La Navidad no es un día festivo en China, pero se celebra en las grandes metrópolis como Pekín, Hong Kong, Shanghái y Cantón, donde viven un gran número de expatriados que han ayudado a extender la tradición.
Pekín. El espíritu de la Navidad inunda las calles del gigante asiático, una celebración que dispara el consumo entre la población china y que cada vez cobra mayor importancia en las familias de clase alta, donde esta tradición occidental gira en torno a la fiesta y la comida.
Cientos de luces de colores y adornos navideños decoran las calles de Pekín, especialmente los escaparates de los centros comerciales que, junto a los villancicos, amenizan las compras de los visitantes.
La Navidad no es un día festivo en China, pero se celebra en las grandes metrópolis como Pekín, Hong Kong, Shanghái y Cantón, donde viven un gran número de expatriados que han ayudado a extender la tradición.
Esta época del año no pasa inadvertida ante los ojos de los comerciantes, quienes han visto esta tradición una excelente estrategia comercial para impulsar las ventas durante el mes de diciembre.
Los comerciantes de las grandes superficies comerciales van más allá del famoso "Viernes Negro" -día con significativas rebajas en EE.UU.- y ofrecen descuentos de hasta el 50% hasta principios de enero, tanto en firmas internacionales como asiáticas.
En los últimos años, especialmente entre los jóvenes, se ha registrado un aumento del número de personas que celebran el periodo navideño, un fenómeno de tendencia creciente en el que también ha influido la llegada de la nueva generación de chinos ricos.
Según una publicación del grupo editorial Hurun, un equivalente local a las clasificaciones internacionales de la revista Forbes, China registró 1,09 millones de ricos con una fortuna de 10 millones de yuanes (1,3 millones de euros) en 2013, lo que supone 3,8% más que el año anterior (40.000 personas más).
A partir de la apertura económica de China de finales de la década de 1970, la gente con menos recursos económicos necesitó una generación para hacer dinero y otra para enviar a sus hijos al extranjero, explicó a Efe la directora del Instituto Sarita (escuela de protocolo y etiqueta), Sara Jane Ho.
Precisamente los herederos de esta nueva élite económica china, que han cursado sus estudios en el extranjero -especialmente en países de habla inglesa como Australia, Estados Unidos o Reino Unido- han importado la tradición navideña occidental y la han adaptado al gusto chino, agregó la hongkonesa.
El intercambio de regalos (sin árbol) y de felicitaciones son algunos de los gestos típicos navideños de la élite china, pero a diferencia de Occidente la Navidad no gira en torno a la tradición familiar ni a las creencias religiosas, sino a la comida y la fiesta.
Muchos grupos de jóvenes salen a cenar, con sus parejas o amigos, a locales de comida internacional para divertirse un rato y contagiarse del espíritu de la Navidad, que si bien no forma parte de su cultura es una gran excusa para pasar un buen momento juntos.
El plato estrella estos días en los restaurantes caros es el foie gras, que acompañado junto a los mejores vinos del mercado, forma parte del menú exclusivo de degustación, solo apto para los bolsillos más adinerados.
Aunque la venta de estos productos, asociados al lujo, se ha visto afectada por la campaña contra la corrupción lanzada hace dos años por el presidente chino, Xi Jinping.
Después de la cena, el cine y el karaoke son dos de las opciones favoritas de los locales para poner fin a la velada navideña.
No obstante, una pequeña parte de la población china sí celebra la Navidad de acuerdo a creencias religiosas. A pesar de que China es un país aconfesional, el 1 por ciento de los ciudadanos profesan la religión católica y conmemoran estas fechas de forma similar a los cristianos de todo el mundo.
En el caso de Lin Li, una joven católica de 26 años que asiste a misa cada Nochebuena aunque muy a su pesar no suele celebrar una cena con sus amigos de la Iglesia, ya que al no ser un día festivo en el país, todos tienen que trabajar el día 25.
El día 24 de diciembre se celebran tres misas en la Iglesia Xishiku de Pekín, y para acudir a la última, por la noche, es necesario comprar unas entradas que se venden con dos semanas de antelación debido a la gran demanda para asistir a una cita imprescindible para los creyentes, relató la joven a Efe.
Algunos miembros de la comunidad cristiana también hacen intercambio de regalos, sobre todo con temática religiosa, y asisten juntos para ver los belenes expuestos en el interior de las iglesias.
Creyentes o no, los ciudadanos chinos acogen con una mayor popularidad esta tradición occidental, que si bien se aleja de los cánones oficiales de Europa, es una oportunidad para estrechar lazos con los seres queridos y dejarse llevar por las ofertas comerciales.