Si bien ha mejorado sus estándares, la situación de la contaminación en Lima representa un enorme reto para la capital peruana. El parque automotor es uno de los grandes problemas.
Lima está en boca de muchos empresarios. La ciudad es reconocida, no solo por ser el epicentro de la actividad económica peruana, sino también por ser un punto estratégico de conexión –tanto a nivel marítimo como aéreo– hacia otros países de la región y un buen lugar para hacer negocios de toda índole. Sin embargo, la ciudad debe afrontar un gran pasivo. Se trata de la contaminación. Al ser la capital el lugar de residencia de cerca de un 30% de la población del país, la situación del aire y del agua –las dos varibles más relevantes para la vida de las personas en una urbe– cobra mucha relevancia.
Números sucios
Para analizar la dimensión del impacto que tiene la contaminación es importante, en principio, conocer las dimensiones de este problema. Según Luis Chirinos, experto en contaminación atmosférica del Departamento de Ingeniería de la PUCP, Lima es una de las urbes más contaminadas de Latinoamérica. “Eso se establece al registrarse en el aire varios contaminantes: CO2, CO, NOx, SO2 y el material particulado suspendido. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la máxima concentración de material particulado suspendido debe ser de cinco toneladas por km². En Lima las concentraciones de material particulado suspendido superan este valor en varios distritos”, indica Chirinos. Una de las partículas más presentes en el aire de Lima es la PM 2.5 (llamada así por su tamaño). Según la OMS, el índice general de la ciudad es de 38 microgramos de PM 2.5 por m³ (el nivel “razonable” para esa entidad es una media anual de hasta 10 microgramos por m³). Sin embargo, en la zona de Lima Norte se encontraron 58 microgramos. Las cifras estatales también indican una fuerte presencia de material particulado. “En Lima tenemos concentraciones de material particulado PM 10, el cual tiene una presencia de 65 microgramos por m³ cuando el estándar nacional es de 50 al año. En el caso del PM 2.5, este se sitúa en alrededor 30 microgramos por m³, cifra mayor al estándar nacional (25 microgramos al año)”, explica Juan Narciso Chávez, director general de calidad ambiental del Ministerio del Ambiente (Minam). Lima Norte –confirma Chávez– es la zona con mayor presencia de estas partículas. No obstante, para el funcionario es necesario tomar en cuenta que los vientos en la ciudad soplan de sur a norte. El problema de la presencia de estas partículas tan finas, según la misma OMS, es que son las que pueden causar más daños a los pulmones de las personas y están asociadas a infartos y ataques cerebrales. “Los valores que hoy día se muestran tienen un impacto sobre la población, en especial sobre la más vulnerable, como las personas asmáticas, los niños y los adultos mayores. El Ministerio de Salud está haciendo algunos estudios al respecto”, dice Juan Narciso Chávez.
Cabe destacar que en el Perú los estándares ambientales se han vuelto cada vez más altos. “Los parámetros nacionales de calidad del aire se han vuelto más exigentes. Por ejemplo, para el caso de PM 2.5 eran 50 microgramos en 2008. Sin embargo, desde 2014 esto ha cambiado. Lo mismo ha pasado en el caso del PM 10”, dice el funcionario. Sobre otros elementos peligrosos –añade Chávez–, Lima tiene indicadores que están por debajo del tope estatal. “Estamos por debajo del tope en monóxido de carbono, plomo, dióxido de azufre, entre otros”, dice. En el caso del plomo, se permitía que el diésel en 2000 tuviera hasta 10.000 partes por millón. Para 2012 el tope en la ciudad de Lima era de 50 partes por millón. Es más, el gobierno planea para 2017 que los vehículos de cuatro ruedas a nivel nacional tengan tecnología Euro 5, la cual permitiría reducir las emisiones. ¿Por qué esto es importante para la capital? La razón es muy sencilla: cerca del 70% de la contaminación del aire de Lima y el Callao, según el Minam, es causada por el parque automotor. El 30% restante proviene de las actividades comerciales y del uso residencial.
El agua de la ciudad tampoco está exenta de problemas. En principio, el agua potable que ofrece la empresa estatal Sedapal en Lima es de buena calidad. El reto de la firma –coinciden los expertos– es aumentar la cobertura, ya que parte importante de la población aún compra agua de camiones (cisternas). A nivel de recursos hídricos, la situación es un poco más preocupante. Los tres ríos que pasan por la capital tienen presencia de desperdicios generados por actividades mineras, manufactureras y domésticas. “En el río Rímac –uno de los más importantes– tenemos problemas por contenidos de metales pesados y mala calidad bacteriológica del agua”, dice Chávez.
Impacto profundo
Hoy la contaminación tiene un gran impacto social en los países y, por ende, en las ciudades. Según el Banco Mundial, la degradación ambiental costaba al país en 2003 alrededor de 5.900 millones de nuevos soles (US$2.092 millones y el 2,8% del PIB), mientras que en 2012 osciló entre 18.600 millones de nuevos soles (US$6.597 millones) y 26.100 millones de soles (US$9.257 millones y aproximadamente el 4,1% del PIB). El costo para la capital es complicado de medir –coinciden los expertos– ya que aún no se tiene mucha data al respecto. Sin embargo se han identificado varias actividades afectadas por la contaminación del agua y del aire. “Los negocios más sensibles a ser afectados por la contaminación son los de los sectores agrícola, ganadero, pesca, minería, energía y agua. En el caso de los servicios públicos, el sector salud es el más perjudicado por la contaminación del aire y del agua”, dice Edmundo Beltrán, socio principal de Deloitte Perú.
Juan Narciso Chávez reconoce que las pérdidas están muy relacionadas al aumento de la atención de salud estatal y a los días que se dejan de trabajar como consecuencia del deterioro de la población. Esa situación, según explica Mirko Urljevic, catedrático del PAD de la Universidad de Piura, genera una caída de la productividad. Hay otros negocios que son afectados de manera seria por la contaminación. “Los que directamente están más expuestos son los gastronómicos y los que están al aire libre”, dice Urljevic.
“En el corto plazo, la ciudad debe fortalecer la gestión ambiental de Lima Metropolitana, promover la conservación y uso racional de los recursos naturales, optimizar la gestión de residuos sólidos, mejorar el control y vigilancia ambiental, desarrollar acciones de mitigación y adaptación climáticas, y promover la ampliación de áreas verdes”, recomienda Beltán. Para Luis Chirinos es vital que en el largo plazo las autoridades nacionales empiecen a fomentar el uso de “tecnologías más limpias”. En este sentido, la modernización del parque automotor limeño será fundamental para la ciudad.