Gabriel Ben-Tasgal, periodista y experto en Oriente Medio y terrorismo, dice que la decisión de EE.UU. de reconocer Jerusalén puede servir como un impulso para relanzar los acuerdos de paz con Palestina.
Gabriel Ben-Tasgal es especialista en terrorismo islámico, cubre desde hace 20 años Oriente Medio como periodista para medios de comunicación de habla hispano-portuguesa. Vive en Israel desde hace 30 años y, según dice en esta entrevista, “la paz es alcanzable en Oriente Medio si se comprende su idioma y mentalidad”.
-¿Por qué el anuncio de Donald Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel generó el rechazo casi de tantos países?
-Trump modificó los patrones de negociación. Hasta dicha declaración, la presión de los presidentes de EE.UU. se centraba en posibles renunciamientos territoriales por parte de Israel y la exigencia hacia los palestinos era menor. Por ejemplo, la Autoridad Palestina podía seguir pagando durante años “sueldos” a terroristas condenados en cárceles israelíes con dinero que aportaban norteamericanos y europeos sin rendir cuentas. Ahora, llega “quien se cree el sheriff”, y dice: “Defiendo a mis aliados y les asigno a Israel victorias diplomáticas a costa de los palestinos”.
-¿Este reconocimiento le puede traer problemas a Israel?
-Israel ve cómo la principal potencia del mundo reconoce una exigencia que venía solicitando durante décadas y que era efectiva en el terreno, ya que el gobierno y parlamento israelíes siempre estuvieron en Jerusalén. Además, una declaración así puede cancelar la idea que Jerusalén sea un Corpus Separatum, como pedía la Declaración 181 de la ONU y, en ciertas circunstancias, puede dejar en la nada la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU. Es un gran logro para Israel.
-¿Cómo afecta esto a Palestina?
-Se trata de un duro golpe para los palestinos. Su exigencia de partir Jerusalén para conformar allí su capital puede verse truncada. Además, los palestinos observan cómo los países árabes sunitas circundantes, Jordania, Egipto y Arabia Saudita, ignoran o aminoran sus reclamos de acción apartando el “tema palestino” entre las prioridades regionales.
-¿Cuáles son los efectos prácticos de este reconocimiento? ¿Qué sigue?
-Si Trump pasa efectivamente la embajada de EE. UU. a Jerusalén hay que verificar en dónde la coloca. Si lo hace sobre el lado occidental de la ciudad neutraliza el no reconocimiento de otros países occidentales, pero si lo hace en la parte oriental (más allá de la línea verde), entonces puede estar transmitiendo que Estados Unidos reconoce que Jerusalén ha sido unificada e Israel es el Estado soberano sobre la ciudad santa.
-¿Esto puede traducirse en violencia, como se lo advirtieron a Trump?
-Sin duda. Si revisamos en los últimos años la violencia palestina se inicia alrededor de Jerusalén… la pequeña Intifada (rebelión) de 1996 tras la apertura de los túneles debajo del Templo, en 2000 con la visita de Ariel Sharón al Monte del Templo o la ola de acuchillamientos y asesinatos actuales bajo el libelo “los judíos quieren destruir la mezquita y Al Aqsa está en peligro”.
-Se dice que es el golpe mortal al proceso de paz (que está en punto muerto), ¿podría ser un impulso para relanzar los diálogos?
-Puede llegar a servir como un impulso, ya que si los palestinos ven que EE. UU. los presiona también a ellos y que los países árabes aliados no los apoyan como antes, pueden verse forzados también a ceder, comenzando con aceptar sentarse a la mesa de negociaciones.
-Trump dice que el traslado de la embajada, el siguiente paso, podría tardar años… ¿Es el gesto del reconocimiento una acción más simbólica que práctica?
-En el caso de Jerusalén, declaraciones simbólicas como las de Trump pueden provocar una ola de violencia, un impulso en el proceso de paz e incluso que otros países copien la decisión de Trump (ya se habla de varios). Hay manifestaciones prácticas también.
-¿Por qué ningún país (de los casi 160 que tienen relaciones con Israel) reconoce a Jerusalén como capital?
-Por diversas razones, los países árabes musulmanes, porque ni siquiera reconocen a Israel como cuna nacional del pueblo judío; otros países cristianos, porque creen que los lugares santos cristianos deben estar bajo su soberanía; otros tantos países, ya que creen que el estatus final de la ciudad debe ser determinada vía negociaciones directas finalizando con Jerusalén también como capital de Palestina.
-¿Cómo esta decisión podría afectar la mezquita más santa de la ciudad adonde llegan los musulmanes?
-En principio, la decisión de Trump no afecta en absoluto a la Mezquita de Al-Aqsa ya que hoy, una persona puede subir a visitar el Monte del Templo, pero solamente los musulmanes pueden rezar allí. Las mezquitas son zonas autónomas que están bajo el control del Waqf islámico, aunque formalmente Israel es soberana. La decisión no modifica nada, pero la mezquita puede volver a ser utilizada para provocar tumultos bajo el lema “Al-Aqsa está en peligro”.
-Se habla de violencia en el mundo árabe, pero ¿Jerusalén está en riesgo de tener episodios de ira?
-Justamente creo que hay más posibilidades de que veamos violencia en Jerusalén que en el mundo árabe, que está muy interesado en otro problema, como detener la violencia iraní. Podremos ver cierta violencia retórica desde el gobierno islamista de Erdogan en Turquía, pero dudo que países como Arabia Saudita o Egipto hagan muchos esfuerzos por los palestinos…
-En la calles de la ciudad, ¿cómo se percibe esto, qué dice la gente?
-Hay una mezcla de sensaciones. Por un lado de alegría, al constatar que las promesas del presidente de Estados Unidos no quedan en papel mojado y porque Donald Trump no piensa ni actúa como Obama. Por otro lado, los judíos de la ciudad saben que siempre fue su capital con o sin reconocimiento. Por último, los árabes de Jerusalén sienten cierta dualidad… por un lado les gustaría mantener el nivel de vida que se disfruta en una ciudad unificada y moderna, pero por el otro siguen deseando que esta urbe sea la capital de Palestina. Este era un objetivo muy deseado.