Este doctor en Biología Celular y Molecular, hoy director del Centro de Comunicación de la ciencia de la Universidad Nacional Andrés Bello, tiene a su libro “La Ciencia Pop” entre los más vendidos del país, agotando ya su primera edición. Educación, política, futuro y cine fueron parte de la conversación con AmericaEconomía.
-¿Eras un científico un poco nerd que nadie lo tomaba en cuenta, que en el colegio estaba enamorado de la novia del capitán del equipo de fútbol americano? ¿Fuiste así?
-La verdad no. Desde pequeño quise ser científico, desde los doce o trece años. La inspiración se la debo a Hernán Olguín (desaparecido periodista de ciencia y tecnología chileno), a la revista Muy Interesante y a mis padres. Mi papá es técnico eléctrico, por ello desarmaba todo. Me angustiaba no saber cómo funcionaba el reloj, entonces, le sacaba todas sus piezas para ver cómo, pero no conseguía ponerlo a funcionar de nuevo… En la universidad se me destapó la ñoñera. Todos eramos bioquímicos y mi objetivo era ser un científico con laboratorio y trabajar en una universidad.
-Sin embargo, renunciaste a la vida académica...
-Así es, hace dos años.
-Dedicaste tu vida a ser un académico, tener un laboratorio, publicar papers, dar clases en una universidad, ¿y lo dejaste? ¿Qué pasó?
-En mi carrera académica obtuve dos proyectos del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt) consecutivos, publiqué 15 papers, me gané un premio en Chile, en la sociedad de bioquímica, en la sociedad de biología celular y mis estudiantes fueron premiados en Australia. Pero todo ese éxito me llevó a una crisis personal con lo que llamo la industria de la ciencia.
-¿Te refieres a la presión por publicar o ganar más proyectos?
-La presión consiste en publicar más, no mejor. Hoy tienes académicos con cuatro o cinco proyectos a la vez, donde administran un laboratorio; son una especie de gerente de la ciencia.
-¿No te agrado ser un gerente, entonces?
-No era lo que quería para mi vida y mi trabajo, el cual yo amo. Ya no se volvió agradable. La presión era mucha, el trabajo era desagradable, los fines de semana desaparecían. No me interesa postular a más fondos para poder mantener un laboratorio o estar escribiendo más papers.
-¿Es demandante el tema de estar siempre postulando a proyectos para poder financiar una investigación científica?
-Es extremadamente estresante. ¿Cómo se les paga a las personas que trabajan en el laboratorio? ¿Los equipos cómo se financian? Además hay que tener resultados en corto plazo, si no, no hay cómo volver a adjudicárselo para poder seguir funcionando.
-La Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología (Conicyt) es una institución financiera, prácticamente...
-Así es, de hecho cuando hoy ganas un proyecto, tú firmas un pagaré como cuando obtienes un crédito de consumo en un banco. Al final Conicyt te da un crédito para investigar.
-¿El tema del financiamiento y desarrollo de la ciencia en Chile se soluciona con la creación de un ministerio?
-No, el ministerio no es mágico. Tiene que estar bien estructurado, bien implementado y bien financiado. Debe ser un proyecto de Estado… Mira, tenemos un país muy polarizado, donde no se reconocen las buenas ideas ni del uno o del otro. En Chile lo que mandan son las ideologías, no la evidencia.
Megáfonos
-¿Te gusta esto de ser una figura mediática?
-Sí, pero como comunicador científico, explicando la ciencia a la gente, cómo fomentar el pensamiento crítico. Así las personas van a poder detectar a todos eso chantas que están en la TV. Enseñarle a los niños óomo a usar su cerebro, porque así vamos a tener ciudadanos más responsables, más críticos con sus autoridades.
-Eres protagonista de Twitter.
-Comencé voyerista absolutamente, y encontré que es una herramienta muy potente por su rapidez.
-Entonces, ¿las redes sociales son una herramienta para todo el mundo, incluyendo a los científicos?
-Claro, hay algunos que los han utilizado para dar a conocer su trabajo o para difundir la ciencia. Cuando me interesé por escribir sobre ciencia me di cuenta que era un megáfono y de a poco mucha gente me comenzó a seguir y con ello llegué a medios de comunicación más grandes; es mi objetivo, divulgar la ciencia.
-En esa comunicación científica también hay tipos que dicen que comiendo millones de calorías bajas de peso, otros que predicen terremotos...
-Eso me indigna y dentro de ese grupo lo más chantas, por el componente emocional que lleva, son los de las curas mágicas. Esas personas que viven de realizar ese tipo de cosas yo los colgaría. No solo engañan, sino también lucran con sanar el cáncer a distancia. Cuando montas un negocio a partir del sufrimiento ajeno y te disfrazas de ciencia, utilizando palabras como cuántico o epigenético, eso es despreciable. Se aprovechan de incultura científica para estafar a las personas.
Sistema perverso
-Hoy decimos que si alguien es inteligente o brillante es porque ha tenido buenas calificaciones en el colegio o la universidad. ¿Es tan así?
-Yo creo que no hay que ser autoflagelante. Este no es un problema solo de Chile, se da en todo el mundo. Los estudiantes copian porque el sistema educativo valora más las notas o calificaciones que el conocimiento. Por lo tanto, los colegios son máquinas de contestar preguntas y respuestas. Después llegan a la universidad y yo pregunto: jóvenes, ¿por qué creen que pasa esto?... Tengo 80 estudiantes espantados, mudos, como un conejo en la carretera frente a la luz de un auto.
-¿Tenemos un sistema educativo arcaico?
-Es un sistema perverso de educación. Son doce años de cautiverio en un proceso educacional que no produce inteligencia.
-¿Cómo rompemos esa estructura?
-La reforma educacional comenzó de arriba hacia abajo, ya que respondió a las manifestaciones de la educación superior. Los cambios deben comenzar abajo, en la etapa preescolar y escolar. Si tomas a los niños en los primeros seis años y les enseñas a usar la cabeza, este país cambia completamente.
¿Por qué cambia?
-Porque aparte del entrenamiento formal van a saber pensar, articular; van a reconocer falacias lógicas en su argumento; van a saber que las opiniones referente a los hechos no sirven de nada.
-La dictadura no ayudo mucho a eso…
-Claro que no, hubo una dictadura militar potente donde la autoridad no se cuestionaba y eso nos cambió la forma de pensar. Hay que cuestionar a las personas que están en el poder, con argumentos, con respeto, como se elija, pero hay que cuestionarla.
-Y eso nos va a llevar a tener un mejor país...
-Claro, y ahí pienso yo que puedo hacer algo que se note más, que tenga efecto. Ese es mi gran desafío ahora.
-Entonces, se está construyendo la catedral comenzando por el techo.
-Claro, porque el techo salió a gritar (universitarios). Hay que poner el énfasis en los niveles más iniciales. Yo entiendo la urgencia, pero debe ir de la mano con reforzar la educación primaria, si no ¿a quienes le vas a dar gratuidad? ¿A qué cabezas le vas a dar gratuidad?
Ídolos
-¿Cuál es tu científico a imitar?
-Sin duda, Carl Sagan era un astrónomo brillante. Hay un hecho curioso: existe Mercurio, Venus y la Tierra, en ese orden. ¿Qué planeta tiene la temperatura más alta, que dice la institución? Mercurio, por esta más cerca del sol, pero no es así: es Venus, porque Sagan postuló que era por el efecto invernadero… ¡Brillante! También fue responsable de misión Voyager en conjunto con la NASA, un sonda que cuando iba cruzando Saturno se le ocurrió darla vuelta y tomar una foto de la Tierra. Lo que se ve es una imagen de un punto minúsculo entre los anillos de Saturno… somos nada.
-Fue el que inicio la comunicación masiva de la ciencia.
-Abandonó su carrera científica, se dedicó a publicar libros, a realizar la serie Cosmos, y más que a mostrar productos de la ciencia, a cómo funcionaba.
-El humor está presente en la ciencia, yo lo veo en tu libro.
-A mí me sirve mucho para hacer clases. Hoy mantener concentrados a 80 muchachos de 18 años, en una sala, durante una hora y media, es un desafío no menor.
-En tu libro, “La ciencia pop”, uno puede sacar tres conclusiones sobre la forma en que aparecen los descubrimientos: la casualidad, el error o la genialidad. ¿Estás de acuerdo?
-Como decía Pasteur (Luis), “la casualidad premia a las mentes preparadas”. Si a ti te ocurre un accidente en el laboratorio, que señala algo importante y no estás preparado para verlo, va a pasar inadvertido. Como le pasó a Fahlberg: (Constantin) el tipo llega a casa, unta el dedo en la comida y dice esta cuestión está dulce. Vuelve al laboratorio e identifica el sabor y da el descubrimiento de la sacarina; eso no es casualidad.
-¿Cuál es tu científico del cine favorito?
-Emmet Brown, de “Volver al Futuro”, de la serie de películas de ficción. Me gusta por su entusiasmo, esa energía de mostrar sus inventos a pesar de burlas o comentarios en contra. Empuja con alegría, con humor su proyecto y logra volver al futuro.
Neuronas
-¿Cuál debería ser nuestro plan de desarrollo científico para los próximos 50 años?
-Hace dos años atrás leí que los científicos de la Universidad de California habían inventado baterías de aluminio que cargaban mil veces más rápido que las de litio. Hoy queremos poner al litio como el nuevo sueldo de Chile, pero quizás cuando explotemos por fin el litio ¿va a valer algo? ¿Estamos seguros de que esas baterías de litio, que son propensas a inflamarse en los aviones, son el futuro? Y hace poco tiempo leí que los acumuladores de grafeno son más seguros y los estudios se están volcando hacia esa dirección.
-Llegamos tarde parece
-Reaccionamos siempre tarde.
-Quizás no hay personas dentro del grupo de empresarios, que explotan estas materias, que puedan hacer un análisis mayor...
-La élite económica de Chile ha sido intelectualmente floja, porque se quedaron en modelos productivos antiguos. La técnica de comprar barato y vende caro ya no funciona. Hay que ponerle neuronas a lo que tenemos. Por ejemplo: vender fruta a China en barco no es fácil y tiene tecnología. Enviamos fruta en un barco que navega por 40 días y llega de forma comestible, en buenas condiciones… ¡ahí hay ciencia!