en una noche fría característica de la capital ecuatoriana ubicada a 2.850 metros sobre el nivel del mar.
Combinado con el tradicional "¡Ole!" de los matadores cuando usan la capa y la espada para agotar al animal, la multitud expresó su enojo contra Correa por su intento de poner fin a lo que llaman una importante tradición cultural.
"¡Vas a aprender, Correa!", exclamó un espectador ante los vítores de la multitud, mientras el toro, llamado "Libertad", caía de rodillas tomando su último respiro. "Abajo Correa!", gritó otro.
Las corridas de toros, que algunos consideran un arte pero otros condenan como un rito cruel, fueron declaradas ilegales en la región de Cataluña, en España, luego de una campaña de grupos defensores de los animales en el 2010.
Lucrativa atracción turística. Activistas locales como Douglas Paredes, portavoz del grupo Ecuador por la Vida, dicen que las corridas se llevan a cabo con un especial interés económico que por cultura o tradición.
Cientos de miles de dólares de ingresos tributarios de la ciudad de Quito provienen del festival de toros "Fiesta Brava", que dura nueve días y se celebra cada diciembre en honor a las fiestas capitalinas.
"La tauromaquia no es un arte", dijo Paredes. "Lo único que están protegiendo son los intereses económicos", agregó.
Los aficionados disienten de forma virulenta con esa afirmación y apuntan a las profundas raíces culturales e históricas de las corridas de toros.
"Esto es parte de la cultura mixta de Ecuador. Somos en parte indígenas y en parte españoles. De España hemos obtenido nuestra lengua, nuestra religión, nuestros apellidos y tradiciones como las corridas", dijo el concejal de Quito, Marco Ponce, a Reuters.
La controversia en torno a la práctica es parte de un amplio debate que está encendiendo las pasiones políticas de cara al referendo.
La principal intención de Correa a través de la votación, que incluirá 10 preguntas, es lograr cambios constitucionales con el fin de fortalecer el sistema judicial. Sin embargo, sus críticos argumentan que los cambios van dirigidos a extender los poderes del mandatario a otras funciones del Estado.