Ocupar edificios es poco frecuente en España, pero la tendencia ha ido en aumento por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2008, que dejó miles de edificios vacíos, y la recesión económica, que ha provocado un aumento del paro y de las tasas de desalojos.
Sevilla. Durmiendo en colchones hinchables con solo unas cajas para guardar sus pertenencias, 32 familias han 'okupado' un edificio de apartamentos de nueva construcción vacío en Sevilla para poder tener un techo, después de haber sido expulsados de sus propias casas.
Comparten una única cocina y un barato sofá marrón que dejaron los constructores. Para otros que se enfrentan a la perspectiva de vivir en la calle, eso es un lujo. Las familias han establecido una vigilancia de 24 horas para evitar que otros sigan su ejemplo.
Ocupar edificios es poco frecuente en España, pero la tendencia ha ido en aumento por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2008, que dejó miles de edificios vacíos, y la recesión económica, que ha provocado un aumento del paro y de las tasas de desalojos.
Los recortes en el gasto público con los que el Gobierno trata de evitar que España se hunda más en la crisis de deuda de la eurozona han hecho que la situación empeore para mucha gente y aparezcan nuevos grupos para protestar o ayudar a la gente a mejorar sus vidas.
"No somos antisistema. Simplemente no queremos vivir en la calle. Con tantos edificios como este y mucha gente normal enfrentándose a desahucios, esperamos inspirar a otros para hacer lo mismo", dijo la "okupa" Irma Blanco, una desempleada de 35 años.
El edificio, a un paso del centro de la capital andaluza, se terminó hace apenas tres años y está equipado con doble acristalamiento y suelos de madera nuevos, pero el constructor no fue capaz de vender los pisos.
La ocupación estuvo organizada por los miembros del movimiento 15-M, que ha visto una oportunidad para el creciente número de personas sin hogar en el millón de viviendas vacías que se estima hay en el país.
El movimiento de protesta, también conocido como "los indignados", nació el 15 de mayo de 2011 cuando cientos de miles de personas ocuparon las principales plazas de todo el país para exigir un cambio en el sistema.
Las protestas públicas de "los indignados" han decaído, pero los activistas del 15-M han formado asambleas de barrio por toda España para ayudar en varias causas, incluyendo el bloqueo de las órdenes judiciales de desahucio para los morosos hipotecarios.
"Siempre he luchado por el derecho de las personas a tener una casa, que siempre he creído que es un derecho fundamental", dijo Antonio Buenavida, de 57 años, un activista del 15-M que ayudó a establecer la ocupación.
Simpatía. Una vez retirado el material de construcción abandonado de los pasillos, las familias se mudaron todas juntas a las 7 de la mañana de un martes, y estuvieron tres días a oscuras, con las persianas cerradas, preocupados por si serían desalojados.
Al ver no que no llegó nadie, abrieron las persianas y colgaron sábanas en los balcones con consignas pintadas como "vivienda justa".
En Andalucía está un cuarto de los 5,6 millones de parados de toda España. Conocida por sus olivares, las playas y la fiesta, la región es cada vez más conocida por su pobreza.
Las familias parecen haber encontrado cierta simpatía entre sus vecinos.
Una portavoz del ayuntamiento de Sevilla dijo que el Gobierno local no desalojaría el edificio a menos que el propietario del edificio, Maexpa, presentase una denuncia. Reuters no pudo ponerse en contacto con la constructora para obtener comentarios.
Y los nuevos "inquilinos" dicen que la policía les ha ayudado para protegerse de otros posibles 'okupas'.
Ibercaja, la entidad que financió la obra, dijo que no estaba planeando tomar ninguna medida.
"El edificio es propiedad de Maexpa. Lo que ellos decidan hacer con los 'okupas' es cosa suya", dijo una portavoz de Ibercaja.
La entidad añadió que Maexpa había dejado de pagar su préstamo para el proyecto de construcción pero que Ibercaja no ha emprendido acciones legales.
Los bancos españoles se han convertido en uno de los principales problemas de la economía, ya que arrastran una deuda estimada de 184.000 millones de euros entre propiedades embargadas que no pueden vender y préstamos a los constructores.
El Gobierno anunció recientemente su mayor rescate bancario para Bankia y los economistas dicen que hay pocas esperanzas de que España salga de la recesión hasta que los barcos limpien sus balances y puedan volver a conceder préstamos.
Dignidad. Dado el sombrío escenario para la economía, el 15-M busca vías para meter a otros sin techo en las miles de casas vacías de Sevilla. Durante una reunión nocturna a finales de la semana pasada, elaboraron una larga lista de familias que esperan ser incluidas en la próxima ocupación.
"Son gente maravillosa. Es bonito que haya un poco de humanidad en el mundo. No quiero riquezas. Soy una mujer sencilla. Solo quiero un poco de dignidad", dijo Anika, de 35 años, que se mudó a uno de los pisos con sus hijos de 18 y 6 años.
Como otros españoles, Anika está enfadada con el Gobierno por los recortes en sanidad y educación mientras gasta decenas de miles de millones en rescatar a los bancos que cargan con las deudas incobrables de la crisis inmobiliaria.
Perdió su trabajo el pasado noviembre, un empleo a tiempo completo en la industria hotelera por el que cobraba 600 euros al mes, y desde entonces solo ha podido arañar algún dinero para alimentar a su familia limpiando o dejando folletos publicitarios en los coches.
Su alquiler, hasta que fue desahuciada, era de 500 euros al mes.
En más de 1,7 millones de hogares españoles todos los miembros de la familia están en paro y en 2010 los tribunales desalojaron a 100.000 personas que no pudieron pagar su hipoteca, cuatro veces la cifra registrada tres años antes.
"Este sitio nos ha dado esperanza. Ni mi marido no yo nos moriremos en la calle", dijo Ana López, de 77 años.
La pareja vive en el piso piloto, creado para enseñar a los posibles compradores, que ahora sirve como cocina comunitaria ya que es la única equipada de todo el bloque.
López y su marido enfermo de 70 años, reciben entre los dos poco más de 1.000 euros mensuales de pensión, aunque con su gran familia dependiendo cada vez más de ellos, la ayuda se estira al máximo.
"Con eso nos hacemos cargo de nuestros dos hijos, que tienen sus propias familias y tres hijos entre los dos. Ninguno tiene trabajo y los dos han encontrado pisos aquí", agregó.