Durante los 21 años que encabezó el COI, el español ayudó a transformar a los Juegos Olímpicos en una máquina para generar dinero y uno de los mayores espectáculos deportivos del planeta.
Madrid. Juan Antonio Samaranch, el ex presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), murió este miércoles a los 89 años, informaron fuentes del hospital en el que estaba internado en Barcelona.
Samaranch, que fue designado presidente honorario del COI a perpetuidad cuando dejó la presidencia de la institución olímpica en el 2001, fue ingresado el domingo 18 de abril en la clínica Quirón de Barcelona por una insuficiencia coronaria aguda.
"Ha fallecido a las 13:25 horas (1125 GMT) del día 21 de abril de 2010, como consecuencia de una parada cardiorrespiratoria", dijo el comunicado del hospital.
"No encuentro palabras para expresar el desconsuelo de la familia olímpica", dijo el presidente del COI, Jacques Rogge.
Arquitecto. Samaranch será recordado como el hombre que dio forma al olimpismo moderno, transformándolo en una empresa mundial gigante que encarna lo mejor y lo peor del deporte.
Durante los 21 años que estuvo al frente del COI ayudó a convertir los Juegos Olímpicos, desde el fracaso económico de Montreal 1976, en una máquina de generar dinero que se ha transformado en uno de los mayores espectáculos deportivos del planeta.
Dirigió el movimiento olímpico durante dos boicots políticos que pudieron destruir los Juegos y los colocó en la era del deporte profesional, pero también presidió dos décadas en las que el COI sufrió su mayor escándalo de sobornos.
Además, en esas décadas el atractivo de una medalla de oro llevó a muchos deportistas a tomar drogas peligrosas en un intento por lograr el éxito mediante el fraude.
Sus críticos argumentan que sus logros comerciales ayudaron a alimentar la avaricia que desembocó en el escándalo de corrupción de Salt Lake City, que estalló a finales de 1998, y argumentan que no afrontó adecuadamente la creciente amenaza de las drogas en el deporte.
Nacido en Barcelona el 17 de julio de 1920, Samaranch inició su carrera en el mundo del deporte bajo la dictadura de Francisco Franco. Fue el jefe de la delegación olímpica de España en tres Juegos Olímpicos hasta que consiguió un puesto en el COI en 1966.
Después de la muerte de Franco, fue nombrado embajador en la Unión Soviética, donde sus importantes contactos dentro del deporte en países del tercer mundo lo ayudaron a suceder a Lord Killanin en la presidencia del COI en 1980.
Éxito financiero. Casi de manera inmediata tuvo que afrontar una crisis que ponía en peligro el futuro de los Juegos, con el boicot occidental dirigido por Estados Unidos a los Juegos de Moscú 1980, al cual le siguió el correspondiente boicot del bloque del Este en Los Angeles 1984.
Los Juegos de Los Angeles no sólo fueron un gran espectáculo sino también un éxito financiero y representaron un claro quiebre con el pasado, ya que su deporte rey, el atletismo, se había profesionalizado completamente.
Los Juegos de Barcelona 1992, los primeros y únicos disputados en España hasta este momento, fueron un triunfo en su ciudad natal, en el que los patrocinadores corporativos hicieron cola para unirse a la fiesta y el precio de los derechos de televisión trepó por las nubes.
Los boicots se habían terminado y todo parecía ir bien en el movimiento olímpico, pero surgieron rumores de sobornos a los miembros del COI en la cada vez más dura pelea por organizar los Juegos, tanto de Verano como de Invierno.
Asimismo, persistían las noticias relacionadas con el consumo de drogas. El escándalo de Ben Johnson, cuando el velocista canadiense dio positivo tras ganar la final de los 100 metros de los Juegos de Seúl 1988, conmocionó al mundo.
Una investigación posterior del Gobierno canadiense encontró pruebas de que el dopaje estaba extendido en el atletismo.
En 1994, Samaranch declaró en la víspera de los Juegos Asiáticos: "El deporte chino está muy limpio". Seis semanas después se conocía que la campeona mundial de los 400 metros libres, Yang Aihua, había dado positivo. Luego de ella, se conocieron otros 10 positivos de deportistas chinos.
Una serie de operaciones anti dopaje muy publicitadas, como el escándalo del equipo Festina en el Tour de Francia de 1998, llevó al COI a convocar una conferencia especial sobre el tema en su sede de Lausana a principios de 1999 y a crear la Agencia Mundial Anti Dopaje (WADA, por su sigla en inglés).
Escándalo. El primer presidente de la WADA, Dick Pound, quien había tenido un papel importante en la conversión del olimpismo en algo rentable, dijo antes de acabar su mandato que Samaranch mostró escaso interés en la lucha contra el consumo de drogas en el deporte.
Otro escándalo llegó cuando el veterano miembro del COI Marc Hodler, quien compitió con Samaranch por la presidencia, declaró a la prensa que otros miembros habían sido sobornados cuando se concedieron los Juegos de Invierno del 2002 a Salt Lake City.
Las acusaciones se confirmaron, y para su horror, los miembros del COI se convirtieron en parias internacionales que tuvieron que aguantar duros ataques de políticos y medios de comunicación de todo el mundo.
El COI fue acusado de no reducir antes los excesivos viajes gratuitos de los que disfrutaban sus integrantes, y varios medios pidieron la dimisión de Samaranch.
Posteriormente se prohibieron las visitas a las ciudades candidatas y Samaranch ganó con comodidad un voto de confianza en el COI. Además, tras las reformas internas en el Comité, 10 miembros renunciaron o fueron expulsados.
La decisión final adoptada durante el mandato de Samaranch fue la concesión de los Juegos del 2008 a Pekín a pesar de las amplias críticas por el historial en materia de derechos humanos de China, y la elección del belga Jacques Rogge como su sucesor.
Su última comparecencia ante el mundo olímpico fue la encendida defensa que hizo de la candidatura de Madrid para organizar los Juegos del 2016 el pasado octubre en Copenhague, con unas emotivas palabras.
"Sé que estoy muy cerca del final de mi momento, de mi tiempo", manifestó entonces, pese a lo cual los miembros del COI optaron por Río de Janeiro.
Sus partidarios creen que Samaranch salvó el movimiento olímpico de la destrucción y que mostró sutiles habilidades políticas en un momento difícil.
Sus críticos argumentan que muchos de los valores originales del movimiento se vieron oscurecidos en la búsqueda del éxito comercial que impulsó el directivo catalán.