“Los países más desarrollados acogerán a las capas de profesionales más preparados y los menos desarrollados, a las menos preparadas por lo que las desigualdades seguirán perpetuándose”, indica el sociólogo francés, Sami Nair.
España asiste al éxodo masivo de inmigrantes que un día vieron en el país europeo un mejor porvenir, pero en el futuro estará abocada a recurrir a mano de obra extranjera más cualificada porque sus profesionales también escapan de la crisis. Es lo que opina el reputado sociólogo francés, Sami Nair, en una entrevista con El Universo.
En el último año, el número de extranjeros empadronados en la Península se redujo en 216.125 personas, la mayoría ecuatorianas (45.951). “España no puede acoger más inmigrantes en este momento pero las migraciones no se van a acabar, tendrán un componente sociológico diferente", dice.
"Asistiremos a una migración cada vez más cualificada”, vaticina. Un claro ejemplo es la política puesta en marcha por Alemania que en 2025, según los demógrafos, sufrirá un déficit de 5,5 millones de profesionales especializados.
Desde el punto de vista de Nair, “los países más desarrollados acogerán a las capas de profesionales más preparados y los menos desarrollados, a las menos preparadas por lo que las desigualdades seguirán perpetuándose”.
Esto se debe en buena medida a que la Unión Europea “ha impuesto una política en esta materia basada en la realización de sus intereses y porque concibe a la inmigración como un factor de ajuste variable del mercado; no, como un asunto humano”, señala el autor del libro "La Europa mestiza. Inmigración, ciudadanía y codesarrollo".
De todas formas, agrega, el “aporte” de quienes deciden poner punto final a su proyecto migratorio es importante “porque llegan con una visión del mundo diferente y con unas demandas sociales y económicas para no volver a la situación que dejaron”. Tienen, apunta el ex asesor del ministerio del Interior galo en asuntos de inmigración, “una tendencia a convertirse en una pequeña burguesía”.
El retorno, sin embargo, no está exento de dificultades sobre todo para las “familias migrantes”. “Los trabajadores solteros pueden volver pero los menores que regresen con sus padres deben ser conscientes de que se trata de una emigración, y no de un retorno. Esa reemigración trae muchos problemas sobre todo cuando los hijos han superado los 10 u 12 años”, concluye.