"El estilo de vida de los jóvenes en Estados Unidos sigue empeorando, en especial comparado con el de hace 50 años", indicó en un simposio Darcia Narváez, profesora de psicología que se especializa en el desarrollo moral de los niños.
Washington. Las prácticas sociales y las creencias culturales modernas impiden el desarrollo mental y emocional sano de los niños, según un conjunto de investigaciones interdisciplinarias divulgado este martes por la Universidad Notre Dame (Indiana, EE.UU.).
"El estilo de vida de los jóvenes en Estados Unidos sigue empeorando, en especial comparado con el de hace cincuenta años", indicó en un simposio Darcia Narváez, profesora de psicología que se especializa en el desarrollo moral de los niños y la forma en que las experiencias tempranas pueden influir el desarrollo del cerebro.
"Algunas prácticas y creencias equivocadas se han tornado en lugares comunes de nuestra cultura como, por ejemplo, el uso de 'fórmulas' infantiles para la alimentación de los bebés, el aislamiento de los infantes en sus propios dormitorios, o la creencia de que, si se responde demasiado rápido a las quejas del bebé, se le 'acostumbra mal'", dijo Narváez.
La nueva investigación vincula ciertas prácticas tempranas de la crianza -que son comunes en las sociedades de cazadores y recolectores- con resultados emocionales saludables y específicos en la edad adulta.
"El amamantamiento de los bebés, la respuesta cuando lloran, el contacto físico casi constante y el que haya varios adultos que se ocupan de la crianza son algunas de las prácticas de crianza ancestrales que han demostrado su impacto positivo en el desarrollo del cerebro, lo cual no sólo moldea la personalidad sino que ayuda además en la salud física y el desarrollo moral", dijo Narváez.
Los estudios, añadió, muestran que la respuesta a las necesidades del infante, sin dejarlo que "se canse de llorar", influye en el desarrollo de la conciencia, y que el contacto físico positivo afecta la reacción al estrés, el control de los impulsos y la empatía.
Del mismo modo, según esta investigadora, el juego libre en un ambiente natural influye en las capacidades sociales y el manejo de la agresión, y cuando hay todo un grupo de personas que proveen el cuidado, más allá de la madre sola, mejora el cociente intelectual.
Narváez afirmó que Estados Unidos ha ido en el sentido contrario en todos estos aspectos del cuidado infantil.
En lugar de estar aupados, los niños permanecen más tiempo en sus carritos, asientos para el automóvil y otros aparatos. Sólo alrededor del 15 por ciento de las madres amamanta a sus bebés y las que lo hacen no van más allá de unos 12 meses; las familias están fragmentadas y ha disminuido el tiempo que padres y madres permiten que sus hijos jueguen.
Narváez señaló que otros miembros de las familias y los maestros pueden tener un impacto benéfico cuando el niño se siente seguro en su presencia.
"El hemisferio derecho del cerebro, que gobierna gran parte de la autorregulación, la creatividad y la empatía, puede crecer a lo largo de toda la vida", añadió.
"Ese hemisferio crece robusto con experiencias que involucran a todo el cuerpo, como los juegos de 'lucha', la danza y la creación artística libre", explicó.