Los jóvenes y niños centroamericanos huyen de la violencia y pobreza que viven en sus países, por lo que se requiere una política integral para abordar el problema de la migración de menores.
En el negocio de los traficantes de migrantes, o coyotes, en Centroamérica por un mismo precio se ofrece en paquete hasta tres intentos de llegar a Estados Unidos. Ello responde a la alta demanda de los jóvenes y niños quienes huyen de la violencia y pobreza que viven en sus patrias.
Pese a esta urgencia, México ha adoptado las mismas medidas que su país vecino del norte, que enfocan los esfuerzos a la seguridad y no dan solución al verdadero motivo del fenómeno de desplazamiento humano que se vive en ese hemisferio del planeta, exhibieron organizaciones civiles encargadas de velar por los derechos de la infancia.
En conferencia, Marcia Aguiluz, directora del Programa para Centroamérica y México de Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), destacó que sólo 10% de los niños guatemaltecos que han migrado a Estados Unidos lo hace por motivos de reunificación familiar; el impulso del resto es para huir de las pocas oportunidades y el estado de violencia que hay en la nación vecina del sur.
Si bien no existen estimaciones oficiales para el resto de los países centroamericanos, información empírica revela que los menores están saliendo de sus países huyendo de las condiciones en las que viven.
Tras emitir un resumen de las audiencias públicas del 152 Periodo Extraordinario de Sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que se celebró esta semana en el DF -donde se abordó la situación general en materia de derechos humanos de Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá-, la activista puntualizó que la gente está saliendo en éxodo. Medidas como prohibir a migrantes subir a La Bestia, como es conocido el tren que cruza de sur a norte el país, no va a detener el flujo migratorio; “hay que ir al centro del problema: mejorar las condiciones de vida”, dijo.
La mayoría de la niñez hondureña crece en la pobreza; están negados a los derechos básicos y viven en comunidades afectadas de manera creciente por la violencia e inseguridad, reportó Brenda Vianney Mejía del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC).
Los altos índices de violencia que imperan obedecen a la presencia del narcotráfico, crimen organizado y reclutamiento forzoso por parte de las Maras. Casa Alianza en Honduras reporta 9,475 muertes violentas, ejecuciones sumarias o extrajudiciales de jóvenes menores de 23 años entre 2008 y el 2014, es decir tres jóvenes por día.
El escenario no es muy distinto para El Salvador. De acuerdo con números informados por organizaciones civiles durante el periodo de audiencias, de los más de 61,000 menores detenidos al tratar de ingresar en Estados Unidos, entre octubre de 2013 y julio del presente año, 14,591 son salvadoreños.
El riesgo que corren los menores de verse obligados a ingresar a las filas del crimen organizado a su retorno, es alto. Marcia Aguiluz explicó que los jóvenes y niños están regresando a comunidades carentes de condiciones para ofrecerles paz y seguridad. “Es un tema de sobrevivencia”, pues dentro de la cultura de los Maras, por ejemplo, ellos mismos dan protección a su grupo.
Hasta el momento el enfoque de los Estados implicados en el problema ha sido reactivo; “no se puede abordar la crisis reaccionando a las cifras escandalosas de los niños que están llegando a EE.UU.”, advirtió y recomendó que los países trabajen en conjunto para abordar regionalmente las causas que generan la migración.