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Las mariposas de Fukushima: el precio de un desastre nuclear
Miércoles, Diciembre 24, 2014 - 12:53

El accidente del reactor de Fukushima deja claro cuál es el valor de los ecosistemas intactos y lo difícil que puede ser cuantificarlo en términos monetarios.

Sus alas brillan azuladas a la luz del sol, miles de ellas revolotean a través de jardines, campos de arroz y de hortalizas. Las mariposas de hierba azul pálido (Pale Blue Grass, en inglés) están ampliamente extendidas en Japón. Normalmente se encuentran en las inmediaciones de la Oxalis, una pequeña planta de flores amarillas. "Estas mariposas pueden sobrevivir allí donde también puede vivir el ser humano", afirma el profesor de biología Joji Otaki, de la Universidad japonesa de las islas Ryukyus. Sin embargo, en algunas regiones de Fukushima ya no se dan ninguna de estas dos situaciones. En esos lugares ya no pueden sobrevivir ni el ser humano ni las mariposas.

El 11 de marzo de 2011, la central nuclear de Dai-ichi fue severamente dañada en la costa japonesa del Pacífico por un terremoto y posterior tsunami. Grandes cantidades de partículas radiactivas fueron transportadas por el viento hacia el mar y la región de Fukushima. Alrededor de 160.000 personas se vieron obligadas a abandonar su hogar. Un área de unos 20 kilómetros alrededor del lugar del accidente no será habitable por un período indefinido.

Con mascarilla y guantes en busca de mariposas. Dos meses después del accidente, el biólogo Joji Otaki y sus colegas viajaron a Fukushima para realizar trabajo de campo. Equipados con guantes y mascarillas se desplegaron para evaluar el efecto de la radiación sobre las mariposas Pale Blue Grass. En casi uno de cada diez de los ejemplares encontrados, los investigadores observaron ojos abollados, antenas deformadas o alas demasiado pequeñas. Las mariposas fueron expuestas a la radiación siendo aún larvas en hibernación y habían desarrollado posteriormente diferentes mutaciones.

Cuatro meses después, los investigadores regresaron de nuevo al terreno y comprobaron que las mutaciones se habían extendido y se encontraban ahora en casi un tercio de las mariposas. A su vez, los investigadores demostraron en el laboratorio que las larvas sanas también enfermaban al consumir plantas contaminadas por la radiación de la región de Fukushima.

Asimismo, no sólo las mariposas, sino también otros animales de Fukushima se vieron afectados por la radiación. De este modo, investigadores estadounidenses encontraron, por ejemplo, inusuales manchas blancas en la piel del ganado y en el plumaje de las golondrinas. "Ha habido una disminución dramática en el número y la diversidad de aves en las zonas muy contaminadas", explica el profesor de biología Timothy Mousseau. El estadounidense investiga desde hace 14 años los daños por radiación en los animales. Empezó estudiando la región alrededor de la central nuclear de Chernóbil que sufrió un accidente y desde 2011 también analiza los daños en Fukushima.

Mutaciones similares en Fukushima y Chernóbil. Entre algunas especies de aves, además de las manchas blancas en el plumaje, en Chernóbil Mousseau y sus colegas encontraron tumores y enfermedades de los ojos. Además se encontraron con que muchas especies de animales, entre ellas las abejas, las mariposas y las aves estaban menos representadas de lo esperado. En Chernóbil, las mutaciones se habrían extendido con el tiempo entre más animales, según Mousseau.

El biólogo aún no puede prever si los efectos en Fukushima se van a desarrollar de otro modo porque el área afectada es más pequeña y el tipo de radiación ligeramente diferente.

El daño en la naturaleza es difícil de cuantificar. Por un lado, porque es difícil poner precio a la pérdida de una mariposa o toda una especie, a pesar del esfuerzo de informes como el TEEB – La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad para los responsables de la elaboración de políticas nacionales e internacionales, que precisamente persiguen ese fin. Por otro lado, porque no hay consenso sobre el efecto real de la radiación en los animales de Fukushima. Un comité científico de las Naciones Unidas concluye que la exposición a la radiación de los ecosistemas en el agua y en la tierra fue "en general, demasiado baja para observar efectos graves".

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Los efectos de la radiación son controvertidos. "Ese es el típico discurso de la ONU", critica Azby Brown de la organización no gubernamental Safecast, que con la ayuda de voluntarios realiza mediciones de radiación muy detalladas a lo largo de Fukushima. "Hubiera sido menos ambiguo si los autores hubieran dicho que con gran certeza hay efectos que, sin embargo, ellos no pueden medir", señala Brown. Timothy Mousseau también critica los resultados de la ONU. A sus ojos, los miembros del comité UNSCEAR confían demasiado en los modelos basados en experimentos de laboratorio y muy poco en los trabajos de campo.

Mientras que el efecto sobre la fauna es controvertido, sí que hay consenso en cuanto al impacto sobre los recursos ambientales utilizados por los seres humanos, que es devastador. Incluso el polémico informe del UNSCEAR reconoce que las medidas para la protección de las personas tienen un efecto significativo sobre los recursos ambientales disponibles y los recursos para la agricultura, la silvicultura y la pesca. Incluso los lugares de ocio, cultura y espiritualidad se ven influenciados.

Impacto significativo en los recursos y fuentes de ingresos. El turismo, por ejemplo, se está recuperando muy lentamente del suceso. En la región de Tohoku, que también pertenece a Fukushima, en 2012 una quinta parte de los visitantes no regresaron para pernoctar, en comparación con las cifras del año anterior al accidente. Especialmente los viajeros extranjeros evitan la región. Incluso la parte occidental de Fukushima, que casi no se vio afectada por el accidente nuclear, tiene que lidiar con el descenso del número de visitantes. Aquí hay algunos sitios que antes eran populares estaciones de esquí y lugares de interés turístico, como el castillo histórico de Tsuruga. Iniciativas patrocinadas por el gobierno, tales como la campaña "Destino Tohoku", pretenden recuperar turistas, por ejemplo con la ayuda de guías turísticos especialmente entrenados y folletos promocionales para las empresas locales.

Pero no sólo el turismo está sufriendo las consecuencias del accidente. Muchos pescadores y agricultores fueron privados de cualquier base de negocios. La pesca en la costa de Fukushima está todavía prohibida, con pocas excepciones. Asimismo, muchos campos de arroz y vegetales deben ser descontaminados mediante la eliminación de las capas superiores de la tierra. En las zonas más contaminadas, los antiguos residentes ni siquiera pueden permanecer más tiempo, por no hablar de aquellos que se dedican a la agricultura. E incluso aquellos que aún pueden cultivar alimentos tienen que luchar con el escepticismo de los consumidores hacia sus productos.

A pesar de los estrictos valores límite de radiación y los controles sobre los alimentos, según un estudio de la asociación de consumidores japonesa, alrededor de 15% de los encuestados evita comer cualquier alimento procedente de Fukushima. Al mismo tiempo, de unos 3.000 padres encuestados de la ciudad de Minamisoma, cerca de la planta de energía nuclear, casi tres cuartas partes admitían no comprar productos de la región. El gobierno ahora está realizando, entre otras cosas, campañas con el apoyo de diferentes celebridades. Kumiko Akiyoshi, la popular actriz japonesa, por ejemplo, será "embajadora del futuro" de la región de Tohoku. Como tal, debe ayudar a reducir los "rumores infundados" sobre la comida de la región.

Comprender el valor del medio ambiente destruido. Un ejemplo de la trágica situación de muchos agricultores es el pueblo de Litate, ubicado en una de las zonas más contaminadas. En los últimos años, la comunidad se había convertido en un centro para la agricultura ecológica, según Azby Brown.

El ingeniero Nobuyoshi Ito, por ejemplo, había comenzado varios años antes del desastre, en esta misma población, con la construcción de una granja de aprendizaje y de vivencias. Con el accidente de Fukuskima, sin embargo, sus planes llegaron a un repentino final. Ito contó a periodistas japoneses que envió al presidente de la empresa responsable del consorcio de energía, Tepco, un paquete pequeño repleto de setas japonesas Matsutake contaminadas y con una factura de 200.000 yenes, el equivalente a 1.350 euros. De este modo, Tepco debía comprender el valor de los bosques destruidos y la sensación de las personas que no pueden comer las setas del bosque.

Sin embargo, aunque finalmente llegue el mensaje de Ito y Tepco quisiera pagar por esos recursos perdidos y pudiera, todavía quedarían muchas preguntas sin respuesta. "¿Cómo se compensa, por ejemplo, a las personas que ya no pueden practicar senderismo en las montañas?", señala Azby Brown. Y de este modo, queda probablemente una gran parte de los daños pendiente de pago, ya sólo porque la pérdida y el valor de la naturaleza, o incluso de una sola mariposa, son tan difíciles de cuantificar.

Autores

Deutsche Welle