En 11 años de gobierno de Chávez, decenas de miles de jóvenes profesionales venezolanos se han mudado a Europa, Estados Unidos, Australia, Canadá y unos pocos a países latinoamericanos como Panamá y Costa Rica.
Caracas. Laura Bolívar, una profesional en mercadeo, tiene miedo a la delincuencia venezolana, no encuentra futuro en la "revolución socialista" del presidente Hugo Chávez y quiere ofrecer mejor panorama a su bebé.
Por eso se mudará en agosto del soleado y cálido terruño hacia el frío de Quebec en Canadá.
En 11 años de gobierno de Chávez, decenas de miles de jóvenes profesionales venezolanos se han mudado a Europa, Estados Unidos, Australia, Canadá y unos pocos a países latinoamericanos como Panamá y Costa Rica.
"Lo que más preocupa es la inseguridad. Mi esposo es policía y él sabe, él vive con eso, trabaja con eso. Estás expuesto en cualquier sitio a cualquier hora", dijo a Reuters Bolívar, de 35 años de edad, que trabaja en mercadeo para la empresa de servicios de petroleros Schlumberger.
"Puedo quedarme aquí para luchar por el país. Pero ¿qué pasa con la educación de mi hijo? ¿Qué pasará cuando crezca? ¿Va a estar encerrado en la casa todo el tiempo jugando con el Nintendo porque es mejor a que esté fuera?", comentó.
Venezolanos universitarios con un promedio de 30 años de edad buscan caminos legales para emigrar con sus hijos pequeños. Tienen dinero para mantenerse por algún período y aceptan bajar su rango laboral para entrar al mercado, explicó la directora de la página www.mequieroir.com, Esther Bermúdez.
Venezuela tiene una corta historia de emigración y no existen cifras oficiales disponibles al respecto. Al contrario, el siglo pasado atraía a extranjeros.
Españoles, italianos y portugueses se mudaron al que era un pujante país petrolero en la década de 1950 para mejorar su calidad de vida. Se le sumó mano de obra poco calificada de Colombia, Ecuador y Perú a partir de 1960 y perseguidos políticos del Cono Sur durante las dictaduras militares.
Aún hoy, desplazados de la violencia colombiana -afectados por casi medio siglo de guerrilla izquierdista y el narcotráfico- cruzan la frontera común.
Pero algunos venezolanos, atrapados entre rumores y malos augurios sobre el futuro, quieren salir del constante deterioro de su calidad de vida con una creciente inflación y la escasez intermitente de alimentos básicos, como leche y azúcar.
"Este país en particular es 'telenovelérico'. A nosotros nos gusta cerrar con la onda en alta: 'a ver qué va a pasar mañana'. En nuestra cultura nosotros no somos gente de dormir tranquilos. Nos gusta acostarnos con una gran emoción, como las telenovelas", dijo el psicólogo social Leoncio Barrios.
Emigración por incertidumbre. En el país, que importa un 70% de lo que consume, existe control de cambios desde hace siete años, y controles de precios que no logran frenar la inflación.
Además, el mayor exportador de petróleo de Sudamérica vive desde hace meses una crisis eléctrica que originó duros racionamientos y progresivamente los empresarios han restringido inversiones.
Pero quienes emigran no lo hacen propiamente por razones políticas, muy pocos pueden alegar que son perseguidos, ni tampoco motivos económicos, pues dejan sus trabajos y se llevan dinero para comenzar su vida en el extranjero.
La razón es el miedo, la expectativa de que la economía empeore o de ser víctima de una violenta delincuencia, explicó Barrios, profesor de la Universidad Central de Venezuela.
"Hay gente que tiene miedo al proceso político que se está dando en el país. Y ese miedo le produce una gran incertidumbre", dijo Barrios a Reuters.
El especialista afirmó que la migración por la inseguridad "es una metáfora, una forma de decir 'la inseguridad ante el futuro'. Incertidumbre por las medidas que el gobierno ha tomado en los últimos años".
Chávez, que dice conducir a Venezuela hacia el socialismo para beneficiar a los pobres, ha estatizado amplios sectores de la economía, desde enormes proyectos petroleros hasta comercios que según él esconden alimentos para inflar los precios.
Y, a pesar de una recesión económica y la inflación más alta del continente, encuestas muestran que la inseguridad es vista como el problema más grave del país sudamericano.
Barrios refirió que la inseguridad es peor en Colombia o en México y destacó la contradicción de que las clases pobres son las más afectadas por la delincuencia y no están emigrando.
"Hay un imaginario, con algunos indicadores de realidad, de que el país va hacia el caos, que se está desmoronando. Es una percepción muy de la clase media como lo dicen las encuestas. En los sectores populares, por el contrario, hay algún sentimiento de que las cosas han mejorado", aseguró.
Con amplios programas sociales de educación y salud para los pobres, Chávez supera el 40% de aceptación.
No obstante, están en su menor nivel desde el 2003 en los predios de las elección legislativa de septiembre, cuando el gobernante socialista espera retener las dos terceras partes de escaños de la Asamblea Nacional.
Telenovelas y expectativas. Mequieroir.com inició operaciones en el 2001 y desde el 2007 los tres periodistas que la fundaron viven en Canadá. La página publicita programas de migración calificada a Canadá y Australia, servicios para emigrantes y recoge experiencias de venezolanos que realizan trámites o ya viven en el exterior.
Su directora cuenta que tras lograr un nivel de 40.000 a 50.000 visitas por día, desde el 2009 han subido a 60.000 visitas por día, con picos de 70.000 a 80.000.
"Cada vez recibimos más familias completas que se plantean la emigración. Dicen que están tomando la decisión por sus hijos. Parejas con niños pequeños o en edad adolescente y familias un poco mayores", aseguró.
Los venezolanos se unieron tarde a la ola migratoria de América Latina y muchos tienen la nacionalidad de sus parientes europeos establecidos en el país durante el siglo pasado.
Tras sólo una década de vivir afuera, aún no tienen redes de apoyo sólidas en el exterior y algunos se han devuelto.
Marcel Cifuentes, español por parte de padre, se mudó a Inglaterra con su novia para estudiar y buscar trabajo.
"Estábamos cansados de la inseguridad y de la inestabilidad política, de no saber si mañana trabajas en una empresa que van a expropiar o a cerrar", dijo el fotógrafo de 31 años de edad.
Pero explicó que decidió regresar a Venezuela apenas a los seis meses porque no se tomó el tiempo para planificar su traslado y además encontró un mercado laboral difícil.
"Está muy bien vivir tranquilo, poder caminar por la calle de noche, sentir que el gobierno y la empresa privada juegan para el mismo equipo. Pero la situación profesional, al menos para mí, fue un poco más complicada", dijo sin descartar un nuevo intento en el futuro.