Autoridades cancelaron el sábado un proyecto industrial de ductos para desperdicios después de que manifestantes ocuparon una oficina del Gobierno en el este de China, destruyendo computadoras y volcando vehículos.
Autoridades cancelaron el sábado un proyecto industrial de ductos para desperdicios después de que manifestantes ocuparon una oficina del Gobierno en el este de China, destruyendo computadoras y volcando vehículos.
La manifestación fue la más reciente de una serie de protestas alentadas por temores a una degradación ambiental y destaca las tensiones sociales que enfrenta el Gobierno en Pekín a medida que se acerca una transición de liderazgo este año.
Se trata, además, de la segunda vez este mes que se cancela un proyecto industrial, al tiempo que funcionarios se disponen a trabajar presionados por las protestas.
Zhang Guohua, alcalde de la ciudad de Nantong, en el este de China, dijo en un comunicado que la localidad que pondrá término al planeado ducto que habría vaciado los desechos de una fábrica de papel japonesa al mar cerca de Qidong.
La decisión vino horas después de que cerca de 1.000 manifestantes marcharan a través de la ciudad de Qidong, casi una hora al norte de Shanghái, gritando arengas en contra de la construcción del ducto.
"El Gobierno dijo que los desperdicios no contaminarán el mar, pero si eso es verdad, ¿entonces por qué no los arrojan al río Yangtze?", dijo Lu Shuai, un manifestante de 25 años que trabaja en logística, mientras marchaba.
"Si arrojan (los deshechos) al río habrá un impacto en la gente en Shanghái y ésta se opondrá", agregó.
Varios manifestantes ingresaron al principal edificio de Gobierno de la ciudad donde destruyeron computadoras, volcaron escritorios y arrojaron documentos por las ventanas en medio de fuertes ovaciones de la multitud. Testigos de Reuters presenciaron el volcamiento de cinco vehículos y un minibus.
Al menos dos funcionarios policiales fueron golpeados por la multitud en la oficina del Gobierno.
Las preocupaciones ambientales han alentado llamados para expandir los derechos de los ciudadanos y hacer mayores consultas en el estado controlado por un sólo partido.
La ola de ira pública es un hecho emblemático del creciente descontento que enfrentan los líderes chinos, obsesionados con mantener la estabilidad y equilibrar el crecimiento en medio del creciente malestar social por las amenazas al medio ambiente.
Las protestas se produjeron tras manifestaciones similares contra proyectos en el pueblo de Shifang en la provincia de Sichuan previamente este mes y las ciudades de Dalian en el noreste y Haimen en el sur de la provincia Guangdong el año pasado.