Doctor José Woldenberg, sociólogo y ex presidente del Instituto Federal Electoral advirtió como causas de lo que él denominó "desencanto de la democracia mexicana", la falta de transparencia de las autoridades, debilidad de la sociedad civil y sobre todo al alto nivel de desigualdad social.
Ciudad de México. Tres premisas utilizó el doctor José Woldenberg, sociólogo y consejero de la Cátedra Alfonso Reyes para analizar lo que llamo el desencanto con la democracia mexicana.
La primera apuntaba a la incomprensión de lo que significa la propia democracia; la segunda al cansancio con el equilibrio que hoy guarda el pluralismo político; y finalmente al factor economía que a -juicio del especialista- es fuente fundamental de ese desaliento.
El experto participó en la conferencia sobre democracia desarrollada por la Universidad Virtual del Sistema Tecnológico de Monterrey. En ella explicó que hoy "hemos descubierto que el sistema democrático es más tortuoso, más lento, y complicado. También que se necesita escuchar al otro, conceder, negociar y pactar, pero esto no se puede hacer de la noche a la mañana y todo el mundo se desespera”.
Ello se debe a su juicio, a factores tan variados como la incomprensión del concepto de democracia, la falta de transparencia de las autoridades, los escándalos mediáticos vividos en los últimos años, una sociedad civil débil que se conforma con sus autoridades, un pluralismo equilibrado en el Congreso, así como los problemas económicos y la la siempre constante desigualdad social.
Para el ex presidente del Instituto Federal Electoral entre 1967 y 1997, México vivió enormes cambios que lo llevaron desde un sistema de partidos equilibrado, a tener elecciones competidas y representaciones políticas reales, que impactaron no sólo al panorama electoral sino a todo el sistema político.
Recordó que este aspecto fue muy distinto a lo vivido en otros países de América Latina donde el camino a la democracia plena fue interrumpido por dictaduras militares.
“Tuvimos la ventaja de que desde la Constitución de 1917, México era ya formalmente una República Federal, Democrática, Representativa pero faltaban dos piezas para que lo que estaba diseñado en la Constitución aterrizara y se construyeron en los últimos años del siglo XX: un sistema de partidos medianamente competitivo o competitivo y un sistema electoral capaz de hacerse cargo de los resultados electorales y que ofreciera condiciones aunque fueran medianas de equidad en la contienda”, dijo.
Destaca en este período se lograron avances como “la deconstrucción de un sistema autoritario y la construcción de un germinal sistema democrático”, cambios que fueron generados por una nueva co-relación entre los partidos que a su vez se impulsaron por una sociedad plural, modernizada, alfabetizada y urbanizada que no estaba dispuesta estar bajo una sola organización partidista".
“Los criterios para configurar al sistema político mexicano como democrático están ahí, es decir hay un sistema formal de partidos, hay elecciones, hay alternancia, hay equilibrio de poderes, hay libertad de prensa, hay una convivencia de la pluralidad que no existía en años anteriores y sin embargo hay una preocupación por la propia
sustentabilidad de la democracia”, alertó.
No obstante estos pasos se ven obstaculizados por la actitud del mundo político y su relación con una débil sociedad civil.
"Se pueden –dijo-, celebrar avances en cada uno de estos factores pero que parte del desencanto por la democracia proviene de la incomprensión de cómo trabaja la propia democracia. Si bien hay un equilibrio de fuerzas y está más sujeto al escrutinio de unos y otros, la pluralidad brinda a la clase política la posibilidad para acusaciones mutuas para descalificar al contrario".
Mencionó casos concretos como las pasadas elecciones en Guerrero y Baja California donde los comicios se desarrollaron en perfecta civilidad, pero en las campañas abundaron ataques y acusaciones entre los candidatos.