La probabilidad de que los universitarios enfrenten problemas para pagar es muy alta debido a los sueldos y las dificultades para encontrar trabajo.
Excelsior.com.mx. Miles de jóvenes mexicanos que, años atrás, al firmar un crédito estudiantil, sólo tenían el sueño de graduarse con toga y birrete y ver su nombre impreso en un título universitario, ahora enfrentan la pesadilla de una deuda impagable que los ahoga.
Las mismas empresas crediticias que les abrieron las puertas de las universidades privadas más prestigiosas del país, son con las que hoy pelean ante tribunales para cobrar las penalidades y cuantiosos intereses que los alumnos aceptaron con tal de estudiar.
Sonora es la entidad que tiene la mayor cartera vencida de universitarios, donde en la actualidad existen 950 casos en manos de jueces y magistrados, en los que está de por medio algún bien inmueble y/o vehículo dejado como aval, a nada de ser incautado.
Si Sonora encabeza la lista en número de litigios por créditos educativos en el país, es por ser uno de los pioneros a nivel nacional de este tipo de apoyos desde hace 30 años.
La probabilidad de que los universitarios enfrenten dificultades para pagar es muy alta: según los datos de la Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación 2011, el salario promedio de un profesionista de entre 25 y 35 años es de 6.000 pesos (unos US$470). Con esos salarios ¿cómo podrían pagar una deuda educativa que demanda una mensualidad que es mayor a la mitad del total de los ingresos que reciben?”, cuestionó la socióloga Herlinda Suárez, en el Seminario de Educación Superior de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Además, actualmente 40% de los universitarios está desempleado, pues la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior en México (ANUIES) alerta que 305.000 egresados en el país enfrentarán este escenario durante esta década si la economía no aumenta su nivel de crecimiento.
Por ejemplo, Aurelio Gómez Vega, exalumno de la Universidad de las Américas Puebla, UDLAP, está a punto de que su aval pierda un terreno, que dejó como respaldo de su deuda estudiantil.
Desesperado por mantener la propiedad de su aval, Aurelio ya interpuso un juicio que llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero sus posibilidades de ganar son escasas, pues de acuerdo con fuentes del Poder Judicial, en 90% de este tipo de casos, donde existe un deudor, la razón se le da a la institución crediticia.
"Como suele ocurrir, el único criterio judicial que vale es: el que debe tiene que pagar”, aseguró a Excélsior Roberto Rodríguez, experto en temas educativos del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Futuro empeñado. Si un joven este verano decidiera entrar al Instituto Tecnológico de Monterrey y financiar seis semestres con un 50% de crédito a un plazo de 72 meses, se graduaría con una deuda de 461.570 pesos (unos US$35.000), de los cuales, suponiendo que pague puntualmente cada mes entre 4.580 y 7.318 pesos hasta la fecha límite de la deuda: agosto de 2023, casi 140.000 pesos corresponderían sólo a intereses, según el propio tabulador digital de la universidad.
"La adquisición de un crédito estudiantil, con un rango de interés que vaya por arriba del 10% de interés anual, lleva riesgos muy grandes, sobre todo cuando las condiciones avales son de bienes raíces e inmuebles”, alertó el investigador Rodríguez.
Aunque la penalidad máxima para los universitarios morosos podría ser perder una propiedad, como Griselda Gutiérrez Parra, de Sonora, quien vio cómo su casa familiar pasó a manos del Instituto de Crédito Educativo de Sonora, tras una orden judicial, según el expediente 85/2012, también hay jóvenes que el día de su graduación se van sin su título profesional que certifique sus estudios.
Joyce Pinzón, a pesar de cumplir hace seis años con todos los créditos de la licenciatura de médico cirujano, en la Universidad La Salle, seguirá sin su título ni cédula profesional, pues la institución educativa los mantiene retenidos hasta que liquide su adeudo.
Esta retención de documentos, de la cual Joyce nunca se enteró hasta que llegó el día de marcharse de la escuela, le ha traído varios inconvenientes profesionales.
"Me hubiera gustado que la institución me advirtiera lo que sucedería al momento de aceptar el crédito, porque un médico sin su cédula no puede entrar a la especialidad y tampoco trabajar, entonces, ¿cómo pagas?”, se preguntó.
Antes de que Joyce optara por estudiar en una escuela privada intentó sin éxito entrar dos veces a la Facultad de Medicina de la UNAM, donde cada año sólo es aceptado el 1,1% de los aspirantes.
"¿Por qué los estudiantes querrían estudiar en instituciones caras cuando podrían hacerlo de manera gratuita? La primera respuesta es la insuficiencia de cupo en las universidades públicas de prestigio; otra, que muchos jóvenes mexicanos tengan la idea de que estudiar en instituciones privadas es una buena inversión, ya que el futuro es más promisorio en términos de mercado laboral”, explicó la socióloga Suárez.
Sin importar la entidad federativa, institución educativa o financiera en la que miles de universitarios se hayan apoyado para cumplir el sueño de ser profesionistas, hoy Aurelio, Griselda, José Luis Esquer, Eugenio Leal, Lourdes Valenzuela, Teresa Rodríguez y muchos más, están en medio de conflictos legales y económicos que no previeron.
"La historia nos ha demostrado que este tipo de deudas puede ser una gran fuente de conflictos no sólo personales sino sociales. En Chile, la movilización de estudiantes en 2012, tiene el mismo contexto: la impagabilidad de los créditos estudiantiles”, advirtió Rodríguez.
Por eso, Raúl Martínez Solares, director general de Mexicana de Becas, recomendó a los padres y estudiantes que elijan la institución educativa conforme a su presupuesto.
Tú puedes conseguir carreras profesionales en universidades privadas desde 70.000 pesos (unos US$5.500) hasta 1.400.000 pesos (unos US$110.000). El consejo que yo siempre doy es que es mucho mejor ahorrar que deber.”
También sugirió que si las posibilidades de la familia no alcanzan para solventar las colegiaturas en las universidades más caras del país, la educación se complemente con alguna especialidad.
Un caso de éxito. Una de las mejores decisiones en la vida de Georgina Olson fue invertir en una beca-crédito de 9.000 euros con la Fundación Carolina, de España, para estudiar un Máster en Periodismo de Agencia en Madrid.
"Fue increíble conocer Europa, convivir con culturas súper diferentes y estudiar en instalaciones de primer mundo”, dijo.
Desde hace seis años Georgina se liberó de esta deuda, y algunos de los factores que le ayudaron a pagarla en tan sólo tres años fueron los pagos fijos, a una tasa de interés muy baja, de menos del tres por ciento anual.
A diferencia de quienes adquieren el crédito estudiantil durante una licenciatura con un currículum en blanco, cuando ella se graduó ya tenía experiencia en al menos tres empleos en reconocidos organismos, por lo que se le facilitó encontrar un trabajo que le permitió solventar la deuda.
Mientras tanto, jóvenes como Aurelio Gómez, todavía conservan la leve esperanza de que la justicia les dé la razón con el temor de saber que la apuesta de su patrimonio, con la única finalidad de buscar un mejor futuro, puede dejarlos en la calle.
El top 10. En su portal, el Imco publica las carreras mejor pagadas al mes.
Minería y extracción: $24.863.
Finanzas, banca y seguros: $19.725.
Salud pública: $17.013.
Servicios de transporte $16.888.
Física: $16.379.
Música y artes escénicas: $16.124.
Ciencias de la tierra y la atmósfera: $15.811.
Medicina: $15.614.
Ciencias ambientales: $15.022.
Ingeniería de vehículos de motor, barcos y aeronaves: $14.211.
Proceso de contratación. Dependiendo de la escuela a la que se aspira serán las condiciones del crédito a contratar.
Requisitos. El promedio mínimo que solicitan las instituciones es de siete, además de contar con un aval, estar al corriente con los pagos en escuelas y hasta tener buen historial crediticio.
Incorporación. Para que las instituciones crediticias puedan ofrecer un paquete que cubra las necesidades de los estudiantes, se debe escoger previamente una escuela.
Contratación. Una vez cubiertos los requisitos anteriores se firma el contrato que incluye cláusulas como interés desde 9.9% anual y la periodicidad de hasta 15,5 años.