Con la decisión tomada hace unas semanas de los equipos de rescate de abandonar las tareas de hallazgo de sobrevivientes y una menor intensidad en la búsqueda de cadáveres, el país intenta ahora ponerse de pie e iniciar su millonaria reconstrucción.
Santiago. Camino almalogrado aeropuerto de Santiago, acopios de escombros crecen cada díaen señal de que la capital de Chile intenta sacudirse del polvo yruinas dejadas hace un mes por un devastador terremoto, y variostsunamis en el centro y sur del país sudamericano.
Con la decisión tomada haceunas semanas de los equipos de rescate de abandonar las tareas dehallazgo de sobrevivientes y una menor intensidad en la búsqueda decadáveres, especialmente en las costas, el país intenta ahora ponersede pie e iniciar su millonaria reconstrucción pese a las latentesréplicas.
Sebastián Piñera, quien asumióel 11 de marzo la presidencia de la nación en un acto en el puerto deValparaíso, entre réplicas y una alerta de tsunami, aseguró que su focoestará en la reconstrucción, en un giro de lo que promocionó en sucampaña como su plan de gobierno.
"Ahora se inicia una segundaetapa (tras la emergencia), que es la urgencia de dar techo y nopermitir que el invierno asole a cientos de miles de familias queperdieron sus viviendas", dijo Piñera en un acto público esta semana.
"(También debemos) restablecerel normal funcionamiento de nuestras escuelas, recuperar la capacidadde atender a nuestros enfermos (...) recuperar la conectividad para queel aparato productivo se vuelva a poner en marcha, son las grandestareas del otoño e invierno (austral)", agregó.
Piñera busca dar vuelta a lapágina manchada por saqueos, toques de queda y ollas comunes díasdespués del sismo de magnitud 8,8 y de las olas que durante lamadrugada del 27 de febrero dejaron pueblos por el suelo o borraron delmapa a decenas de villas costeras.
El debut del nuevo gobierno noha estado exento de tropiezos, como por ejemplo la corrección de lacifra de fallecidos, que de 500 bajó a 342, aunque en el ocaso de laadministración de Michelle Bachelet se informó de 800 muertos.
Ecos de alerta fallida. Cuando aún no se cumplía un mesdel devastador desastre, familiares de víctimas de los tsunamispresentaron las primeras demandas contra el Estado, debido a queorganismos claves no alertaron a tiempo sobre las grandes olas quesiguieron a uno de los mayores terremotos de la historia moderna.
Las demandas, que podríansalpicar hasta a la ex presidenta Bachelet, apuntan a la actuación dela Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) y a la unidad de la Armada acargo de alertar maremotos (SHOA), ya que no se pusieron de acuerdo enla emisión de una alerta de tsunami.
La Armada expulsó el miércolesal jefe del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico (SHOA), mientras quela directora de la Onemi renunció hace tres semanas.
Pero la caza de brujas apunta adecenas de constructoras, que ya comienzan a desfilar por los pasillosde los tribunales tras cientos de demandas por casas y edificios en malestado.
"No vuelvo al departamento,aunque la constructora diga que va a arreglar los daños (...) Quiero midinero y nos estamos organizando con otros vecinos para presentar unademanda colectiva", dijo María Aburto, una farmacéutica que hoy vive enla casa de una hermana.
Datos preliminares de geólogosindican que la sureña ciudad de Concepción, la segunda mayor del país yuna de las más golpeadas, se desplazó tres metros hacia el sudeste.
Santiago lo hizo medio metro,cuando centenares de réplicas aún sacuden el centro y sur del país, alo que se suman cortes de luz que revivieron la angustia y el pánico.
El viernes, fue el turno delnorte del país pues fue sacudido por un sismo de magnitud 6,2 que nodejó daños ni víctimas, pero recordó lo vulnerable del territoriochileno.
Entre los más afectados, hayquienes no quieren mirar atrás y casi con resignación en lo único quepiensan es en cómo levantarse entre las ruinas.
"Tengo esperanza de que voy asalir adelante. De nada me sirve llorar, porque ya lloré. Ahora tengoque resignarme y mirar para adelante", dijo Geraldina Araya, una mujerque vive en una carpa tras ser devastado el pueblo de Doñihue en lazona central del país, donde el paisaje es un montón de escombros.
Un casco y un cronómetro. Un día después de asumir lapresidencia, Piñera entregó a cada uno de sus ministros "un casco y uncronómetro" para iniciar las tareas de reconstrucción del peor desastrenatural en medio siglo, cuyos daños se han estimado en US$30.000 millones, que serían absorbidos en un plazo de cuatro años.
El ministro de Hacienda, FelipeLarraín, admitió que la economía chilena perdería un potencial decrecimiento de 1,5 puntos porcentuales de su Producto Interno Bruto(PIB) en el 2010 tras el terremoto y los tsunamis.
Unos US$3.700 millonesdeberán ser destinados a la reconstrucción de unas 150.000 viviendas.Los daños en redes viales alcanzan a US$1.637 millones,mientras que 25 hospitales están severamente afectados.
El 45% de losestablecimientos educacionales tienen daños, con un costo de US$3.000millones. Piñera dio plazo hasta el 26 de abril para que590.000 estudiantes vuelvan a las aulas.
Aún en elaboración, el gobiernoprepara un plan de reconstrucción financiado por una mezcla de fuentespara hacer frente a la tragedia.
Larraín dijo que se podríarecurrir a un fondo de ahorros soberanos, emisión de deuda interna yexterna, mientras que ya se hizo un reajuste fiscal de US$700 millones. Además se prepara un alza de impuestos y evalúa un gravamenespecial a la minería, que resultó prácticamente ilesa tras elterremoto.
Las empresas forestalescomienzan a ponerse de pie. La principal acería del país aún estáparada, al igual que varias firmas pesqueras. Otro damnificado es elturismo, con hoteles casi vacíos y visitantes que han cancelado susreservas.