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Jaguares quemados y tornados de fuego: incendios de humedales en Brasil son una desoladora advertencia
Lunes, Septiembre 14, 2020 - 14:10

Los incendios ahora amenazan a uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del planeta, dicen los biólogos. El Pantanal brasileño alberga aproximadamente 1200 especies de vertebrados, incluidas 36 que están en peligro de extinción.

Poconé. Un incendio ha estado ardiendo desde mediados de julio en los remotos humedales del centro-oeste de Brasil, dejando a su paso una vasta desolación que supera en tamaño a la ciudad de Nueva York.

Un equipo de veterinarios, biólogos y guías locales llegó a fines de agosto para recorrer el accidentado camino de tierra conocido como la Carretera Trans-Pantanal en camionetas, buscando salvar tantos animales heridos como pudieran.

Jaguares que deambulaban por el páramo ennegrecido morían de hambre o sed, con las patas quemadas hasta los huesos y los pulmones ennegrecidos por el humo, dijeron los especialistas, que vieron cuerpos de caimanes con sus mandíbulas fijas en gritos silenciosos, el último acto de criaturas desesperadas por refrescarse antes de ser consumidas por las llamas.

Este incendio es uno de los miles que azotan este año al Pantanal brasileño, el humedal más grande del mundo, en lo que científicos especialistas en clima temen que se convierta en una nueva normalidad, como el aumento de la devastación provocada por el fuego en California o Australia.

El Pantanal es más pequeño y menos conocido que la selva amazónica. Pero las aguas normalmente abundantes y la ubicación estratégica de la región, entre la selva tropical, las vastas praderas de Brasil y los bosques secos de Paraguay, lo convierten en un imán para los animales.

Los incendios ahora amenazan a uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del planeta, dicen los biólogos. El Pantanal alberga aproximadamente 1200 especies de vertebrados, incluidas 36 que están en peligro de extinción.

A través de este paisaje generalmente exuberante de 150.000 kilómetros cuadrados en Brasil, revolotean aves raras y deambula la mayor población de jaguares del mundo.

Pero los incendios no son algo nuevo en esta región. Durante décadas, los ganaderos han usado las llamas para devolver nutrientes al suelo a bajo costo y renovar los pastos para su ganado.

Pero ese fuego, alimentado por la sequía, ahora arde con una fuerza inédita. Los incendios en el Pantanal este año cuadriplican el tamaño del más grande en la selva amazónica de Brasil, según imágenes de satélites de la NASA.

Un récord de 23.490 kilómetros cuadrados se han quemado hasta el 6 de septiembre, casi el 16% del Pantanal brasileño, según un análisis de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Las inundaciones no llegaron. El Pantanal es conocido por ser una zona húmeda. La llanura aluvial más grande del mundo normalmente se llena cada año con varios pies de agua durante la temporada de lluvias, desde noviembre hasta abril.

Dorvalino Conceição Camargo, un campesino de 56 años, recuerda haber navegado por las aguas cuando era niño en canoas cuadradas. En el rancho donde trabaja, mostró la marca de la marea alta, a 70 centímetros del suelo, marcada en el poste de un corral de ganado. Incluso en un año seco suele ser aproximadamente la mitad, señaló.

Pero este año las inundaciones nunca llegaron. Solo se acumuló un poco de agua en una zanja cercana, dijo.

 

Ahora que el agua se evapora en la estación seca, el río Paraguay que atraviesa el Pantanal ha retrocedido a su punto más bajo desde 1973, según Julia Arieira, investigadora climática de la Universidad Federal de Espirito Santo de Brasil.

Los científicos culpan de la sequía al calentamiento en el Océano Atlántico que está alejando la humedad de América del Sur y la envía hacia el norte, probablemente en forma de huracanes más fuertes.

El científico de la NASA Doug Morton dijo que este fenómeno es causado por cambios en la temperatura del océano conocido como Oscilación Multidecadal del Atlántico, el equivalente al fenómeno de El Niño en el Pacífico. A diferencia de El Niño, que generalmente ocurre cada 2-7 años, la oscilación alterna entre calor y frío aproximadamente cada 30-40 años.

Cuando hace calor, como ha ocurrido desde la década de 1990, es más probable que se produzca el calentamiento en el Atlántico norte tropical, lo que contribuye a las sequías e incendios de América del Sur.

Morton sostuvo que el calor también podría estar contribuyendo a una mayor sequedad en la parte sur del Amazonas, donde los incendios probablemente alcanzaron un máximo de 10 años en agosto; y en los humedales de Argentina, donde los incendios son los peores desde 2009.

Pero para Morton, lo peor es la posibilidad de que el calentamiento global pueda interrumpir la Oscilación y dejarla permanentemente en la fase cálida, contribuyendo a más incendios. Incluso si eso no sucede, los científicos temen que el aumento de la temperatura a nivel global por sí solo provoque que estos desastres se acentúen.

 

La destrucción de la selva amazónica agrava la sequía en el Pantanal, dijo Philip Fearnside, ecologista del Instituto Nacional de Investigaciones Amazónicas de Brasil. Esto se debe a que los árboles de la selva reciclan la lluvia y devuelven la humedad al aire en forma de vapor de agua, que los vientos llevan a las regiones vecinas en los llamados ríos voladores.

La deforestación del Amazonas ha aumentado un 34,5% en los 12 meses hasta julio frente al mismo período hace un año, según datos preliminares de la agencia gubernamental de investigación espacial Inpe.

Bajo el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro, Brasil también ha debilitado la aplicación de la ley ambiental. La oficina de prensa del mandatario dirigió preguntas al Ministerio de Medio Ambiente, que no respondió a una solicitud de comentarios.

Animales muertos. Ningún humano ha muerto en los incendios del Pantanal, según el teniente coronel de bomberos del estado de Mato Grosso, Jean Oliveira, quien ha estado al frente de todas las agencias gubernamentales en la respuesta al fuego. Las víctimas provienen de la vida silvestre, destacó.

Si bien no hay un conteo exacto, como mínimo miles de animales han muerto, según el biólogo Rogério Rossi de la Universidad Federal de Mato Grosso.

El equipo veterinario itinerante puede salvar solo una pequeña fracción de los animales heridos. Muchas de estas criaturas son difíciles de atrapar debido a que se encuentran lejos de caminos accesibles.

El veterinario Jorge Salomão Jr. recitó un inventario de los macabros hallazgos. "Hemos visto muchos animales muertos, principalmente reptiles, serpientes, caimanes", señaló.

 

"Hemos visto muchos ciervos muertos, al igual que tapires, monos y coatíes", agregó.

En la extensión quemada de 1.347 kilómetros cuadrados cerca de la ciudad de Poconé, se ven serpientes muertas cada pocos metros.

La guía local Eduarda Fernandes, que trabaja con el equipo de rescate, vagó por la zona con los pies hundidos en el hollín.

Tomó del suelo una serpiente petrificada en el fuego. Se había mordido su propia carne, en lo que un biólogo dijo que probablemente fue una reacción involuntaria mientras buscaba escapar del dolor de quemarse viva.

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Reuters